Parte 4:
—Ese libro
realmente es un dolor en el culo. ¿Por qué algo como eso–?
—Eso es
porque…
Zero cerró
la boca y casi simultáneamente me puse de pie.
Sed de
sangre– justo ahora desde algún lugar cercano. Antes de que pudiera buscar la
amenaza, oí un sonido extraño y me volví para mirar la dirección del origen.
Zero pareció notarlo también, y cambió su mirada hacia el bosque.
Eso proviene de– el bosque. Algo ridículamente grande estaba arrasando
con el follaje cercano, dirigiéndose directamente hacia nosotros.
—…No es
posible ¡Esto no es una broma!
Derribando
los árboles a su paso, lo que fuese, salió del bosque con un rugido
ensordecedor y con la fuerza de una bala de cañón.
En el
momento en que lo vi, un texto del mapa de Venias apareció en mi mente.
“¡Atención! Los jabalíes de Ebru salvajes viven en los
bosques.”
Era un
jabalí enorme. Pero incluso eso era un eufemismo. Esto era–
— ¡Demonios,
esa cosa es descomunal! ¡Es enorme, incluso si lo comparamos conmigo!
Como no
gritar cuando algo de ese tamaño corría hacia ti para arrollarte. El jabalí de
Ebru tenía un cuerpo imponente, sin exagerar. Como nos encontrábamos a la misma
altura de la vista, mediría aproximadamente unos dos metros de alto, no podía
ni reírme. Su destrozado ojo izquierdo y las incontables cicatrices en su piel,
indicaban que era un luchador veterano que había repelido a muchos cazadores.
Su ojo
restante estaba inyectado en sangre, y la baba goteaba de su boca mientras se
concentraba en mí. Hasta ahora, cargaba contra mí. Dos colmillos afilados
sobresalían de los extremos de su boca. Cualquiera, incluido un caído como yo,
si fuera empalado por uno de ellos acabaría partiéndose en dos.
Por
naturaleza, los caídos no son bien agraciados por los animales. Pero nunca
antes tuve algún problema con ello.
¿Debería correr? No, no tiene
sentido. Considerando
la velocidad con la que atravesó el bosque, aunque llegase a los arboles no
tendría forma de escapar. Además, llevando a Zero sería imposible. A excepción
de luchar, no había más opciones.
Salté a un
lado mientras cargaba, planeando flanquear su cabeza. Si pudiera “apagar” su
otro ojo, tendría instantáneamente la ventaja: la batalla ya parecía estar a mi
favor. Desenvaine mi espada. El reflejo de la luz del sol en la hoja de la
espada impedía la visión del jabalí, obligándole a ir a ciegas. Me prepare para
esquivarle, pero me detuve, por el rabillo del ojo, noté a Zero de pie detrás
de mí.
Esta idiota, ¿Por qué–?
— ¡Tú,
idiota! ¡¿Qué haces ahí plantada?!
Me di la
vuelta, tire de Zero hacia mí y caímos contra el suelo. Los fríos colmillos del
jabalí rozaron mi espalda. Inmediatamente me levanté y me preparé para poner a
Zero a salvo, pero por alguna razón, se levantó frente a mí– directamente entre
el jabalí y yo.
—Hm… que
oportuno. Seré capaz de mostrarte la “apariencia” de la magia en una batalla.
Esta vez no omitiré el encantamiento.
—Observa.
—Dijo Zero, alzando grácilmente sus brazos por encima de la cabeza. El jabalí
fallo su objetivo y se preparó para volver a embestir. Al mismo tiempo que
empezó a avanzar, Zero gritó.
—Meaza, li,
kib… ¡Retorciendo las vides, captura este jabalí y átalo! ¡El libro de la caza,
versículo ocho [Kabrata]! ¡Declaro
en mi nombre, Zero!
…No podía
comprender lo que ocurría.
Ante mis
ojos, incontables raíces salieron de la tierra y ataron las pezuñas del jabalí,
mandándolo directo contra el suelo. Las enredaderas envolvían su cuerpo hasta
dejarlo totalmente inmóvil. Solo tomo unos cuantos segundos para que Zero completase
el hechizo. No había duda de que se trataba de alguna clase de poder inhumano.
