Capítulo 1: La República de Cleión.

Parte 1:

Estimados Zero y Mercenario,
            ¿Están bien los dos?
            He estado muy ocupada desde que partieron en su viaje, pero finalmente encontré algo de tiempo para escribirles una carta.
            ¿Esto realmente les llegará? Estoy un poco preocupada porque es la primera vez que uso una Carta de Bruja. Era una cosa vieja sepultada en lo profundo del almacén de mí abuela, y Zero dijo que "permite intercambiar cartas con otras personas que se encuentran muy lejos", así que decidí darle una oportunidad, pero…
           Bueno, estoy segura de que están viendo esto, así que vayamos a lo importante. En Wenias, donde me encuentro ahora mismo, hemos establecido las leyes relativas a la magia. Una vez que las promulguemos de forma oficial, tendremos que empezar a educar a los nuevos magos.
            ¿Cómo están las cosas por allá? ¿Su investigación de la magia que parece haber comenzado en Wenias está avanzando lentamente? También he estado recolectando información aquí y allá, pero todo es trivial o basado en rumores.
            Con la decisión de Wenias de proscribir la caza de brujas, puede llegar a sugerir que se están sublevando contra la Iglesia, ¿no?  Al parecer como consecuencia de eso, las facciones anti-Iglesia de todas partes de las naciones se han vuelto más activas que nunca. Básicamente son  todos aquellos humanos normales que buscan convertirse en brujas difundiendo la voz de que "¡Ha llegado la era de las brujas!".
            ¡Ah! Debería decir "mago" y no "bruja", ¿no es así? Todavía no estoy acostumbrada a esto, aunque eso es de esperar.
            Um... siguiendo adelante, lo que quería decir era que los informes que estoy recibiendo, ahora mismo, son un completo desastre.
            Es en parte porque las facciones pro-y-anti-Iglesia están involucradas en pequeños conflictos y luchas, aquí y allá, y algunos países vecinos están tratando de culpar a Wenias de estos incidentes.
            Incluso he oído historias acerca de que si tú lees el 'auténtico y único' manual de magia. Instantáneamente obtendrás el poder de controlar el mundo. Dicen que es un libro milagroso que cambia de manos por exorbitadas sumas de dinero.
            Eso sería realmente ridículo si fuera verdad, ¿eh? Quiero decir, incluso siendo yo la propietaria de este "manual de magia", el Libro de Zero.
            He oído que Trece hizo que una parte del Culto de Zero hiciera una copia para él, pero la situación cambió antes de que se pudiera terminar, por lo que ahora está bastante incompleto...
    Ah sí, hablando de Trece. Gracias a ese sombrío, malvado y fastidioso hechicero, tenemos una buena idea de cuántos magos salieron de Wenias. No estamos seguros de dónde están, pero al mirar el número de certificados de inscripción, hay alrededor de diez en total.
                Huh, bueno, no tengo más espacio para escribir. Creo que terminaré aquí.
  PD: Contáctenme cuando tengan la oportunidad de volver a Wenias, ¿quieren? Estaré esperando algún suvenir.
Firmado, Albus.
_____________

—…Así que esto es una carta. –Murmuré, medio aturdido.
Me senté en una mesa junto a la ventana del comedor de un albergue barato, al borde de la carretera, mirando el pedazo de pergamino que tenía y la densa escritura que lo llenaba. La letra era más limpia de lo que había creído posible.
Sí no me equivoco, ayer no había escrito nada en el pergamino…
Albus me había dado el pergamino cuando salimos de Wenias. Ella me dijo algo como que "mientras tengas ese papel, te puedo enviar cartas". Sin embargo, nunca pensé que sus cartas llegarían así.
¿Eso quiere decir que si escribiera en mi pedazo de pergamino, también aparecería en el de Albus?
—Las herramientas de las brujas siempre son muy útiles...
Las palabras se escabulleron de mi boca mientras suspiraba, aunque no sé si suspiraba por asombro o admiración, no lo sabía.
