Capítulo 2: La Santa y el Padre

Parte 1:
Theo era terriblemente bueno haciendo las tareas de una forma un tanto extrañas.
Tenía sentido ya que se ofreció guiarnos hacia Arcadia. Theo se abría paso por el sendero sin siquiera consultar un mapa, todo mientras recogía leña cuando caminaba, incluso antes de que pudiera señalar que lo necesitaríamos.
Incluso sabía la ubicación de un río en lo profundo de los bosques, y era experto en la captura de peces.
— ¡Te tengo! ¡Este es el quinto! Oye viejo, ¡mira! Es giiiii-gantesco, ¡¿no es así?!
Theo estaba hundido hasta los tobillos en la corriente, cuya superficie brillaba bajo el sol del mediodía. Sostenía en alto el pez que había arponeado con su cuchillo, gritando.
Cargando con su presa en las manos, Theo hinchó su pecho lleno de orgullo hacia mí mientras preparaba la comida en la orilla.
Junto a él, una Zero deprimida cayó de rodillas sobre el lecho del río.
Se había quitado el abrigo, los calcetines y las botas, lo que significaba que sólo llevaba pantalones largos y una camiseta. Daba la impresión de que tenía frío, pero al parecer al ver a Theo divertirse tanto en la captura de peces hizo que ella se animara a intentarlo también.
Por desgracia, todo lo que hizo fue hacerla ver miserable.
— ¡¿Cómo…?! ¡Cómo puedes ser tan preciso con el cuchillo con estos peces mientras nadan, cuando incluso verlos es tan...!
—Has estado encerrada en una cueva hasta no hace mucho tiempo. No hay forma de que vayas a atrapar peces que han crecido en un mundo donde sobrevive el más apto, así de fácil. Esto requiere práctica, y más práctica.
— ¡Peces! Si yo empleara mi verdadera fuerza, capturar todos los peces que nadan dentro de este rió sería–
—No lo hagas. Ni siquiera te atrevas.
No vas a usar magia delante de Theo, ¿entendido?, intenté advertirla.
Zero frunció el ceño y apartó la mirada haciendo una rabieta.
—Lo haces bien, tan solo es práctica, nada más. Estoy seguro de que atraparás alguno, sin duda. –Theo intento animarla imitando mis palabras, riéndose. Debe haber mal entendido que Zero estaba enfurruñada porque no había logrado atrapar ningún pez.
—Incluso tuve que practicar mucho para conseguir algo así de bueno. Su-per-vi-ven-cia-del-más-apto. Si un niño como yo quiere seguir viviendo, tengo que ser capaz de atrapar un poco de pescado, al menos.
—Tiene que ser muy duro para ti…
—Oh vamos, has sido un mercenario desde que eras niño, ¿no es así, viejo? Karl me dijo que todos los caídos son así, él me lo dijo.
— ¿Karl?
—Te conté que conozco a un caído, ¿verdad?
—Ah... sí, lo hiciste, ¿no?
—Parece aterrador, pero en realidad es un buen tipo. Siempre dispuesto a enseñarle a alguien como yo, después de todo. Karl también me contó que solía ser un mercenario, pero ya no lo es.
Theo salió del rió con su botín en los brazos. Sacudió su cabeza, gotas de agua salieron volando de su cabello. Zero seguía allí, mirando a los peces. "Debería ser capaz de atraparlos al predecir su movimiento. Mira el flujo del agua y el movimiento de los peces... piensa en los peces no como puntos sino como líneas... ", murmuró Zero para sí misma.
Parece que no va a atrapar ni uno solo, pensé mientras cubría con un paño seco la cabeza de Theo.
—Él tiene razón. La mayoría de los caídos se convierten en bandidos o mercenarios, debido a que para nosotros son los trabajos más cómodos.
—Eso debe de ser bueno... porque eres fuerte, ¿verdad? No hay manera de que yo pudiera dar pelea en un campo de batalla. No importa lo que haga, probablemente sería el primero en ser asesinado.
Theo hizo una mueca y se acurrucó junto a la hoguera.
—Viejo, ¿cómo es ser fuerte? Podrías matar a tooodos los que no te gusten, ¿no?
—No vayas diciendo cosas como esa. Si lo hiciera, me pillarían tarde o temprano y acabaría muerto.
—Aun así, si quisieras matar a alguien, podrías, ¿no es así? Si lo intentase, yo sería el único que acabase muerto.
—Sí que estás hablando en serio… ¿hay alguien al que quieras matar?
*Hmm*, Theo frunció el ceño.
—Si te refieres a alguien que quisiera que no viviese, entonces los hay. Como las personas que me dan cosas que hacer, pero no me pagan como dijeron que lo harían, y que luego me golpean cuando digo algo. "Los niños no deberían decir cosas egoístas como esas", dicen. Realmente odio que me miren hacia abajo. Pero si yo fuera fuerte como tú, viejo...
