Capítulo 2: El libro de Zero.



Parte 4:

—Ese libro realmente es un dolor en el culo. ¿Por qué algo como eso–?

—Eso es porque…

Zero cerró la boca y casi simultáneamente me puse de pie.

Sed de sangre– justo ahora desde algún lugar cercano. Antes de que pudiera buscar la amenaza, oí un sonido extraño y me volví para mirar la dirección del origen. Zero pareció notarlo también, y cambió su mirada hacia el bosque.

Eso proviene de– el bosque. Algo ridículamente grande estaba arrasando con el follaje cercano, dirigiéndose directamente hacia nosotros.

—…No es posible ¡Esto no es una broma!

Derribando los árboles a su paso, lo que fuese, salió del bosque con un rugido ensordecedor y con la fuerza de una bala de cañón.

En el momento en que lo vi, un texto del mapa de Venias apareció en mi mente.

¡Atención! Los jabalíes de Ebru salvajes viven en los bosques.

Era un jabalí enorme. Pero incluso eso era un eufemismo.  Esto era–

— ¡Demonios, esa cosa es descomunal! ¡Es enorme, incluso si lo comparamos conmigo!

Como no gritar cuando algo de ese tamaño corría hacia ti para arrollarte. El jabalí de Ebru tenía un cuerpo imponente, sin exagerar. Como nos encontrábamos a la misma altura de la vista, mediría aproximadamente unos dos metros de alto, no podía ni reírme. Su destrozado ojo izquierdo y las incontables cicatrices en su piel, indicaban que era un luchador veterano que había repelido a muchos cazadores.

Su ojo restante estaba inyectado en sangre, y la baba goteaba de su boca mientras se concentraba en mí. Hasta ahora, cargaba contra mí. Dos colmillos afilados sobresalían de los extremos de su boca. Cualquiera, incluido un caído como yo, si fuera empalado por uno de ellos acabaría partiéndose en dos.

Por naturaleza, los caídos no son bien agraciados por los animales. Pero nunca antes tuve algún problema con ello.

¿Debería correr? No, no tiene sentido. Considerando la velocidad con la que atravesó el bosque, aunque llegase a los arboles no tendría forma de escapar. Además, llevando a Zero sería imposible. A excepción de luchar, no había más opciones.

Salté a un lado mientras cargaba, planeando flanquear su cabeza. Si pudiera “apagar” su otro ojo, tendría instantáneamente la ventaja: la batalla ya parecía estar a mi favor. Desenvaine mi espada. El reflejo de la luz del sol en la hoja de la espada impedía la visión del jabalí, obligándole a ir a ciegas. Me prepare para esquivarle, pero me detuve, por el rabillo del ojo, noté a Zero de pie detrás de mí.

Esta idiota, ¿Por qué–?

— ¡Tú, idiota! ¡¿Qué haces ahí plantada?!

Me di la vuelta, tire de Zero hacia mí y caímos contra el suelo. Los fríos colmillos del jabalí rozaron mi espalda. Inmediatamente me levanté y me preparé para poner a Zero a salvo, pero por alguna razón, se levantó frente a mí– directamente entre el jabalí y yo.

—Hm… que oportuno. Seré capaz de mostrarte la “apariencia” de la magia en una batalla. Esta vez no omitiré el encantamiento.

—Observa. —Dijo Zero, alzando grácilmente sus brazos por encima de la cabeza. El jabalí fallo su objetivo y se preparó para volver a embestir. Al mismo tiempo que empezó a avanzar, Zero gritó.

—Meaza, li, kib… ¡Retorciendo las vides, captura este jabalí y átalo! ¡El libro de la caza, versículo ocho [Kabrata]! ¡Declaro en mi nombre, Zero!

…No podía comprender lo que ocurría.

Ante mis ojos, incontables raíces salieron de la tierra y ataron las pezuñas del jabalí, mandándolo directo contra el suelo. Las enredaderas envolvían su cuerpo hasta dejarlo totalmente inmóvil. Solo tomo unos cuantos segundos para que Zero completase el hechizo. No había duda de que se trataba de alguna clase de poder inhumano.

Esto era– magia. Si Zero podía lograr hazañas como esta, entonces no parece que yo tenga mucha utilidad para ella. El motivo de mi existencia como mercenario estaba en grave peligro.