Todo sería mucho más fácil si esto fuera algo común. Pero las cosas de las brujas eran casi todas difíciles de hacer y obtener.
Esta "Carta de Bruja" fue confeccionada poniendo pieles de cabras gemelas, que nacieron en la noche de una luna nueva, en el centro de un círculo mágico. Estas entonces necesitan reposar a la luz de la luna durante siete días y siete noches, y poseer sellos idénticos grabados en ellas usando una pluma hecha de los huesos de su madre. Esto era un artículo precioso hecho a través de procedimientos desagradables y molestos.
Bueno, mientras el reino de Wenias diera el ejemplo y siguiera apoyando a los magos, tal vez un día, sería algo normal.
Había varias otras invenciones que utilizaban las brujas, y había muchos seres humanos que no estaban dispuestos a gastar su dinero para ser honrados con una ellas. En cambio, los vendedores ambulantes, harían cualquier cosa para poner sus manos sobre una Carta de Bruja para poder comunicarse instantáneamente con otras personas en tierras lejanas.
Si ellos fueran a utilizar una herramienta de las brujas, el enemigo mortal de la Iglesia, no la pasarían nada bien. Pero…
— ¿…Te has enterado de lo de Wenias?
De repente, oí una voz ruidosa desde algún lugar del bullicioso comedor.
Esta posada al borde de la carretera, alberga gente de todos los sectores de la vida que constantemente pasan por ella, además era un lugar para que los viajeros de diversas naciones pudieran recolectar y compartir noticias
Todas las conversaciones se unieron al unísono, convirtiéndose en ruido aleatorio. Sin embargo, de ese bullicio, mis oídos se toparon con una frase interesante. Cambié mi enfoque al diálogo de un grupo de hombres que entre ellos tenían un aire de comerciantes.
—Sí, ¿no decidieron prohibir la caza de brujas? Quieren vivir con las brujas, aunque hace no mucho estuvieran en guerra con ellas.
—Fue todo porque una bruja buena acabó con algún hechicero malvado que intentaba hacerse con el reino. Y eso no es todo, Wenias cortó lazos con la Iglesia y comenzó a ayudar a las brujas.
— ¿Ayudando a las brujas? Entonces... los Caballeros de la Iglesia no se van a sentar y mirar, ¿verdad? –Alguien preguntó inquieto.
Por supuesto que no. Como Wenias reconoció oficialmente a las brujas, las enemigas de la Iglesia, es obvio que esta no se quedará de brazos cruzados. No sería extraño ver un ejército de Caballeros a gran escala intentar aplastar al reino herético.
Sin embargo, Wenias debe haberse dado cuenta que  no les resultaría nada fácil, y es por eso que han elegido distanciarse de la Iglesia. Después de todo…
—Ahí es donde entra la "magia". Hasta ahora, las brujas necesitaban gastar quién sabe cuántos días haciendo sus rituales para usar su brujería, ¿verdad? Hoy en día, sólo necesitan un pequeño encantamiento para usar magia.
— ¡Como si fuese cierto!
—No, he venido aquí desde Wenias. Lo vi con mis propios ojos. No sólo eso, he oído que esta magia sólo toma alrededor de cinco años de práctica para ser aprendida, siempre y cuando poseas talento. Eso significa que Wenias ahora tiene la fuerza necesaria para repeler a los Caballeros si van por ellos.
Es peor aún, el hecho de que Wenias está situado en el centro del continente, lo convierte en una parada de descanso para los viajeros de todas las naciones y un centro de la diplomacia. Ningún país aceptaría la guerra en Wenias, de modo que ni siquiera la Iglesia podría atacar descuidadamente.
—Así que así están las cosas... entonces si voy a Wenias, ¿puedo aprender esta Magia también?
—Es una cuestión de posibilidad... pero probablemente no para ti. Simplemente no te ves como un hechicero místico.
