Parte 4:
Esta mañana el cielo estaba
despejado, sin ningún indicio de lluvia. Como hizo ayer, Albus caminaba por
delante de nosotros, pero hoy se detenía con mayor frecuencia para decirnos que
nos diésemos prisa.
— ¡Rápido! ¡Cerrarán las
puertas!
En la delantera, un Albus
impaciente agitaba su brazo y gritaba.
Está claro que una ciudad
amurallada tendrá una entrada. Y dicha entrada se bloquea al atardecer, hasta
la mañana siguiente. El sol todavía estaba en su zenit [1]
, y no tardaríamos mucho en llegar a las puertas de la ciudad. No creía
necesario el apresurarnos, pero decidí que sería mejor llegar pronto y encontrar
una posada.
— ¿No vas a acelerar? –Le
pregunté a Zero.
Manteniendo obstinadamente
un ritmo lento, Zero bostezó desinteresada.
—Aborrezco sudar.
—Eh, bueno… ¿Entonces qué
tal esto?
— ¿Hm? Ah… ¡qué-hey!
Cargué a Zero sobre mis
brazos, y pasé corriendo al lado de Albus, dejándole atrás.
— ¡Hey! –Gritó Albus
mientras corría detrás nuestro. —¡Esperadme!
Y así, llegamos a Foamicaum.
—¡Formen una fila! ¡Los
comerciantes deben mostrar sus licencias especiales, los mercenarios sus cartas
de presentación, y el resto de gente sus permisos de entrada! ¡No retrasen la
fila!
En una pared que parecía
capaz de resistir un bombardeo por un día entero, una puerta de dos hojas
estaba abierta lo suficiente como para permitir que pasara un solo carro a la
vez. Frente a la puerta había cuatro guardias, como para decir que cualquier
persona sin un permiso de entrada no tendría ninguna posibilidad de pasar. Uno
de los guardias gritaba mientras ordenaba a la fila de personas que esperaban
para entrar, mientras que uno de los otros, de mayor rango por el color distinto
de su uniforme, vigilaba atentamente a la multitud mientras miraba los permisos
de entrada.
— ¡Puede pasar! ¡El
siguiente!
Con eso, el malestar del
mercader de la primera fila desapareció, suplantado por una expresión de alivio
cuando condujo su carro hacia adelante y desapareció por la puerta. Nos
introducimos a mitad de la cola, y sentí como la desesperación se apoderaba de mí.
Para entrar en alguna ciudad
importante, siempre se necesita algo llamado permiso de entrada. Cuando un
aldeano sentía la necesidad de embarcarse en un viaje, primero debía visitar al
jefe de su aldea y obtener una carta de presentación. Entonces, tenía que tomar
esta carta y llevarla a la oficina gubernamental de una ciudad, donde recibiría
un permiso de entrada después de proporcionar su nombre, lugar de nacimiento y
profesión.
Los comerciantes obtienen un
pase especial de su gremio, que se renovaba pagando una tarifa anual, mientras
que los mercenarios reciben cartas de presentación por sobrevivir a las
batallas.
Obviamente, una bruja y un
hechicero como Zero y Albus no obtendrían ningún tipo de pase. Lo que significa
que tendría que solicitar su entrada como mis compañeros, pero…
¿Cómo iba a explicar yo sobre
la belleza vestida con harapos y el chaval atontao?
— ¡Siempre quise visitar
Foamicaum! ¡No puedo esperar!
—Cierra la boca. No te
emociones tanto. Voy a matarte niñato.
— ¡Zerooo! ¡Mercenario me
está intimidando!
—No acoses a los más débiles,
mercenario. El chico está diciendo que es afortunado de poder viajar contigo. Siéntete
alegre.
— ¡No es eso lo que estoy
diciendo!
— ¡No voy a agradecerte por
eso!
Miradas de sospechas se cernían
sobre mí, por levantar la voz sin pensar. Aunque ya había destacado lo
suficiente sólo por ser un caído, no me molestaba ser llamativo. Solté un
suspiro.
Entre mis suspiros, la cola
avanzó, y fue mi turno de hablar con el guardia. Mostré la carta de
presentación que me había dado la patrulla fronteriza.
—He oído que están reuniendo
tropas para luchar contra las brujas, así que me dirijo a la capital para alistarme.
Le repetí, algo nervioso,
las mismas palabras que ensaye infinidad de veces. No estaba mintiendo. Al
menos, hasta hace dos días, pero como esperaba, me resultaba difícil decir esas
palabras acompañado por una bruja y un hechicero.
Efectivamente, el portero se
quedó mirando a Zero, que llevaba la capucha sobre los ojos y cuya apariencia
gritaba "Soy, sin duda, una bruja", y Albus, que parecía frágil y
demasiado infantil para ser un viajero.