Esto era–
magia. Si Zero podía lograr hazañas como esta, entonces no parece que yo tenga
mucha utilidad para ella. El motivo de mi existencia como mercenario estaba en
grave peligro.
—A
propósito, mercenario.
Mientras
miraba con los ojos en blanco al jabalí capturado, el cual estaba sobre su
espalda con un aspecto cómico mientras intentaba agitar sus patas, Zero
repentinamente se dirigió a mí.
— ¿Es
comestible? ¿Sabe bien?
—Uh huh.
—Dije impasible. En realidad no estaba seguro. Era sólo que no podía reunir la
voluntad de decir nada más.
—Oh,
¿Entonces nos lo podemos comer? —Preguntó Zero con una expresión brillante. Me
frote los ojos y me dispuse a bajarle los ánimos.
—No… quiero
decir, si, estaría sabroso, pero… su caza está prohibida. Suéltalo.
Las
esperanzas se esfumaron, Zero se desplomó y se acercó al jabalí.
Ella
ligeramente movió su dedo delante del jabalí enfurecido, que le había estado saliendo
espuma por la boca. Al instante, el jabalí quedó aturdido y se quedó mirando
fijamente a Zero.
—Tienes
suerte, aunque me atacaste no te comeremos, pedazo de carne. Se agradecido y no
vuelvas a mostrarte ante mí.
Cuando Zero
castigó al jabalí, las vides que lo inmovilizaban se deslizaron suavemente
hacia el suelo. Liberado, el jabalí trotó de vuelta al bosque, con Zero
viéndolo hambrienta. —Entonces… —Volvió la mirada hacia el cielo.
Simultáneamente, vi algo detrás de los árboles por casualidad.
— ¡Ahí!
Dije en voz
alta y Zero hizo un movimiento como si tensara un arco. Eso era Staim. Tres flechas
de luz aparecieron en las manos de Zero y salieron disparadas por el aire, dirigidas
a un árbol. Las flechas atravesaron la corteza y se escuchó un grito.
Bien. De una
forma u otra, me había acostumbrado a ver magia. O más bien, mi sensación de
miedo fue parcialmente sometida. Si me asustase cada vez que veo magia, mi
cuerpo no sería capaz de soportarlo. Al ver la figura que cayó detrás del
árbol, me estremecí de la cabeza a los pies y solté un gruñido. Había visto ese
cabello rubio llamativo antes…
—Tú bastarda…
eres la bruja que me estuvo persiguiendo ayer, ¿eh?
— ¡Mercenario,
espera!
Saque mi
espada. Era una buena oportunidad para atacar, puesto que mi oponente había perdido
el equilibrio. Sin embargo, Zero me frenó.
—Es un niño.
—Un niño…
Reservé mi
juicio y fruncí el ceño ante la rubia. Era cierto que era pequeña, uno podría decir
que parecía una niña inocente. ¿Esta era
la persona de la que estuve huyendo ayer?
Mis
pensamientos rápidamente se llenaron de piedad. Guarde el arma y Zero me indicó
que me quedara donde estaba, cuando se acercó a la pequeña bruja con grandes
zancadas.
—Eres un febril,
¿eh? ¿Fuiste tú quien puso a ese jabalí tras nosotros?
— ¡¿P–Por qué
tenías que intervenir?! ¡Eres una bruja!
La rara
bruja no respondió a la pregunta, pero lanzó un grito agudo y miró a Zero.
— ¿Sabes lo
valioso que es la cabeza de un caído para las brujas? Necesito su cabeza,
¿Entonces por qué te pones en medio?
—Porque es
mi mercenario, estaría en problemas si el muriese.
— ¡Yo lo vi
primero…! ¡Tú me lo arrebataste!
Yo estaba
sorprendido.
—No importa quién
lo vio primero, sino a quién le pertenece ahora. No voy a permitirte tomar ni
un solo pelo de su cola. Y en el caso de que te diera un pelo, nunca te daría su
cabeza.
— ¡¿Queeeé–?!
—Para una
pseudo–bruja como tú, que no puede manejar ni un solo Staim, sería un objeto
que excede tus aptitudes. Deberías rendirte. Con tu fuerza, sin contarme a mí,
probablemente no serias capaz de matar a mi mercenario.
Este par
estaba hablando de las cabezas ajenas, como si fueran meros objetos. Estaba
molesto, pero no me sentía bien como para meterme, así que me quedé en
silencio. Valoré mi vida por encima de mi orgullo.