— ¿Qué dijiste? –Un hombre exclamó, y durante un rato hubo risas. Luego, la conversación volvió a los asuntos comerciales.
Miré de nuevo la carta.
"¿Cómo va su investigación de la magia?" preguntó Albus.
"No hay progreso en absoluto", sería mi respuesta. Los rumores sobre lo que había sucedido en Wenias se estaban propagando como la  pólvora, pero no había oído nada acerca de incidentes relacionados con la magia en ninguna otra nación.
La magia era una técnica recién nacida. Era práctica, pero también podía ser usado para innumerables malas acciones, y aquellos con la capacidad de contrarrestarlo eran pocos. Por lo tanto, si alguien que había aprendido a usar la magia salió de Wenias e hizo algo grande, nadie hubiese sido capaz de detenerlo.
Es por eso que nosotros, que sabíamos más o menos una manera de tratar con ellos, se suponía que investigaríamos incidentes resultantes del uso de la magia. Sin embargo…
— ¿Qué piensas, señorita Bruja? Incluso con las habilidades de recolección de inteligencia de Wenias, el centro de la diplomacia, todavía no tienen nada. No podemos hacer esto sólo nosotros dos...   –Comenté, alzando la cabeza. 
Mirando lo que parecía ser una mujer encapuchada en plena batalla con el caparazón de un camarón gigante.
Esta mujer, Zero, era mi empleadora. Un verdadero dolor de cabeza, y la bruja que había escrito el libro milagroso que podía conceder a uno el poder de controlar el mundo.
Su apariencia gozaba de una belleza inigualable, desde su pelo plateado que fluía hasta su cintura, hasta su piel más clara que la nieve y sus curiosos ojos de amatista. Mirar directamente a su rostro exigía audacia, incluso la mía, su guardaespaldas. Su capucha ocultaba la mitad de su cara, pero sus labios eran mucho más que suficientes para expresar el resto de su atractivo.
Zero destrozó la cáscara del camarón, que había sido dividida usando una piedra, y hundió sus dientes en la carne expuesta del crustáceo
Esta mujer. No me hizo caso mientras leía la carta de Albus, ¿verdad?
Sentí un poco de rabia mientras la observaba felizmente llenar su rostro con camarones, así que le arrebaté el camarón de sus manos, arrojándolo todo a mi boca.
Aplasté la concha restante de la cabeza entre los dientes especializados que poseía como una bestia depredadora, y disfrutaba del sabor dulce de los mariscos que se destilaba de la tierna carne del camarón. Hm, sabe genial.
El camarón entero desapareció por mi garganta en sólo un momento. Zero, que estaba completamente aturdida, se volvió pálida y se puso de pie.
— ¡Mi... Mi hierba-cocido al vapor,  la salsa de frutas cubierta de Kelzus! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué me lo quitas... por qué?! ¡¿Cuánto tiempo crees que esperé para que el vapor pasase correctamente a través de él?! ¿Por qué eres tan cruel, Mercenario? ¡¿Qué hice para merecer esto?!
—…Yo vi un camarón. Me lo comí. ¿Qué más razón necesito?
— ¡Tú…! ¡Tú despiadado, bestia monstruosa!
—Oye, bruja. Acabas de cruzar la línea justo ahí. Hay cosas que realmente no debes decir en este mundo, y esa es una de ellas.
*Mmh*, Zero me lanzó una mirada seria.
En la imagen reflejada en sus iris violetas, vi, tal como ella dijo, a un animal.
Mi cabeza era la de una bestia carnívora, y mi cuerpo estaba cubierto de pelo. Mis gigantescas manos tenían garras, que, al ser afiladas, podían rasgar sin esfuerzo a un humano en dos.
Un monstruo medio hombre, medio bestia—un caído.
Eso era yo.
Los caídos eran símbolos de la indecencia, eran vistos como salvajes y conflictivos. Como tal, nos temían por todo el mundo. Pero, bueno, sería difícil no tener miedo cerca de un monstruo que podría aplastar la cabeza de un hombre con las manos desnudas.