— ¿Estos dos son tus
compañeros? ¿Cuál es vuestra relación?
Ah,
aquí vamos. No es como si no tuviera alguna excusa, pero…
—Vera…
—Somos sus esclavos
sexuales. –Contesto Zero rápidamente.
Todos los pelos se me pusieron
de punta.
Un
momento, esta mujer-
— ¡S-si! Estamos honrados de
servir al amo. Los dos somos sólo sus humildes esclavos. Aunque también
realizamos servicios nocturnos…
Woah
Albus, eres un chico. ¿Qué haces sonrojándote? Eres algo lindo, así que las cosas
no van a acabar bien. ¡Me van a hacer ver como un pervertido!
—Y-ya… veo… oh, entendido…
Y
tú, guardia, investígalos más. Investiga y averígualo, está completamente
equivocado. Está muy mal, pero no puedo decir nada. Por esto la gente dice que
los caídos son depravados. Con una mirada que no ocultaba ni su
miedo, ni su odio, ni su envidia, el portero me miró a mí y a mis dos “esclavos”.
—Entonces… por tanto, los
esclavos no tienen nada que declarar ¿no? Hay una comisión por cada esclavo,
sin embargo, no se le aplica a viajeros solitarios como usted. Hace unos días,
una pequeña ciudad cerca de aquí fue atacada por brujas, por lo que los cazadores
de brujas como usted son muy bienvenidos. ¿Cuánto tiempo se quedará?
—Ah… sobre… unos tres días…
quizás. –Me las arregle para soltar algunas palabras. No planeaba quedarme más
de una noche, pero era una buena idea decir algunos días extra, por si
ocurriese algo.
—Si os dirigís a Prasta,
aseguraos de confirmar el resguardo de entrada en la carta de presentación. Y
cuando se vayan, asegúrate de devolver el permiso del pasaporte. ¡Puede
proceder!
Y con eso, nos concedieron
la entrada en Foamicaum.
Todo está bien si termina
bien... pero aun así. Después de alejarnos una poco de las puertas y confirmar
que estábamos lo suficientemente lejos, le di a Zero y Albus un buen golpe.
—No esperaba ser golpeada
como agradecimiento por mi perspicacia. –Gruñó Zero mientras se frotaba la zona
golpeada, examinando el ajetreo vertiginoso y el bullicio con gran interés.
—Desde la antigüedad, los
guerreros de todo el mundo han sido acompañados por esclavos, ¿No? Cada libro
aconseja declararse esclavo si alguna vez se cuestiona tu identidad. Y resultó
ser eficaz, ¿no lo crees?
Albus hizo una mueca a modo
de respuesta.
— ¡Es cierto! Si un caído
fuese por ahí con una chica con ropas sucias, y un chico con mi aspecto, esa
sería la explicación más realista, ¿o no?
—¡Silencio! ¡Eso me haría
ver como algún maldito pervertido al que le gusta ‘jugar’ con sus pobres
esclavos todas las noches! ¡Lo que es peor es que uno de ellos es un chico! Es
despreciable... Soy un símbolo de maldad...
— ¿A quién le importa lo que
piense el guardia, siempre que tengas el permiso de tu pasaporte?... ¿cómo lo
harías entonces, mercenario?
—Bueno, yo… lo haría de
forma apropiada.
—Apropiada huh. –Dijo Albus
con un tono sarcástico. —Incluso si te las arreglases para dar algunas excusas,
las ropas de Zero están muy desgastadas. Observa, todo el mundo la está
mirando. Actualmente, hasta los esclavos están en mejores condiciones…
Albus echó un vistazo a la
ropa de Zero, desde la parte superior de su cabeza hasta los dedos de los pies.
Fue en ese momento cuando
note que Zero no tenía calzado. Su túnica era vieja, estaba manchada y andrajosa.
Si ella hubiera estado por su cuenta, Zero podría haber pasado por un viajero
empobrecido, pero yo era un guerrero que llevaba una armadura de cuero
remachada, equipado con una espada, cuchillo, explosivos y otros equipos,
mientras que Albus podía pasar como la sirvienta de algún mercader. Estando los
tres juntos, era realmente fácil y seguro pensar en Zero como una esclava.
No creía necesario que Albus
también vistiera como un esclavo… Bueno, ya que habíamos llegado a la ciudad
sin problemas, no vi ningún motivo en seguir preocupándome por ello.
—Mercenario, mercenario.
¿Qué puede ser eso?
Como si ignorase nuestras
reflexiones, Zero señaló con curiosidad, no era algo preocupante, tan solo una
apasionada pareja de amantes.
Presionaban sus rostros al
aire libre, probando collares e intercambiando con satisfacción palabras como
"¿cuál me queda mejor?". No era ninguna sorpresa que se derritieran
en besos cada vez que pudieran.
