Capítulo 2: La Santa y el Padre.

Parte 4:
El sacerdote vagamente dirigió su mirada, oculta por le venda, hacía Zero y murmuró un torpe "gracias".
Después, Zero se giró hacia la Santa.
—Santa. ¿Por qué los bandidos no te mataron de inmediato? Te llamaron bruja, y dijeron cosas como que te matarían por diversión… pero sigues viva.
Quizás fuese mejor preguntarle eso directamente a los bandidos, pero ellos sabían que hablar mal de la Santa con el sacerdote delante seria asegurar su sentencia de muerte, así que no me podía imaginar que confesasen. No sabíamos si estaban mintiendo o no, y ya que llamaron a la Santa "bruja", no me esperaría de ellos que hablasen alegremente.
Frunciendo el ceño, la Santa negó con la cabeza.
—No lo sé, pero… dijeron que irían al fuerte de Lotus[1].
— ¿El "fuerte de Lotus"?
—Es una antigua fortaleza. Está muy cerca de la ciudad sagrada. Es un edificio histórico, pero en algún momento, los criminales lo convirtieron en su hogar…
—Lo más probable sea que querían encarcelarla en el fuerte para exigir un rescate. Mi señora tiene miembros influyentes en la República de Cleión entre sus fieles. No tendrían reparos en pagar una fortuna por salvarla.
El clérigo interrumpió con una explicación aparentemente legítima.
Después de todo, la Santa podía sanar cualquier herida y curar cualquier clase de enfermedad. Los adinerados pagarían cualquier cuantía con tal de mantener esa panacea[2].
—…Si me disculpa, Santa.
Zero, aún con la capucha puesta, encaró a la Santa. Y la Santa también miró a Zero a la cara, escondida por su capucha.
— ¿Dónde… aprendió a realizar milagros?
 En un instante, ella había abordado el tema principal. La Santa dejó escapar un superficial suspiro.
—Um… yo…
—Los poderes curativos de mi señora son un milagro divino. Un milagro no es algo que se pueda aprender, señorita.
El clérigo se interpuso en la conversación entre Zero y la Santa con una voz gentil, e incluso placentera, completamente diferente a la voz que pone cuando me habla a mí. Habló como si le estuviera enseñando algo a un niño despistado, algo similar a la manera en la que Zero se comporta conmigo. Zero respondió en un tono que claramente mostraba su desagrado ante la actitud del sacerdote.
— ¿Entonces ella simplemente se despertó un día con la habilidad de curar heridas y enfermedades?
—Un milagro es algo que se tiene conciencia de ello por primera vez cuando se revela por sí mismo. Incluso si uno nace con un milagro, solo se manifestará cuando uno verdaderamente necesite la ayuda de Dios.
Cuando el sacerdote asintió solemnemente, Zero lo miró como si viese algo desconcertante.
— ¿Entonces crees en los milagros de la Santa sin razón alguna? Si, escuche que hay documentos de milagros divinos registrados en varios lugares, ¿pero no se decía que la mayoría de ellos eran fraudes? Como brujas pretendiendo realizar milagros, o humanos sin poderes especiales usando trucos para falsificar uno… los milagros hoy día son lo mismo.
—…Ya veo. Aún eres joven, sin embargo, pareces saber mucho sobre muchas cosas. Es innegable que hay muchos farsantes, eso es verdad. Aunque sean bastantes los que hay, realmente existen verdaderos milagros divinos. Como un árbitro de Dea Ignis, es mi deber encontrarlos.
— ¿Entonces que es un "milagro divino", padre? Un milagro divino… y la hechicería de las brujas. ¿Cuál es la diferencia?
El sacerdote se detuvo en seco.
Naturalmente, todos los demás dejaron de caminar. Zero y el clérigo estaban cara a cara pero al menos no había tensión entre ellos.
Zero preguntó por pura curiosidad, y el sacerdote lo comprendió.
— ¿Cree en los milagros, señorita?
—No estoy en posición de creer en ellos. –Frunció el ceño Zero.
—No sé lo que es un milagro. No sé a qué llamar un milagro, ni como reconocerlo. ¿Cómo distinguir entre brujas y santos? No son unos criterios lo que busco. Simplemente lo sé.
— ¿Lo sabes? ¿Sin ninguna base para ese conocimiento?
Una sonrisa amable se dibujó en el rostro del sacerdote. Se le veía como si estuviera tratando con un niño curioso que quería saberlo todo.
—Algún día, en algún momento tú también lo comprenderás. Todo empieza con la fe. Dios no le tiende su mano a aquellos que alberguen duda. Sin embargo, es peligroso para una mujer el viajar sola, pero viajar con un caído, es comprensible que uno sea manchado por pensamientos depravados. Debe estar comprometida en alguna clase de situación difícil. Si hay algo que yo pueda hacer, haré todo lo que me sea posible para ayudarla.
