El sacerdote vagamente dirigió su mirada,
oculta por le venda, hacía Zero y murmuró un torpe "gracias".
Después, Zero se giró hacia la Santa.
—Santa. ¿Por qué los bandidos no te
mataron de inmediato? Te llamaron bruja, y dijeron cosas como que te matarían
por diversión… pero sigues viva.
Quizás fuese mejor preguntarle eso
directamente a los bandidos, pero ellos sabían que hablar mal de la Santa con
el sacerdote delante seria asegurar su sentencia de muerte, así que no me podía
imaginar que confesasen. No sabíamos si estaban mintiendo o no, y ya que
llamaron a la Santa "bruja", no me esperaría de ellos que hablasen
alegremente.
Frunciendo el ceño, la Santa negó con la
cabeza.
—No lo sé, pero… dijeron que irían al
fuerte de Lotus[1].
— ¿El "fuerte de Lotus"?
—Es una antigua fortaleza. Está muy
cerca de la ciudad sagrada. Es un edificio histórico, pero en algún momento,
los criminales lo convirtieron en su hogar…
—Lo más probable sea que querían
encarcelarla en el fuerte para exigir un rescate. Mi señora tiene miembros
influyentes en la República de Cleión entre sus fieles. No tendrían reparos en
pagar una fortuna por salvarla.
El clérigo interrumpió con una
explicación aparentemente legítima.
Después de todo, la Santa podía sanar
cualquier herida y curar cualquier clase de enfermedad. Los adinerados pagarían
cualquier cuantía con tal de mantener esa panacea[2].
—…Si me disculpa, Santa.
Zero, aún con la capucha puesta, encaró
a la Santa. Y la Santa también miró a Zero a la cara, escondida por su capucha.
— ¿Dónde… aprendió a realizar milagros?
En
un instante, ella había abordado el tema principal. La Santa dejó escapar un
superficial suspiro.
—Um… yo…
—Los poderes curativos de mi señora son
un milagro divino. Un milagro no es algo que se pueda aprender, señorita.
El clérigo se interpuso en la
conversación entre Zero y la Santa con una voz gentil, e incluso placentera,
completamente diferente a la voz que pone cuando me habla a mí. Habló como si
le estuviera enseñando algo a un niño despistado, algo similar a la manera en
la que Zero se comporta conmigo. Zero respondió en un tono que claramente
mostraba su desagrado ante la actitud del sacerdote.
— ¿Entonces ella simplemente se despertó
un día con la habilidad de curar heridas y enfermedades?
—Un milagro es algo que se tiene conciencia
de ello por primera vez cuando se revela por sí mismo. Incluso si uno nace con
un milagro, solo se manifestará cuando uno verdaderamente necesite la ayuda de
Dios.
Cuando el sacerdote asintió
solemnemente, Zero lo miró como si viese algo desconcertante.
— ¿Entonces crees en los milagros de la
Santa sin razón alguna? Si, escuche que hay documentos de milagros divinos
registrados en varios lugares, ¿pero no se decía que la mayoría de ellos eran
fraudes? Como brujas pretendiendo realizar milagros, o humanos sin poderes
especiales usando trucos para falsificar uno… los milagros hoy día son lo
mismo.
—…Ya veo. Aún eres joven, sin embargo,
pareces saber mucho sobre muchas cosas. Es innegable que hay muchos farsantes,
eso es verdad. Aunque sean bastantes los que hay, realmente existen verdaderos
milagros divinos. Como un árbitro de Dea Ignis, es mi deber encontrarlos.
— ¿Entonces que es un "milagro
divino", padre? Un milagro divino… y la hechicería de las brujas. ¿Cuál es
la diferencia?
El sacerdote se detuvo en seco.
Naturalmente, todos los demás dejaron de
caminar. Zero y el clérigo estaban cara a cara pero al menos no había tensión
entre ellos.
Zero preguntó por pura curiosidad, y el
sacerdote lo comprendió.
— ¿Cree en los milagros, señorita?
—No estoy en posición de creer en ellos.
–Frunció el ceño Zero.
—No sé lo que es un milagro. No sé a qué
llamar un milagro, ni como reconocerlo. ¿Cómo distinguir entre brujas y santos?
No son unos criterios lo que busco. Simplemente lo sé.
— ¿Lo sabes? ¿Sin ninguna base para ese
conocimiento?
Una sonrisa amable se dibujó en el
rostro del sacerdote. Se le veía como si estuviera tratando con un niño curioso
que quería saberlo todo.
—Algún día, en algún momento tú también
lo comprenderás. Todo empieza con la fe. Dios no le tiende su mano a aquellos
que alberguen duda. Sin embargo, es peligroso para una mujer el viajar sola,
pero viajar con un caído, es comprensible que uno sea manchado por pensamientos
depravados. Debe estar comprometida en alguna clase de situación difícil. Si
hay algo que yo pueda hacer, haré todo lo que me sea posible para ayudarla.