—Ojala pudiera… ¡Hacerlos
parar! –Rápidamente me corregí.
—Ellos están tan concentrados
el uno en el otro que ni siquiera se preocupan por las miradas que están
recibiendo. Debe de ser una pareja feliz.
Aunque lo había dicho yo,
todavía sentía una punzada de celos. Pero yo no era un santo que pudiera vivir
su vida libre de envidia, y ni siquiera si fuera más maduro. En cuanto a
renunciar al amor, bueno, ya casi había llegado a ese punto. Pero aun así,
puesto que Zero me había prometido una forma humana, yo no tiraba mis esperanzas
de futuro.
— ¿Por qué juntan así sus
labios? ¿Es alguna clase de ritual?
— ¿Pero qué?... ¿No sabes lo
que es un beso?
— ¿Beso?
Zero miró con incredulidad a
la pareja, luego volvió a mirarme.
—Un beso es un acto con un
demonio en el cual se juntan los labios con su pen—
Tapé de inmediato la boca de
Zero. No iba a dejar que dijera esas cosas en público. Tuve la corazonada de
que esas palabras no eran agradables. Con lo mucho que Zero se estaba esforzando,
tampoco parecía haber sido sólo una mala broma.
—Chaval, ¿no me digas que tú
tampoco…?
Él no me dio un "¡¿qué?!",
pero agitó su cabeza de izquierda a derecha.
— ¡Yo-yo no estoy tan
desorientado acerca de cómo funciona el mundo!
—Entonces vale, supongo que
está bien. Hey bruja, presta atención. Un beso es una forma de que dos personas
muestren su amor el uno por el otro. No es nada enfermizo que tenga algo que
ver con los demonios. ¿Por qué piensas eso en primer lugar?
—Creciendo en medio de un
mar de libros junto a mis compañeros de estudio, he llegado a ser una total ignorante
sobre las costumbres de este mundo. Ese es el precio de mi devoción incondicional
a la investigación.
Sentí que era bastante
impresionante para alguien lo suficientemente ingenioso para llegar a una
excusa como "esclavos".
—Eso es por lo que soy un
prodigio.
—No es nada educado ir
leyendo la mente de la gente.
—Lo que leí fue tu
expresión, no tus pensamientos.
—Hmph, con que es así…
—Yo nací dentro de una
cueva, fui criada dentro de esa cueva, y recientemente salí de la cueva.
Por un momento, pensé que estaba
tirando de mi pierna y miré a Albus. Su cabeza estaba inclinada en confusión
como si estuviera atormentado, y mientras lo observaba, él asintió. Su expresión
decía "es posible". Huh, ella
no está jugando conmigo. Suponiendo que no lo fuera, entonces realmente no
estaba bromeando con su historia.
No sabía cómo reaccionar, así
que mostré una expresión burlona y enfrenté a Zero. Sin embargo, ella no
parecía como si estuviera conteniendo cualquier dolor. No. En vez de eso, me
miró como si le hubiera sorprendido una idea brillante. Bajo su capucha, los
ojos de Zero brillaban con una curiosidad ilimitada.
—¿Lo has hecho alguna vez antes,
mercenario?
—¿Eh? ¿El qué?
—Un beso.
No
lo he hecho. Ladré en mi interior.
—¡No lo he hecho!
Lo dije en voz alta, aunque
un poco más fuerte de lo que había hecho en mi mente.
Una vez que lo admití, Zero
sonrió y asintió satisfecha.
—Entonces estamos igual. Chico, confió en que
tú tampoco lo hayas hecho.
—¿Y-Yo? ¡N-No no no! Ni
siquiera hay nadie ... que quiera hacerlo conmigo todavía ...
Que
inesperado. Me sentí aliviado. No perdí contra este
chaval en lo que respecta a virilidad.
—El amor se muestra mediante
besos?... Hm, fascinante. Me gustaría probarlo.
Yo
también. [2]
—Mercenario, ¿Querrías
intentarlo conmigo? [3]
— ¡¿Huh?!
Sin pensarlo, mire a los
labios de Zero. Estaban exquisitamente formadas y brillaban como la piel de
rubí pulido de una manzana madura a la perfección. Si tocase sus labios con los
míos, sin duda sería un sacrilegio. No, ya lo era.
—Uh… te he dicho, que es una
forma de expresar el amor que sientes por alguien…
—Eso es por lo que te sugerí
que lo hiciéramos. Después de todo, me gustas.
—Huh… eh. Eso...
1.- Posición más alta, apogeo, cúspide.
2.- Hermit:
Eso lo dice (piensa) Furry-san, no yo… :v
3.- Hermit:
Mierd- tendría que haberlo dicho yo…
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