—No hay ninguna situación. Simplemente deseaba estar con Mercenario, y por eso estoy con él. –Respondió Zero sin titubear, y como parecía estar cansada de la conversación, comenzó a caminar de nuevo a paso rápido.
⧫⧫⧫⧫
Poco después, salimos del bosque. Una vez que alcanzamos el lugar donde estábamos acampando, Theo bajó del árbol de un salto, del mismo árbol en el que se escondió cuando nos separamos.
— ¡Zero! ¡Viejo! Sois lentos, ¡¿no creéis?! ¡Empezaba a pensar que me habíais abandonado!
—Claro que no. Si planeásemos dejarte atrás, desde un principio no te habríamos elegido.
—Supongo… pero vamos, comprende cómo se siente un niño.
De pronto, Theo apartó la mirada.
La Santa, el sacerdote y los bandidos estaban detrás de él, y cuando los vio, la expresión de Theo cambió.
Tenía una expresión de quedarse impactado.
Y de miedo.
¡…Tú! –Lloró la Santa, y Theo se sobre saltó.
Incapaz de auto controlarse, Theo retrocedió. La Santa corría tras él, y abrazó fuertemente al chico escuálido. Al ver a Theo, los ojos de los ladrones se abrieron de par en par e intercambiaron miradas.
¿Qué? Parece que ocurrió algo, pero…
¡¿No estas herido, verdad…?! Ah, gracias a la Diosa. ¡Creía que los bandidos te mataron…!
—Uh, yo…
Un sonido de ahogarse salió de la garganta de Theo, y todo su cuerpo se puso rígido.
Esto era muy raro.
— ¿Conoces a Theo?
—Él es el chico del que hablé antes. Aquel que apareció ante el carruaje…
Entonces me percaté.
Así que Theo estaba trabajando para esos ladrones, huh.
Él pretendió desmayarse delante del carro para hacer que se detenga, y que así los bandidos pudieran atacar. Cuando la pelea empezase un niño como Theo no sería de utilidad, por lo que su trabajo fuese seguramente adueñarse del vehículo y huir.
Y después, incapaz de controlarlo, acabó estrellándose contra la posada.
Theo me miró suplicante. Probablemente se dio cuenta de que había adivinado lo que había sucedido.
No te preocupes. No soy tan idiota como para descubrir tu tapadera y hacer las cosas innecesariamente más difíciles.
— ¿Estas herido en alguna parte? Te desmayaste porque no te encontrabas bien, ¿verdad? ¿Estas personas te ayudaron? ¡Ah… gracias al señor!
—Mi señora, por favor espere. Es común que los bandidos usen niños como distracción para asaltar carruajes. Este chico también podría…
Como esperaba del sacerdote. Antes, él estaba hablando de fe esto, fe lo otro, y ahora no vacilaba en poner en duda a un niño inocente. No se podía confiar en los clérigos.
— ¿Cómo demonios podría un niño tan flacucho como este hacer algo como eso? Dices eso porque no puedes verlo, pero quítate la venda
de los ojos y mírale. Es solo piel y huesos, podrías aplastarlo hasta matarlo con solo una mano.
Le eche una mano a Theo para ayudarlo por ahora. El sacerdote soltó un suspiro de asombro.
—No importa si es delgado o si es un niño. Si hay maldad en su interior debe ser juzgado. Lo que importa es el corazón, la edad y la apariencia física son meramente los contenedores.
— ¿Huuuh? Pero oye, me trataste como un despojo solo porque era un caído, ¿cierto?
—Eso es porque las bestias no son humanos.
—Oooh, con que es así…
Ya veo. Él estaba siendo meticuloso. Casi algo estimulante.[3]
—Padre. –La Santa aturdida le regañó, pero aún así no dio señales de disculparse.
—Incluso si fuese así. Digamos que Theo estaba trabajando para los bandidos. Si un árbitro de Dea Ignis no puede proteger a un santo de un niño, tiene que ser bastante inútil, ¿verdad?
—Tú, bestia de lengua plateada.
Parecía como si hubiera matado claramente el estado de ánimo, pero pude ver que me había pinchado lo suficiente por su falta de réplica.
Aprovechando la oportunidad de ese momento de silencio.
—Yo… ¡Lo siento mucho!
La voz aguda de Theo resonó.
— ¡Iba de camino a la posada por algunos extraños encargos de mi jefe en la herrería, pero no me dejo comer nada antes de ir, así que estaba tan hambriento que no me podía mover…! ¡Entonces un grupo de ladrones apareció… y me asusté… yo… yo pensé que estaba muerto, pero allí había un carruaje, así que lo tomé para escapar…! ¡Pensé en pedir ayuda, pero el caballo se volvió loco… yo…!