—No hay ninguna situación. Simplemente
deseaba estar con Mercenario, y por eso estoy con él. –Respondió Zero sin titubear,
y como parecía estar cansada de la conversación, comenzó a caminar de nuevo a
paso rápido.
⧫⧫⧫⧫
Poco después, salimos del bosque. Una
vez que alcanzamos el lugar donde estábamos acampando, Theo bajó del árbol de
un salto, del mismo árbol en el que se escondió cuando nos separamos.
— ¡Zero! ¡Viejo! Sois lentos, ¡¿no
creéis?! ¡Empezaba a pensar que me habíais abandonado!
—Claro que no. Si planeásemos dejarte
atrás, desde un principio no te habríamos elegido.
—Supongo… pero vamos, comprende cómo se
siente un niño.
De pronto, Theo apartó la mirada.
La Santa, el sacerdote y los bandidos
estaban detrás de él, y cuando los vio, la expresión de Theo cambió.
Tenía una expresión de quedarse impactado.
Y de miedo.
— ¡…Tú! –Lloró
la Santa, y Theo se sobre saltó.
Incapaz de auto controlarse, Theo
retrocedió. La Santa corría tras él, y abrazó fuertemente al chico escuálido.
Al ver a Theo, los ojos de los ladrones se abrieron de par en par e intercambiaron
miradas.
¿Qué?
Parece que ocurrió algo, pero…
— ¡¿No estas herido, verdad…?! Ah, gracias a la
Diosa. ¡Creía que los bandidos te
mataron…!
—Uh, yo…
Un sonido de ahogarse salió de la
garganta de Theo, y todo su cuerpo se puso rígido.
Esto era muy raro.
— ¿Conoces a Theo?
—Él es el chico del que hablé antes.
Aquel que apareció ante el carruaje…
Entonces me percaté.
Así
que Theo estaba trabajando para esos ladrones, huh.
Él pretendió desmayarse delante del
carro para hacer que se detenga, y que así los bandidos pudieran atacar. Cuando
la pelea empezase un niño como Theo no sería de utilidad, por lo que su trabajo
fuese seguramente adueñarse del vehículo y huir.
Y después, incapaz de controlarlo, acabó
estrellándose contra la posada.
Theo me miró suplicante. Probablemente
se dio cuenta de que había adivinado lo que había sucedido.
No
te preocupes. No soy tan idiota como para descubrir tu tapadera y hacer las
cosas innecesariamente más difíciles.
— ¿Estas herido en alguna parte? Te
desmayaste porque no te encontrabas bien, ¿verdad? ¿Estas personas te ayudaron?
¡Ah… gracias al señor!
—Mi señora, por favor espere. Es común
que los bandidos usen niños como distracción para asaltar carruajes. Este chico
también podría…
Como esperaba del sacerdote. Antes, él
estaba hablando de fe esto, fe lo otro, y ahora no vacilaba en poner en duda a
un niño inocente. No se podía confiar en los clérigos.
— ¿Cómo demonios podría un niño tan
flacucho como este hacer algo como eso? Dices eso porque no puedes verlo, pero
quítate la venda
de los ojos y mírale. Es solo piel y
huesos, podrías aplastarlo hasta matarlo con solo una mano.
Le eche una mano a Theo para ayudarlo
por ahora. El sacerdote soltó un suspiro de asombro.
—No importa si es delgado o si es un
niño. Si hay maldad en su interior debe ser juzgado. Lo que importa es el
corazón, la edad y la apariencia física son meramente los contenedores.
— ¿Huuuh? Pero oye, me trataste como un
despojo solo porque era un caído, ¿cierto?
—Eso es porque las bestias no son
humanos.
—Oooh, con que es así…
Ya
veo. Él estaba siendo meticuloso. Casi algo
estimulante.[3]
—Padre. –La Santa aturdida le regañó,
pero aún así no dio señales de disculparse.
—Incluso si fuese así. Digamos que Theo
estaba trabajando para los bandidos. Si un árbitro de Dea Ignis no puede
proteger a un santo de un niño, tiene que ser bastante inútil, ¿verdad?
—Tú, bestia de lengua plateada.
Parecía como si hubiera matado
claramente el estado de ánimo, pero pude ver que me había pinchado lo
suficiente por su falta de réplica.
Aprovechando la oportunidad de ese
momento de silencio.
—Yo… ¡Lo siento mucho!
La voz aguda de Theo resonó.
— ¡Iba de camino a la posada por algunos
extraños encargos de mi jefe en la herrería, pero no me dejo comer nada antes
de ir, así que estaba tan hambriento que no me podía mover…! ¡Entonces un grupo
de ladrones apareció… y me asusté… yo… yo pensé que estaba muerto, pero allí
había un carruaje, así que lo tomé para escapar…! ¡Pensé en pedir ayuda, pero
el caballo se volvió loco… yo…!