Incluso en un comedor lleno de viajeros, había una zona desolada de mesas desocupadas a mí alrededor.
Para los seres humanos normales, probablemente sentiría lo mismo que tener una comida con una cucaracha repugnante o algo así. En el momento en que entré en el restaurante, toda la conversación en el vestíbulo cesó. Sólo después de que todo el mundo había confirmado que era un caído con buenas intenciones, que sólo estaba ahí para comer, volvieron a hablar poco a poco. A partir de ahora el comedor había recuperado su vivacidad, pero un tinte de tensión se mantuvo.
De vez en cuando, mezclados entre el bullicio, escuchaba quejas como: "¿por qué hay un caído comiendo con nosotros?..." pero yo actuaba como si no hubiera oído nada. Esos bocazas probablemente pensaron que eran lo suficientemente discretos, y además, no tendría fin si trataba de mirarlos uno a uno.
En verdad, yo era un mercenario, y había matado a muchos, muchos humanos por dinero. Los únicos humanos que me mirarían favorablemente serían compañeros asesinos.
Aun así, yo era una persona tímida, apenas me ganaba la vida por mí mismo. Tenía una sangrienta línea de trabajo, habiendo nacido como un monstruo, pero me gustaba cocinar como un hobby, y mi sueño era abrir una pequeña taberna en alguna parte, pero ese sueño nunca se iba a hacer realidad. Además, ¿quién iría a una taberna donde el tabernero era un caído? Incluso yo no lo haría.
…Pero Zero dijo que podía convertirme en un humano normal.
Y así, ella y yo comenzamos nuestro acuerdo mutuo.
Las brujas son el mal de este mundo, y están en constante peligro de ser ejecutadas, siendo quemadas en la hoguera. A cambio de que la protegiera de esos peligros, Zero algún día me haría humano.
Este 'algún día' era ridículamente vago en referencia a cuándo, pero... de todos modos, Zero había gastado una gran cantidad de poder mágico arreglando el desastre causado por su hermano, Trece. Por lo tanto, ella  ya no tenía la fuerza suficiente para convertirme en un humano por ahora.
Y gracias a que mi cuerpo fue poseído por un demonio por un tiempo, el alma de la bestia dentro de mi cuerpo se adhirió más fuertemente a la mía, o algo así, y por tanto ahora se requería aún más poder mágico para hacerlo.
Decidí seguir protegiendo a Zero, esperando que su magia se recuperara lo suficiente durante nuestro viaje, pero ¿cuándo será eso?
Los mercenarios eran nómadas que viajaban de campo de batalla en campo de batalla de todos modos, así que en este punto, tener una bruja que me siguiera en un viaje no me planteaba ninguna dificultad. Yo estaba bien con ella, bueno casi.
Si había un problema, sin embargo, era que Zero carecía de cualquier atisbo de sentido común sobre lo normal en la sociedad.
Por ejemplo, incluso si fuera cierto, llamar a un caído un monstruo en su cara, podría resultar en un baño de sangre. Mantuve mi compostura caballerosa y reprendí a Zero, con lo cual ella inclinó la cabeza como preocupada.
—Ya veo. Lo siento, Mercenario. No quería hacerte enojar. Yo simplemente…
—No, no estoy enojado. Me sentí un poco herido-
—Por decir la verdad.
—Retiro lo dicho. Ahora mismo estoy enloqueciendo.
Empujé la carta de Albus en la cara solemne de Zero.
— ¡E-espera! ¡¿Qué es esto?! No puedo comer ahora, ¿no?
—Es una carta de esa mocosa. No hay noticias de los magos que salieron de Wenias.
Zero inclinó la cabeza hacia atrás, forcejeando durante un rato, antes de arrancar la carta de su rostro en un esfuerzo por escapar de mi mano.
—Ahora tengo tinta en la cara. – Gruñó Zero, echando un vistazo al contenido de la carta. Luego, con cara de aburrida, sopló las letras inscritas en el pergamino.