—A propósito, mercenario.

Mientras miraba con los ojos en blanco al jabalí capturado, el cual estaba sobre su espalda con un aspecto cómico mientras intentaba agitar sus patas, Zero repentinamente se dirigió a mí.

— ¿Es comestible? ¿Sabe bien?

—Uh huh. —Dije impasible. En realidad no estaba seguro. Era sólo que no podía reunir la voluntad de decir nada más.

—Oh, ¿Entonces nos lo podemos comer? —Preguntó Zero con una expresión brillante. Me frote los ojos y me dispuse a bajarle los ánimos.

—No… quiero decir, si, estaría sabroso, pero… su caza está prohibida. Suéltalo.

Las esperanzas se esfumaron, Zero se desplomó y se acercó al jabalí.

Ella ligeramente movió su dedo delante del jabalí enfurecido, que le había estado saliendo espuma por la boca. Al instante, el jabalí quedó aturdido y se quedó mirando fijamente a Zero.

—Tienes suerte, aunque me atacaste no te comeremos, pedazo de carne. Se agradecido y no vuelvas a mostrarte ante mí.

Cuando Zero castigó al jabalí, las vides que lo inmovilizaban se deslizaron suavemente hacia el suelo. Liberado, el jabalí trotó de vuelta al bosque, con Zero viéndolo hambrienta. —Entonces… —Volvió la mirada hacia el cielo. Simultáneamente, vi algo detrás de los árboles por casualidad.

¡Ahí!

Dije en voz alta y Zero hizo un movimiento como si tensara un arco. Eso era Staim. Tres flechas de luz aparecieron en las manos de Zero y salieron disparadas por el aire, dirigidas a un árbol. Las flechas atravesaron la corteza y se escuchó un grito.

Bien. De una forma u otra, me había acostumbrado a ver magia. O más bien, mi sensación de miedo fue parcialmente sometida. Si me asustase cada vez que veo magia, mi cuerpo no sería capaz de soportarlo. Al ver la figura que cayó detrás del árbol, me estremecí de la cabeza a los pies y solté un gruñido. Había visto ese cabello rubio llamativo antes…

—Tú bastarda… eres la bruja que me estuvo persiguiendo ayer, ¿eh?

— ¡Mercenario, espera!

Saque mi espada. Era una buena oportunidad para atacar, puesto que mi oponente había perdido el equilibrio. Sin embargo, Zero me frenó.

—Es un niño.

—Un niño…

Reservé mi juicio y fruncí el ceño ante la rubia. Era cierto que era pequeña, uno podría decir que parecía una niña inocente. ¿Esta era la persona de la que estuve huyendo ayer?

Mis pensamientos rápidamente se llenaron de piedad. Guarde el arma y Zero me indicó que me quedara donde estaba, cuando se acercó a la pequeña bruja con grandes zancadas.

—Eres un febril, ¿eh? ¿Fuiste tú quien puso a ese jabalí tras nosotros?

— ¡¿P–Por qué tenías que intervenir?! ¡Eres una bruja!

La rara bruja no respondió a la pregunta, pero lanzó un grito agudo y miró a Zero.

— ¿Sabes lo valioso que es la cabeza de un caído para las brujas? Necesito su cabeza, ¿Entonces por qué te pones en medio?

—Porque es mi mercenario, estaría en problemas si el muriese.

— ¡Yo lo vi primero…! ¡Tú me lo arrebataste!

Yo estaba sorprendido.

¿Él acaba de decir “yo”[1]? Lo ha dicho. Yo creía que todos los usuarios de la magia eran mujeres, ya que a todos se les llamaba “brujas”, pero aparentemente este niño también era una bruja. Ahora que lo pienso, ¿entonces Trece también es un hombre? ¿Eso significa que no existe ninguna relación entre el género y la habilidad para usar magia?


—No importa quién lo vio primero, sino a quién le pertenece ahora. No voy a permitirte tomar ni un solo pelo de su cola. Y en el caso de que te diera un pelo, nunca te daría su cabeza.

— ¡¿Queeeé–?!

—Para una pseudo–bruja como tú, que no puede manejar ni un solo Staim, sería un objeto que excede tus aptitudes. Deberías rendirte. Con tu fuerza, sin contarme a mí, probablemente no serias capaz de matar a mi mercenario.