Las mentiras fluían de él tan suavemente
como un río. Aun así, está un poco demasiado
forzado, Theo. Desde las lágrimas que brillan en las comisuras de tus ojos,
hasta tu expresión de miedo, la sobreactuación solo te hace sospechar.
O al menos eso pensaba yo, pero…
—…Pobre chico… –Murmuro la Santa. Me
quede helado. No es posi-
—Debiste de estar muy asustado, ¿no es
cierto? ¡Todo está bien, no estoy enfadada contigo!
Ella realmente se lo trago, esta mujer.
Entonces…
— ¡O Señor…! ¡Se lo ruego, por favor
perdone mi ser manchado por dudar de este niño inocente...! No llores, chico.
¡No hay nada más alegre que el hecho de que estés aquí, sano y salvo...!
¡¿Tú
también?! ¡¡Tienes que estar de broma!!
—Esta Santa… y este sacerdote… ¡Así es
como son ellos!
Me estremecí y me quedé pálido.
Esa
era una excusa muy obvia da igual como lo veas. ¿Cómo os la podéis creeré
vosotros dos?
No,
con la Santa tiene sentido. Lo comprendo. Pero padre, ¿cómo te puedes creer
eso? Eres un miembro del más aterrador escuadrón de asesinos de la iglesia, Dea
Ignis.
Sentí miedo hacia la Santa y el
sacerdote, ya que no podía entenderlos.
—Mercenario… ¿por qué se me está
poniendo la piel de gallina?
—A eso se le llama miedo. Yo empecé a
sentir un sarpullido en la base de la cola también ahora, no se puede hacer
nada al respecto…
Ellos tres se estaban abrazando entre
ellos, todos llorando por la emoción… un llanto falso. Miré a la sirvienta de
la Santa, quien estaba al lado de Zero y mirando a esos tres con una mirada
distante en sus ojos.
— ¿…Ellos son siempre así? Esos dos.
Cuando pregunté conmocionado, la
sirvienta me miró con una expresión de sorpresa.
Ella probablemente no se esperaba que le
hablase a ella. Hay muchas personas entre los humanos quienes piensan que los
caídos no pueden hablar el lenguaje humano.
¿Acaso la asusté? Me equivoqué.
Hubiera sido mejor que me hubiese
ignorado, pero tras vacilar un momento, ella bajó la mirada y murmuró una
respuesta.
—…Siempre. Son muy amables.
—Son más que 'amables', ¿están bien de
la cabeza…? Lo veas como lo veas, el mocoso es sospechoso.
—Sospechad un poco.
–Murmuré, y la sirvienta se encogió de hombros levemente. Puede que se
estuviese riendo.
En cierto sentido, esta mujer era casi
de mi tipo. Bueno, ya que el sacerdote y la Santa eran así, las cosas
probablemente no irían tan bien sin una persona realista cerca.
— ¿Entonces? ¿Qué es lo que vas a hacer
ahora, Santa? ¿Volverás a la ciudad Sagrada? Como dijo Theo, el carruaje está
destrozado y el caballo ahora está en los establos de la posada.
Después de que hablase, la Santa
repentinamente alzo la irada y de forma histérica grito "¡¡Es
cierto!!"
— ¡Debo llegar a Edeabelna…! La carta
decía que era urgente…
De hecho, el señor de Edeabelna había
dicho que su hijo padecía una enfermedad de los pulmones.
Según el mapa, la ciudad santa y
Edeabelna estaban la dirección contraria. Donde nos encontrábamos, estábamos
más cerca de la ciudad santa que de Edeabelna, pero si volvíamos a la ciudad
santa, el señor de Edeabelna tendría mucho por lo que llorar.
—Oh, ¿Qué deberíamos hacer…? Um, ¿cómo
de lejos está esa posada? Tal vez podríamos recuperar nuestro caballo si
fuéramos… o si no, tal vez podríamos al menos tomar un carruaje de la posada…
—Estamos a un día de la posada. Incluso
si vamos, no tienes ninguna prueba de que el caballo sea tuyo, ¿me equivoco? Si
todavía tuvieras el carruaje sería suficiente prueba, pero quedo totalmente
destruido con el impacto.
—No. –La Santa estaba a punto de llorar.
El sacerdote intercedió para apoyarla.
—Ca-caminar hasta Edeabelna desde aquí…
hay muchas colinas altas en el camino, ¡nos tomaría cinco días!
—Volvamos primero a la ciudad. Tomará un
día, al igual que llegar a la posada, pero es seguro que podremos hacernos con
un carruaje. Entonces nos apresuraremos a Edeabelna.
— ¿Pero y si no lo logramos a tiempo…?