Las mentiras fluían de él tan suavemente como un río. Aun así, está un poco demasiado forzado, Theo. Desde las lágrimas que brillan en las comisuras de tus ojos, hasta tu expresión de miedo, la sobreactuación solo te hace sospechar.
O al menos eso pensaba yo, pero…
—…Pobre chico… –Murmuro la Santa. Me quede helado. No es posi-
—Debiste de estar muy asustado, ¿no es cierto? ¡Todo está bien, no estoy enfadada contigo!
Ella realmente se lo trago, esta mujer. Entonces…
— ¡O Señor…! ¡Se lo ruego, por favor perdone mi ser manchado por dudar de este niño inocente...! No llores, chico. ¡No hay nada más alegre que el hecho de que estés aquí, sano y salvo...!
¡¿Tú también?! ¡¡Tienes que estar de broma!!
—Esta Santa… y este sacerdote… ¡Así es como son ellos!
Me estremecí y me quedé pálido.
Esa era una excusa muy obvia da igual como lo veas. ¿Cómo os la podéis creeré vosotros dos?
No, con la Santa tiene sentido. Lo comprendo. Pero padre, ¿cómo te puedes creer eso? Eres un miembro del más aterrador escuadrón de asesinos de la iglesia, Dea Ignis.
Sentí miedo hacia la Santa y el sacerdote, ya que no podía entenderlos.
—Mercenario… ¿por qué se me está poniendo la piel de gallina?
—A eso se le llama miedo. Yo empecé a sentir un sarpullido en la base de la cola también ahora, no se puede hacer nada al respecto…
Ellos tres se estaban abrazando entre ellos, todos llorando por la emoción… un llanto falso. Miré a la sirvienta de la Santa, quien estaba al lado de Zero y mirando a esos tres con una mirada distante en sus ojos.
— ¿…Ellos son siempre así? Esos dos.
Cuando pregunté conmocionado, la sirvienta me miró con una expresión de sorpresa.
Ella probablemente no se esperaba que le hablase a ella. Hay muchas personas entre los humanos quienes piensan que los caídos no pueden hablar el lenguaje humano.
¿Acaso la asusté? Me equivoqué.
Hubiera sido mejor que me hubiese ignorado, pero tras vacilar un momento, ella bajó la mirada y murmuró una respuesta.
—…Siempre. Son muy amables.
—Son más que 'amables', ¿están bien de la cabeza…? Lo veas como lo veas, el mocoso es sospechoso.
Sospechad un poco. –Murmuré, y la sirvienta se encogió de hombros levemente. Puede que se estuviese riendo.
En cierto sentido, esta mujer era casi de mi tipo. Bueno, ya que el sacerdote y la Santa eran así, las cosas probablemente no irían tan bien sin una persona realista cerca.
— ¿Entonces? ¿Qué es lo que vas a hacer ahora, Santa? ¿Volverás a la ciudad Sagrada? Como dijo Theo, el carruaje está destrozado y el caballo ahora está en los establos de la posada.
Después de que hablase, la Santa repentinamente alzo la irada y de forma histérica grito "¡¡Es cierto!!"
— ¡Debo llegar a Edeabelna…! La carta decía que era urgente…
De hecho, el señor de Edeabelna había dicho que su hijo padecía una enfermedad de los pulmones.
Según el mapa, la ciudad santa y Edeabelna estaban la dirección contraria. Donde nos encontrábamos, estábamos más cerca de la ciudad santa que de Edeabelna, pero si volvíamos a la ciudad santa, el señor de Edeabelna tendría mucho por lo que llorar.
—Oh, ¿Qué deberíamos hacer…? Um, ¿cómo de lejos está esa posada? Tal vez podríamos recuperar nuestro caballo si fuéramos… o si no, tal vez podríamos al menos tomar un carruaje de la posada…
—Estamos a un día de la posada. Incluso si vamos, no tienes ninguna prueba de que el caballo sea tuyo, ¿me equivoco? Si todavía tuvieras el carruaje sería suficiente prueba, pero quedo totalmente destruido con el impacto.
—No. –La Santa estaba a punto de llorar. El sacerdote intercedió para apoyarla.
—Ca-caminar hasta Edeabelna desde aquí… hay muchas colinas altas en el camino, ¡nos tomaría cinco días!
—Volvamos primero a la ciudad. Tomará un día, al igual que llegar a la posada, pero es seguro que podremos hacernos con un carruaje. Entonces nos apresuraremos a Edeabelna.