Este par estaba hablando de las cabezas ajenas, como si fueran meros objetos. Estaba molesto, pero no me sentía bien como para meterme, así que me quedé en silencio. Valoré mi vida por encima de mi orgullo.

—Eso es porque…

El muchacho golpeo el suelo.

— ¡Eso es por lo que necesito su cabeza!

El chico se levantó y gritó.

—¡¡No importa cómo, tengo que volverme más fuerte!!

Sacó algo del bolso de su cintura, lo aplastó con las manos y lo esparció a su alrededor. Momentos después, su vestimenta y su pelo empezaron a bailar como si les soplase el viento, el aire vibraba con un ruido extraño y agudo.

—Bug, do, gu, raat—gather, ¡¡Conflagración[2] que destruye el mundo, estalla y quema!!

Era un hechizo. Él estaba intentando usar magia. Si no lo mataba yo primero, el acabaría conmigo. Agarre con la mano la espada.

—Ho. ¿Va a usar Flagis?– Interesante.

El murmullo de Zero hizo que mi movimiento se detuviera. El ligero entrecerrar los ojos y esa sonrisa– era cómo había actuado ayer. Me congelé al verla. Mientras tanto, el muchacho extendió los brazos como si estuviera bailando, abrazando el aire. Alrededor de su cuerpo se formó una serpiente de fuego, reuniéndose entre sus manos.

— ¡Libro de la caza, versículo seis [Flagis]! ¡Sanciona esto, mi nombre es Albus!
Nota Hermit: ¿Dumbledore de joven? :v

El chico gritó. Zero respiró hondo.

[Rechazo] Sanciona esto– Declaro en mi nombre, Zero.

Todo quedó en silencio, pero eso en sí mismo hablaba mucho. Las llamas, que habían parecido que iban a estallar, se disiparon en ese momento, y el joven miró fijamente sus manos vacilantes con una mirada de confusión.

— ¡¿Cómo… por qué?! ¡¿Por qué, por qué, por qué…?! ¡El hechizo estaba surtiendo efecto!

El muchacho gritó como si estuviera al borde de romperse a llorar. Sus hombros temblaron cuando Zero se acercó.

—Uh…

—No me subestimes, mocoso. Es mía. Mi magia. Mi conocimiento, mi poder. Intentar usarlo contra mí es absurdo.

— ¿Qué… quién eres tú…?



—La técnica de usar el poder de las palabras y los sacrificios para aprovechar el poder de los demonios sin invocarlos– anoche, hiciste un gran alboroto sobre cómo lo aprendiste de “el Libro de Zero”, ¿no es así? Yo soy ese Zero. Yo escribí ese libro.

Como presionado por el silencio de Zero, el muchacho retrocedió un paso. Se sentó apático, atónito.

Espera un momento…

¿Zero escribió ese libro? ¿Ese libro que puede destruir el mundo?

—…Mercenario.

— ¡Ah! Uh, oh, ¿yo? ¿Qué?

Tan desconcertado como el chico, literalmente salté al ser llamado tan abruptamente.

—Me gustaría oír una explicación de este joven. ¿Tú que opinas?

— ¿Qué es lo que opino… por qué–

“me preguntas eso?” estaba a punto de decir, pero estaba desconcertado. Odio a las brujas y ese niño trató de matarme.  Íbamos a tener noticias de él, así que Zero quería tomar en consideración mis deseos.

Si me hubiera ignorado y continuara sola, podría haberme quejado desgraciadamente, pero como ella estaba prestando atención a mi opinión, no podía rechazarla sin rodeos. Me rasque la parte de atrás de la cabeza, y gruñí un corto —Haz lo que quieras.

—…Tan solo no le des ningún pájaro asado.

—Claro. Yo pienso lo mismo.

*Kuku* se rió Zero. El estómago del muchacho dio un gran ruido de concierto.

Intercambié miradas con Zero y miré el rostro ruborizado del chico.

— ¿…No le daremos?

Unos minutos después, Zero y el chico estaban llenando sus bocas con el asado. No hace falta decir que me vi obligado a mirar con el estómago vacío.



[1] Nota inglesa: La bruja rubia utiliza el término general de pronombre masculino de primera persona “boku”.
[2] Nota inglesa: En el budismo, el infierno apocalíptico que señala el fin del mundo.

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