Con un susurro, las letras perdieron su forma y desaparecieron.
Woah... mierd— notarán que es una bruja.
Actué como si no hubiese visto nada fuera de lo común.
Afortunadamente, parecía que nadie se había dado cuenta. No sería nada bueno causar una conmoción y poner toda la atención sobre nosotros mismos.
—Bien, esto es más o menos lo que me esperaba. De hecho hemos obtenido más de lo esperado.
— ¿Obtenido?
¿Qué era lo que había "obtenido" de la carta de Albus?
No habíamos recibido ninguna información en concreto, mucho menos sabíamos que informes eran rumores falsos y cuáles eran los verdaderos. Había incluso tantos rumores ridículos esparcidos como que un manual mágico, el Libro de Zero que en realidad estaba en posesión de Albus, estaba puesto a la venta.
No había mucha información en absoluto que se pudiera extraer de la carta, o al menos eso era lo que yo pensaba.
—La transcripción que se estaba haciendo desapareció. –Dijo Zero abruptamente y de manera muy seria.
La transcripción, es decir, una copia del libro hecha para el duplicado de una obra original.
Si la transcripción del Libro de Zero hubiera sido completada, entonces, aunque Albus poseyera el texto genuino, el artículo transcripto todavía podría ser vendido en el mercado.
Sin embargo, Albus había escrito en su carta que "la transcripción era un trabajo en progreso, pero la información en él se volvió turbia durante su escritura." ¿No quiere decir eso que no podría existir?
Cuando le pregunté a Zero, ella inclinó la cabeza frustrada.
—Incluso sin terminar, el libro sería más que suficiente para representar una amenaza para el mundo. Creo que ya te he explicado que simplemente la primera página podría destruir el mundo. Más bien es la noción de magia introducida en la primera página lo que en realidad importa. Una vez que el concepto se hace claro y preciso…
Zero sacudió su cabeza con gravedad y lanzó un pesado suspiro.
—Es natural asumir que alguien se lo llevó. Esa niña es demasiado optimista.
—Claro… si lo pones como 'Documentos sobre un arma que se estuvo desarrollando durante la guerra que luego desapareció por completo', eso sería un gran problema para el país... pero ¿y si alguien lo destruyó? Eso tendría sentido, no querrían que saliera. Creo que eso es más probable que la posibilidad de que alguien lo haya robado.
—Eres demasiado optimista. –Zero declaró rotundamente.
Básicamente fuimos donde Zero quería ir y visitamos las cosas que ella quería ver. Sin embargo, desde el principio, el objetivo de Zero era resolver los problemas causados por la magia que ella había inventado.
Ella probablemente se sentía responsable como la persona que había inventado la técnica y de ser la encargada de resolver los problemas causados por la misma.
En serio… no hay nada más tonto que eso.
No pensé que el inventor de un método fuera también el responsable de las personas que lo utilizaban mal. ¿Es culpa del herrero si un cuchillo que forjó es utilizado por un criminal para cometer un asesinato? ¿O tal vez la culpa es de la persona que inventó el modo de refinar el hierro? Qué absurdo.
Sin embargo, cuando le dije a Zero lo que pensaba, ella insistió en que "esto es diferente", y se negó a ceder. Siempre era tan despreocupada, pero siempre que la magia aparecía, se tensaba instantáneamente tan rígida como una tabla.
Con esa actitud, Zero probablemente vio hablar de una transcripción como una información que era imposible pasar por alto.
—Creo que es estúpido preocuparse de que la transcripción sea robada o mal utilizada cuando ni siquiera tenemos pruebas de que existe. Además, ¿no piensas que estás siendo demasiada pesimista?
—No. Uno siempre debe considerar el peor resultado posible al hacer un movimiento. Cualquiera que haya visto el ejemplo de Trece podría imaginarlo, si alguien se llevará el Libro de Zero fuera del país, ese alguien podría formar un nuevo Culto de Zero y tomar otra nación. Sabemos que había una copia en curso, pero no su paradero actual. Por lo tanto, es apropiado suponer que se la han llevado.