—Luego está el problema de que todo el mundo se asusta de uno sin razón. No te dejan entrar a cualquier tienda decente, o cualquier bar o restaurante de las calles principales, o cualquier tienda artesanal de lujo. Realmente llegué a admirar el teatro cuando era un niño... pero no es como si alguna vez me dejaran ir a uno. Ni siquiera puedes sentarte en la primera fila para ver a los actores ambulantes.
—Eso es lo mismo para mí también. "Lárgate, chico asqueroso", me dicen.
—Pero sólo eres un niño. Los niños crecen hasta convertirse en adultos, para que puedan ganar dinero. Si lo hacen, pueden ir a las tiendas de las grandes calles. Si tienen suerte, tal vez incluso pueden ir al teatro. Es diferente para un caído como yo.
—Supongo. –Murmuró ligeramente Theo. No podía decir si lo había convencido o no. Tomó su cuchillo, cubierto con la sangre del pez, y cuidadosamente lo limpió, entrecerrando los ojos mientras lo sostenía en lo alto.
Era sin duda de los filos más importantes en cuanto a cuchillos, y claramente era demasiado grande para las manos de Theo. Sin embargo, este estaba bien cuidado y era bien utilizado.
—...Ese es un buen cuchillo el que tienes ahí.
— ¿De verdad? Es un recuerdo de mi papá. –Theo me dio una amplia sonrisa, mostrando sus dientes.
—Mi papá estaba enfermo. Mi mamá fue a buscar a un médico, pero tuvo que ir muy lejos para encontrar uno... no llegó a tiempo, antes de que él muriera.
—…Ya veo.
—Cuando lo hizo, me dio este cuchillo, me dijo que lo usara bien y que me convertiría en un adulto fuerte y bueno cuando creciera. También me dijo "cuida a las personas que te importan". Así que quiero apresurarme y convertirme en un adulto, y ser fuerte. Por eso estoy celoso de ti, viejo.
—Y yo quiero vivir una vida normal como un ser humano normal...
— ¿Huuuh? Que desperdicio. Aunque no es fácil volverse fuerte...      –Theo hizo una mueca de nuevo. Le acaricié suavemente la cara con la punta de mi cola. — ¿Qué crees que estás haciendo? –Preguntó Theo, apartándose.
—Oye, Theo. Por si no lo sabes, los caídos son los tipos malos de este mundo. Nos susurran insultos. Nos apedrean desde el anonimato. Y peor aún, ninguna chica quiere acercarse a nosotros.
—Entonces todo lo que tienes que hacer es matar a los que te hacen eso, ¿verdad? En cuanto a las chicas, ¿no puedes simplemente raptar alguna? Y cuando estés a punto de ser atrapado, solo mata a todos y sigue corriendo. Puedes hacer cualquier cosa si eres fuerte, ¿verdad?
Es por eso que los niños son niños...
¿Cómo debería explicárselo? A los caídos no los quieren, así que no hay manera de que yo pueda matar a todos los que quisiera de todos modos. Pero, ¿con qué palabras podría explicar eso a un niño?
—...Si hiciera eso, me asesinarían en respuesta.
— ¿Hm?
—La gente estaría resentida conmigo si matara a alguien. Cada vez que mato a alguien, el número de mis enemigos sólo aumenta, y al final el mundo estará lleno de enemigos. Llegado ese momento, no importa lo fuerte que seas, te van a aniquilar. Incluso si eres fuerte, no quiere decir que seas invencible. El lado con más gente ganará.
—Bueno... supongo que sí...
—Por eso sólo mato a la gente cuando llega el momento. En el campo de batalla, mis oponentes saben que pueden morir, así que vienen con la intención de matar. Por eso también mato. Incluso sabiendo eso, te ganas un montón de resentimiento. Y más aún por cada persona que matas ya que no les gusta, debido a que nadie quiere morir.
—Bueno... tal vez...
—Y una cosa más. En mi mente, alguien que es fuerte es alguien que puede recibir los golpes sin devolverlos. Alguien que mantiene su compostura no importa lo que le suceda, alguien que nunca se enoja no importa qué. Esa es la verdadera fuerza.
*Hmm*, Theo meditó.
—Pero... pero mira. ¿No hay una gran diferencia entre no hacerlo aun si pudieras, y no ser capaz de hacerlo?
—Parece que aún no lo captas, Theo. También puedes matar a gente, ¿sabes? Eres sólo un niño, pero si te apeteciese, podrías matar a cualquiera. Se necesita sólo una puñalada con un cuchillo para matar a alguien. Y porque eres un niño, es fácil no esperarlo. Así que no es que no puedas, pero no lo hagas.
—Oh…
Theo miró el cuchillo en sus manos y se quedó en silencio.
Después de contemplarlo por un momento, reuní lo que me pareció que era el suficiente valor y puse una mano en la cabeza de Theo.
Si hubiera estado asustado, definitivamente me habría sentido herido, pero Theo obedientemente me dejó acariciarle el cabello.