— ¿Pero y si no lo logramos a tiempo…? Ya vamos un día de retraso. Tardar otro día más… ¡no es más que un niño, morirá!
—No hay tiempo para preocuparse de esas cosas. Hay que…
—…Si atraviesas el bosque, en medio día llegaras a la ciudad en lo que un carro tardará un día entero. También te acercará a Edeabelna, así que os marcháis ahora podréis llegar por la mañana. Y a máxima velocidad, puedes llegar a Edeabelna a la mañana siguiente.
Limpiándose sus lágrimas de cocodrilo con la manga de la camisa, Theo intervino.
—Os puedo guiar. El camino es peligroso, pero con el viejo…
Las cabezas de los caídos se venden a un alto precio, por lo cual frecuentemente yo era el objetivo de los bandidos.
Pero por otra parte, también era la causa de que los ladrones promedios no me atacasen, para cazar a un caído era necesario una cuidadosa preparación y una cantidad apropiada de resolución.
Aparecerían algunos ladrones expertos, pero sería capaz de espantar a los más novatos. Si era apropiado o no elegir a un caído como escolta, eso dependía del momento y la situación, pero por ahora era una buena elección.
Es probable que Zero no sea asesinada, incluso si se la abandona, y el sacerdote también es parte de la escolta. Entonces los que necesitaban protección eran Theo, la Santa y su sirvienta.
Seguramente, con mi presencia seriamos capaces de cruzar el bosque con relativa seguridad.
Pero…
¡Me niego absolutamente a tener a una bestia como escolta! Yo solo soy suficiente.
Estaba claro que un religioso como él diría algo de ese estilo. Pero si él fuese suficiente protección, para empezar, la Santa no hubiera sido secuestrada.
Vi a Zero tratar de poner en palabras lo que estaba pensando, y sigilosamente la detuve. La boca de esta bruja solía ser la fuente del desastre.
—Te llamabas Theo, ¿verdad? ¿Podría pedirte que seas nuestro guía? Si esa bestia te ha contratado, yo te contrataré en su lugar.
Oye, sirviente de dios, cuidado con lo que dices. Yo también puedo sentirme ofendido.
—No iré si no es con el viejo. Después de todo, si aparecen más ladrones protegerás a la Santa, ¿no es cierto? Luego a esa señorita que os acompaña y yo el último.
—No… para mí todos son igua-
— ¿Vas a mentir…?
El sacerdote se estremeció cuando el niño lo miró con reproche. Del comportamiento del sacerdote, incluso un tonto podía ver que priorizaría a la Santa ante todos los demás.
La Santa me miró expectante. La discusión parecía haberse decidido a favor de contratarme a mí también.
Agité mi cola ligeramente, y señalé a Zero con la punta.
—Mi jefa es esa mujer de allí. No puedo tomar esa decisión yo solo.
Todos miraron a Zero. Desde el principio, vinimos a la República de Cleión para investigar sobre la magia. Y con la posibilidad de que una copia del Libro de Zero hubiera sido sacada de contrabando, Zero no rechazaría esta petición, especialmente cuando se había presentado una razón para acercarse a la Santa, que probablemente tenía vínculos con la magia.
A pesar de eso, Zero actuó como si se lo estuviese replanteando con un aire de importancia.
— ¿Qué debería hacer ahora…? Tengo mis propios asuntos, por lo que no puedo acompañar a otros tan a menudo. Me encantaría ayudar, pero…
— ¡P-por favor ayudadnos! ¡Os compensaré de cualquier manera que pueda, os lo ruego…!
La Santa miró a Zero con las manos unidas, como si estuviese orando. Se formó una sonrisa en los labios de Zero, pateó el suelo al saltar, para al final aterrizar sutilmente sobre mis hombros.
—Está decidido. No soy quien para rechazar semejante petición. Mi mercenario y yo… ¡aceptamos la misión!
 Zero habló con la mayor condescendencia posible. Como se esperaba de mi empleador. Ella era la bruja suprema, y en última instancia la más perversa.
La Santa dio un saltito de alegría, y nos miró a Zero y a mí con unos ojos deslumbrantes.
— ¡Muchas gracias! ¡Realmente lo aprecio mucho…! Espero con ansias que trabajemos juntos, um… señor ¿Mercenario?
…Ah. Ese en realidad no es mi nombre.
'Mercenario' es un oficio, no un nombre.
Bueno… da igual, la verdad es que los nombres no son importantes para mí.


1.- En inglés <Fort Lotus> el fuerte de la flor de loto.
2.- Muchos lo sabrán por videojuegos, es un medicamente capaz de curar muchas enfermedades.
3.- Hermit: Creo que la explicación que tiene más sentido es que el sacerdote quiere provocarle para así tener una excusa de matarle en auto defensa.

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