—Tal vez…
El néctar del poder era seductor, y había muchos patanes.
Mientras la copia del Libro de Zero permaneciera perdida, no importaba cuántos magos fueran purgados, un nuevo mago nacería en algún otro lugar. Incluso si, en primer lugar, la transcripción nunca existiera, habría quienes viajarían para tener ese libro imaginario.
Era una situación interminable, tanto si la copia existiera o no.
—Esto es tan jodidamente molesto. Ya no quiero protegerte.
— ¿Huh...así que vas a? –Preguntó Zero con una expresión en blanco.
— ¡Ni loco! Me he decidido a conseguir mi recompensa por el trabajo de escolta que he hecho. Voy a seguir escoltándote hasta el día en que me hagas humano.
Se suponía que Zero debía hacerme humano como compensación por protegerla en medio del desastre que había ocurrido en Wenias. Hasta que recibiera esa compensación, en otras palabras, hasta que volviera a ser humano, nunca iba a separarme de Zero.
Por cierto, Zero me había pagado por adelantado por el trabajo de guardaespaldas que estaba haciendo ahora, usando algunas de las piedras preciosas que llevaba. Si los cambiaba por dinero, podría tener suficiente para vivir cómodamente durante muchos años.
Era un trabajo bien pagado, pero...
Zero soltó una risita.
—Aun así, me proteges porque quieres. De hecho, no tienes ninguna intención real de dejar tu trabajo. Quieres estar a mi lado. –Alardeó Zero.
¿De dónde surgió esta confianza? ¿Era por su rostro? Por eso odio a las mujeres hermosas. Fruncí el frente, y Zero dejó de reír para mirar el plato en su mano.
—Bueno... aunque puedo decir eso, no quiero ligarte a mí innecesariamente. Escribí el Libro de Zero y traje el caos al mundo. Soy responsable de esto, y es mi deber anularlo. Es una pesada carga…
Siempre tan arrogante y orgullosa, Zero ahora se sentó desplomada y sus ojos estaban abatidos. Me sorprendió lo diminuta que era.
—Por eso tengo la intención de pagar mis cuotas sin demora. Una vez que lo haga, serás verdaderamente libre. Ya no necesitarás seguir siendo mi protector, y podrás ir donde quieras para cumplir tus sueños. Es por eso que…
—Woah ahí, lo tengo-
— ¡Es por eso, que antes de que ocurra, debo hacerte un esclavo de mi encanto y no podrás resistirte, suplicando ser mi compañero!
Así que ella es ese tipo de mujer, eh. Está bien. Sabía que no era del tipo que se deprime. Parecía que estaba tomando una decisión que significaba la vida o la muerte de una nación, pero en realidad estaba escupiendo una estupidez absoluta. Desvié mi mirada de Zero, y tomé un sorbo de mi vaso.
Las brujas eran todas unas interesadas, y tomarían las acciones más beneficiosas para ellas mismas.
Cuando hablaba de responsabilidad y deber, incluso cuando dijo que haría algo por el caos que la magia había causado, ella no quiso decir que lo haría por el bien del mundo. Zero lo hacía porque no podía evitarlo.
De verdad, palabras como "responsabilidad" y "deber" estaban más allá de mi vocabulario. Por un lado, odiar caminar por su cuenta, pero por otro, dispuesta a emprender un duro viaje a través de algo tan vago como la responsabilidad… por eso las formas de vida conocidas como brujas eran incomprensibles para mí.
—Dejando de lado las bromas, primero debemos recuperar la copia del Libro de Zero. Si llega al mercado, será nada menos que un círculo vicioso.
—Todavía no tenemos idea de dónde está, aunque... no sabemos si existe en primer lugar.
— ¿No confías en mí? –Preguntó Zero. Le di una respuesta incómoda, crucé mis brazos y miré hacia arriba el techo manchado.