Ya vamos un día de retraso. Tardar otro día más… ¡no es más que un niño,
morirá!
—No hay tiempo para preocuparse de esas
cosas. Hay que…
—…Si atraviesas el bosque, en medio día
llegaras a la ciudad en lo que un carro tardará un día entero. También te
acercará a Edeabelna, así que os marcháis ahora podréis llegar por la mañana. Y
a máxima velocidad, puedes llegar a Edeabelna a la mañana siguiente.
Limpiándose sus lágrimas de cocodrilo
con la manga de la camisa, Theo intervino.
—Os puedo guiar. El camino es peligroso,
pero con el viejo…
Las cabezas de los caídos se venden a un
alto precio, por lo cual frecuentemente yo era el objetivo de los bandidos.
Pero por otra parte, también era la
causa de que los ladrones promedios no me atacasen, para cazar a un caído era
necesario una cuidadosa preparación y una cantidad apropiada de resolución.
Aparecerían algunos ladrones expertos,
pero sería capaz de espantar a los más novatos. Si era apropiado o no elegir a
un caído como escolta, eso dependía del momento y la situación, pero por ahora
era una buena elección.
Es probable que Zero no sea asesinada,
incluso si se la abandona, y el sacerdote también es parte de la escolta.
Entonces los que necesitaban protección eran Theo, la Santa y su sirvienta.
Seguramente, con mi presencia seriamos
capaces de cruzar el bosque con relativa seguridad.
Pero…
— ¡Me
niego absolutamente a tener a una bestia como escolta! Yo solo soy
suficiente.
Estaba
claro que un religioso como él diría algo de ese estilo. Pero si él fuese
suficiente protección, para empezar, la Santa no hubiera sido secuestrada.
Vi a Zero tratar de poner en palabras lo
que estaba pensando, y sigilosamente la detuve. La boca de esta bruja solía ser
la fuente del desastre.
—Te llamabas Theo, ¿verdad? ¿Podría
pedirte que seas nuestro guía? Si esa bestia te ha contratado, yo te contrataré
en su lugar.
Oye,
sirviente de dios, cuidado con lo que dices. Yo también puedo sentirme
ofendido.
—No iré si no es con el viejo. Después
de todo, si aparecen más ladrones protegerás a la Santa, ¿no es cierto? Luego a
esa señorita que os acompaña y yo el último.
—No… para mí todos son igua-
— ¿Vas a mentir…?
El sacerdote se estremeció cuando el
niño lo miró con reproche. Del comportamiento del sacerdote, incluso un tonto
podía ver que priorizaría a la Santa ante todos los demás.
La Santa me miró expectante. La
discusión parecía haberse decidido a favor de contratarme a mí también.
Agité mi cola ligeramente, y señalé a
Zero con la punta.
—Mi jefa es esa mujer de allí. No puedo
tomar esa decisión yo solo.
Todos miraron a Zero. Desde el
principio, vinimos a la República de Cleión para investigar sobre la magia. Y
con la posibilidad de que una copia del Libro de Zero hubiera sido sacada de
contrabando, Zero no rechazaría esta petición, especialmente cuando se había
presentado una razón para acercarse a la Santa, que probablemente tenía
vínculos con la magia.
A pesar de eso, Zero actuó como si se lo
estuviese replanteando con un aire de importancia.
— ¿Qué debería hacer ahora…? Tengo mis
propios asuntos, por lo que no puedo acompañar a otros tan a menudo. Me
encantaría ayudar, pero…
— ¡P-por favor ayudadnos! ¡Os compensaré
de cualquier manera que pueda, os lo ruego…!
La Santa miró a Zero con las manos
unidas, como si estuviese orando. Se formó una sonrisa en los labios de Zero,
pateó el suelo al saltar, para al final aterrizar sutilmente sobre mis hombros.
—Está decidido. No soy quien para
rechazar semejante petición. Mi mercenario y yo… ¡aceptamos la misión!
Zero
habló con la mayor condescendencia posible. Como se esperaba de mi empleador.
Ella era la bruja suprema, y en última instancia la más perversa.
La Santa dio un saltito de alegría, y
nos miró a Zero y a mí con unos ojos deslumbrantes.
— ¡Muchas gracias! ¡Realmente lo aprecio
mucho…! Espero con ansias que trabajemos juntos, um… señor ¿Mercenario?
…Ah.
Ese en realidad no es mi nombre.
'Mercenario'
es un oficio, no un nombre.
Bueno…
da igual, la verdad es que los nombres no son importantes para mí.
1.- En inglés <Fort Lotus>
el fuerte de la flor de loto.
2.- Muchos lo
sabrán por videojuegos, es un medicamente capaz de curar muchas enfermedades.
3.- Hermit: Creo
que la explicación que tiene más sentido es que el sacerdote quiere provocarle
para así tener una excusa de matarle en auto defensa.
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