—Por eso creo que eres fuerte, Theo. Tú que miras hacia abajo todo el tiempo, y tienes mucho más cosas que aguantar que nadie. Pero sigue estoico, por su propia elección, ante la posibilidad de matar a la gente que odio.
Theo alisó su pelo rizado, con una expresión dudosa en su rostro, me miró y volvió a mirar su cuchillo.
—Esas cosas... son un poco difícil de entender para mí...
Su cara cayó como si estuviera desanimada, y volvió a poner el cuchillo en su funda de cuero.
—Pero viejo, me hace un poco feliz escuchar que me llames fuerte.
Dando una sonrisa avergonzada, Theo rascó una de sus mejillas llenas de pecas.
Entonces–
— ¡Lo tengo! –Exclamó Zero repentinamente.
— ¡Yo también he atrapado uno, Mercenario! ¡¿Qué te parece?! ¡He triunfado sobre la ley natural de la supervivencia del más apto!
Parecía que había usado su abrigo para acorralar a uno de los peces. Zero sostuvo con orgullo el pescado, que se resistía salvajemente, para que pudiéramos verlo. Sin embargo, una distracción significó para ella que hoy no era su día de suerte. El pez se deslizó de entre los brazos de Zero, y regresó de nuevo al rió.

Zero lanzó un grito de desesperación.
Theo y yo nos miramos, y nos echamos a reír.
Terminé haciendo el almuerzo con los cinco peces de agua dulce de Theo y algunas plantas silvestres.
Mi trabajo era cocinar. Le quite las escamas cuidadosamente a cada pez, removí sus entrañas, les rocié un poco de sal y los cociné en estacas. Tal vez no merecía ser llamado cocinar, pero como había gente que cocinaba pescado sin quitar las escamas primero, no era para burlarse de nada.
Corté uno de los peces en pedazos grandes y lo guisé con las plantas silvestres. No teníamos cuencos además de los de Zero y los míos, pero supuse que podría darle el mío a Theo y comer directamente de la olla.
—La naturaleza es dura, ¿no es así? Es la supervivencia de los más fuertes, pero si incluso los peces sin colmillos o veneno pueden escapar continuamente de servir de alimento, entonces los depredadores morirían de hambre. En otras palabras, he perdido un pez.
Rellenando sus mejillas con pescado cocido, Zero masticaba mientras miraba al cielo, preocupada.
Theo hizo una pausa mientras soplaba sobre el pescado cocido para enfriarlo, y sonrió de un modo alentador.
—Podrás atrapar algunos en cualquier momento si practicas, lo sé. Te puedo enseñar si quieres.
—No lo hagas. Incluso si lograras enseñarle, y fuera capaz de pescar, al mismo tiempo perdería todo su interés en ello.
—Por supuesto que no. –Zero me frunció el ceño por mi intervención.
Luego miré a Theo y suspiré profundamente.
—Theo, eres un buen chico. Eres bueno en la captura de peces, y conoces las plantas silvestres muy bien. Es gracias a ti que puedo comer este pescado cocido, y beber esta sopa de plantas silvestres. Contigo aquí, básicamente ya no necesito a Mercenario.
— ¿Hmmm? Si va hacer así. Bueno, no necesitarás esta sopa que hice entonces, ¿eh?
Llené un recipiente con el contenido de la olla, y comencé a beber sin dejar que Zero se sirviera.
— ¡Aaah! –Gritó Zero con una voz llena de desdicha, sosteniendo su pescado cocido en una mano mientras levantaba la otra hacia mí, aterrada.
— ¡Qué cruel, Mercenario! ¡Ese es mi tazón! ¡Sabes cuánto he esperado por el!
—Ya no me necesitas mientras Theo esté aquí, ¿verdad?
— ¡Era sólo una broma!
—Sí, Viejo. No es bueno hacerla disgustar de ese modo, ¿sabes? Me siento mal por ella.
Acabo de ser regañado por un niño.
Con Theo y Zero mirándome llenos de reproches, sentí que me había convertido en el malo.
—...Sólo era una broma, ¿no es así?
Le entregué su cuenco a Zero junto con sus palabras como una excusa.
Después, mientras servía a Theo algo de sopa, Zero bebió la sopa de su tazón en cuestión de segundos, y me tendió el recipiente vacío. Un comensal rápido, como de costumbre.
—Oye Theo, no te descuides, o todo será devorado por esta glotona.
—B-Bien.
Theo probó cuidadosamente la sopa humeante y luego me miró sorprendido.
— ¡Woah, es bueno! ¡Eres muy bueno cocinando, viejo!
Zero asintió exageradamente de acuerdo.
—Sí, Mercenario eres un cocinero muy habilidoso. No tengo ninguna duda de que serás una buena esposa.
De ninguna manera. No, no puedo.
— ¿Qué es lo que dices, Zero? Un hombre no puede ser una esposa.
Eso es, Theo. Díselo, déjaselo bien claro.


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