—De acuerdo con la carta de la mocosa, hay cosas que suceden por todas partes, grandes y pequeñas, que podrían haber tenido algo que ver con la magia. Si realmente hay una copia allí, entonces es probablemente que sea en algún lado de esos lugares. Sin embargo, tomaría demasiado tiempo visitar cada uno.
—Entonces lo mejor que podemos hacer es decirle a la niña, que empiece una investigación exhaustiva de la copia. Si hay informes de que se vende, debería ser posible descubrir dónde y cómo se vendió, y los involucrados. Al mismo tiempo, procederemos con nuestra propia investigación.
Aquí, en la República de Cleión, había puertos.
Si Wenias era el centro de las rutas por tierra, entonces la República de Cleión era el centro de las rutas marítimas. Era un juego de niños reunir rumores de varias tierras desde aquí, y por lo tanto, lo habíamos hecho nuestro destino por el momento.
Nuestro objetivo era la ciudad portuaria más grande de la República, Edeabelna. [1]
⧫⧫⧫⧫
—Llegaríamos a Edeabelna mucho más rápido al atravesar este bosque. Claro, tendríamos que pasar sin perder el tiempo, pero…
Mientras hablaba, oí el ruido de las ruedas de un carro y un caballo relinchando a través del alboroto de la cafetería.
Ya estaba oscuro fuera de la ventana. Una posada barata como está, incluso para lo corriente que era, probablemente parecía un paraíso absoluto para cualquier viajero que se había resignado a acampar fuera por la noche.
Incluso entonces, el carro parecía ir demasiado rápido para un camino de grava por la noche.
Reflexionando, miré por la ventana.
Un momento después, el carro se estrelló a través de la débil pared de madera. Me enviaron volando por el aire, partiendo la mesa de otro cliente antes de caer al suelo.
¿…Estaba muerto?
Un líquido tibio se filtraba desde algún lugar, cubriendo mi cuerpo.
¿Podría ser mi sangre? Si es así, era una cantidad espantosa de sangre.
Fue una vida inesperadamente corta. Al final morí antes de llegar a ser humano de nuevo. Pensando en ello, fue toda una vida plagada de guerra, aunque fue divertido por un corto tiempo cerca del final—
El líquido se adentró en mi boca.
De repente fui asaltado por el rico aroma de leche mezclado con el Umami de verduras. …Huh. Así que esto no era sangre, sino sopa de crema de alguna cena.
— ¡Mercenario! Mercenario, ¿estás bien? Ah, te ves tan delicioso... ¡¿Podría ser la llamada comida pre-preparada de la que he oído hablar?!
— ¡No!
Parecía que Zero había evitado la trayectoria de la carreta. Ella se apresuró a verme mientras hacía comentarios irrelevantes.
Cuando grité por instinto, mi sensación de dolor poco a poco comenzó a regresar.
Parecían que eran sólo unos ligeros moretones. Como se podría esperar de un caído. Nuestra resistencia fue sobradamente establecida. Zero pareció aliviada mientras respondía, aunque su rostro se veía triste, en su mano aún tenía un plato de comida y una cuchara de madera.
Cuando el carro se estrelló, probablemente se había hechadoo a un lado mientras protegía el plato. Aunque no tenía ninguna razón real para culparla, algo de eso me dejó pasmado.
Entonces, desde algún lugar del patio de comida llegó un grito tenso.
— ¡Es un niño!
En el momento en que la palabra "niño" entró en la conversación, generó una tensión inusual.
Olvidé mi dolor mientras me levantaba y miraba el carro, que había volcado.
Cerca había un niño, presumiblemente lanzado desde el vehículo. El chico era delgado y larguirucho, con una complexión física pequeña, tendría alrededor de diez años de edad como máximo. No había ningún niño en las cercanías, por lo que el chico debe haber venido del carro.
La piel del niño era de un tostado apagado, moteado de sangre. Se retorcía y luchaba, rasgando el suelo.