—Eso es
porque…
El muchacho golpeo
el suelo.
— ¡Eso es
por lo que necesito su cabeza!
El chico se
levantó y gritó.
—¡¡No
importa cómo, tengo que volverme más fuerte!!
Sacó algo del
bolso de su cintura, lo aplastó con las manos y lo esparció a su alrededor. Momentos
después, su vestimenta y su pelo empezaron a bailar como si les soplase el
viento, el aire vibraba con un ruido extraño y agudo.
—Bug, do,
gu, raat—gather, ¡¡Conflagración[2]
que destruye el mundo, estalla y quema!!
Era un
hechizo. Él estaba intentando usar magia. Si no lo mataba yo primero, el acabaría
conmigo. Agarre con la mano la espada.
—Ho. ¿Va a
usar Flagis?– Interesante.
El murmullo
de Zero hizo que mi movimiento se detuviera. El ligero entrecerrar los ojos y
esa sonrisa– era cómo había actuado ayer. Me congelé al verla. Mientras tanto, el muchacho extendió
los brazos como si estuviera bailando, abrazando el aire. Alrededor de su
cuerpo se formó una serpiente de fuego, reuniéndose entre sus manos.
— ¡Libro de
la caza, versículo seis [Flagis]! ¡Sanciona
esto, mi nombre es Albus!
Nota Hermit: ¿Dumbledore de joven? :v
El chico
gritó. Zero respiró hondo.
— [Rechazo] Sanciona esto– Declaro en mi
nombre, Zero.
Todo quedó
en silencio, pero eso en sí mismo hablaba mucho. Las llamas, que habían
parecido que iban a estallar, se disiparon en ese momento, y el joven miró
fijamente sus manos vacilantes con una mirada de confusión.
— ¡¿Cómo…
por qué?! ¡¿Por qué, por qué, por qué…?! ¡El hechizo estaba surtiendo efecto!
El muchacho
gritó como si estuviera al borde de romperse a llorar. Sus hombros temblaron
cuando Zero se acercó.
—Uh…
—No me
subestimes, mocoso. Es mía. Mi magia. Mi conocimiento, mi poder. Intentar usarlo
contra mí es absurdo.
— ¿Qué… quién
eres tú…?
—La técnica
de usar el poder de las palabras y los sacrificios para aprovechar el poder de
los demonios sin invocarlos– anoche, hiciste un gran alboroto sobre cómo lo
aprendiste de “el Libro de Zero”, ¿no es así? Yo soy ese Zero. Yo escribí ese
libro.
Como
presionado por el silencio de Zero, el muchacho retrocedió un paso. Se sentó
apático, atónito.
Espera un momento…
¿Zero escribió ese libro? ¿Ese libro
que puede destruir el mundo?
—…Mercenario.
— ¡Ah! Uh,
oh, ¿yo? ¿Qué?
Tan
desconcertado como el chico, literalmente salté al ser llamado tan
abruptamente.
—Me gustaría
oír una explicación de este joven. ¿Tú que opinas?
— ¿Qué es lo
que opino… por qué–
“me
preguntas eso?” estaba a punto de decir, pero estaba desconcertado. Odio a las
brujas y ese niño trató de matarme. Íbamos
a tener noticias de él, así que Zero quería tomar en consideración mis deseos.
Si me
hubiera ignorado y continuara sola, podría haberme quejado desgraciadamente, pero
como ella estaba prestando atención a mi opinión, no podía rechazarla sin
rodeos. Me rasque la parte de atrás de la cabeza, y gruñí un corto —Haz lo que
quieras.
—…Tan solo
no le des ningún pájaro asado.
—Claro. Yo
pienso lo mismo.
*Kuku* se rió
Zero. El estómago del muchacho dio un gran ruido de concierto.
Intercambié miradas
con Zero y miré el rostro ruborizado del chico.
— ¿…No le daremos?
Unos minutos
después, Zero y el chico estaban llenando sus bocas con el asado. No hace falta
decir que me vi obligado a mirar con el estómago vacío.
[1] Nota inglesa: La bruja rubia utiliza el término general
de pronombre masculino de primera persona “boku”.
[2] Nota inglesa: En el budismo, el infierno apocalíptico
que señala el fin del mundo.
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