Sin embargo, al lado había un caballo agitado. Si se hubiese levantado ahora, sin duda sería pateado hasta la muerte.
Inmediatamente empecé a correr.
Además de mí, un caído, no había nadie más que pudiera ayudar al niño a escapar del peligro sin espantar al caballo.
Cuando recogí al niño en mis brazos, el caballo se alzó aterrorizado. Se volvía cada vez más frenético cuanto más me acercaba yo, un caído. Me quedé quieto, pero su inquebrantable casco rozó mi cabeza, y la sangre voló en el aire.
Seguí alejándome del caballo mientras mantenía mi postura, y al niño en mis brazos.
El chico estaba débil y no se movía.
La sangre fluía de su cabeza, y un fragmento de madera sobresalía de su hombro.
— ¡Hey! ¡¿Hay algún medico en la sala?! ¡Este chico está seriamente herido!   –Gritando, miré alrededor de la cafetería. Sin embargo, me veía en el papel de una bestia carnívora. No importaba cuál fuera la situación, cada vez que levantaba mi voz, los humanos normales se asustarían y retrocederían.
…Nadie vino a ayudarme.
Fallé. Debería haberme ocupado de mis propios asuntos.
¿Todavía había tiempo para dejar al niño aquí y salir del comedor? Me preguntaba si alguien lo ayudaría si lo hiciera, pero si tuviéramos tiempo para eso, entonces hacerlo sería más rápido.
Los primeros auxilios fueron lo primero que aprendí en el campo de batalla, pero debería ser mejor que nada.
— ¡Toma una pata de esa silla! ¡Detendré el sangrado!
Dando órdenes a Zero, puse al niño en el suelo. Al rasgar su ropa manchada de sangre, hice vendajes para sus heridas. Tomé el palo de madera con la que Zero se acercó hacia mí, la coloqué sobre una herida y la sujeté con un vendaje. Cuando le di la vuelta, gritó con dolor.
—Voy a llevar al niño a nuestra habitación… ¿puedes ayudarle?
Zero podría curar estas heridas con su magia. Ella asintió.
No obstante, el día en que te haga humano se hará más distante…
—Está bien. Tengo tiempo. Él no tiene ninguno.
Una vez más me moví para levantar el cuerpo postrado del niño, insertando mis manos debajo de sus rodillas y detrás de su cuello para apalancar.
Pero entonces, de la multitud que nos rodeaba, que había estado observando desde lejos, vino un hombre.
Un manto negro lo cubría, y en su mano izquierda había una bolsa negra vieja. Le faltaban el dedo pequeño y anular de la mano. Mirando las cicatrices desfiguradas, parecía que sus dedos habían sido arrancados por algún animal.
— ¿Y tú eres…?
El hombre se había puesto de rodillas para examinar las heridas del niño, pero alzó la cabeza ante mi voz.
—Soy médico. Mis disculpas por tardar tanto. Tenía miedo por ver a un caído.
El hombre que se había llamado médico se volvió hacia la multitud y alzó la voz.
— ¡¿Qué están esperando?! ¡Aquí hay heridos! Todos somos doctores, ¡¿no?!
¿…Somos?
Apenas tuve tiempo para interpretar sus palabras antes de que lo entendiera.
—...Parece que hay demasiados.
Salieron corriendo de la multitud con bolsas negras en la mano unos cuantos hombres con túnicas negras, diciendo que eran médicos. Había fácilmente más de diez de ellos.
Varios llevaron al niño de mis brazos a una mesa vacía y se dispusieron a tratarlo. El resto se esparció por la cafetería, buscando más heridos y encargándose de cada uno.
— ¿Los médicos han estado viajando en masa recientemente?            –Murmuró Zero, aturdida.
No lo creía, pero no podía pensar en otra explicación para este fenómeno.
…Antes de que me diera cuenta, el comedor estaba lleno de médicos.


1.- Hermit: Según el grupo inglés la pronunciación seria “Ee-deya-belna”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario