Parte 5:
—Aunque no me creas, antes
me dijiste que tuviese una mejor actitud, ¿cierto? Soy una mujer despampanantemente
hermosa. Estoy segura que incluso tú, querrías probar mis labios.
—Después de oír esa frase,
no siento nada. Además, no me gustan las brujas. Esos trucos no te funcionarán
conmigo.
—Eres muy serio… No me queda
otra opción que desistir. Si a mercenario no le gusta la idea, entonces chico…
Zero se quedó mirando a
Albus. Él se puso totalmente colorado y se ocultó detrás de mí, gritando: — ¡No,
no, no, no puedes, no quiero!
—No molestes al chaval. Más
importante, ¿no tienes ropa de recambio?
— ¿Aparento tenerla?
Zero extendió los brazos
para inspeccionarla. Ya lo había pensado antes de que respondiera, pero además
de una pequeña bolsa que colgaba de su cintura, no llevaba nada más.
— ¿Cómo has llegado hasta
aquí en este estado?
—Me bañaba y limpiaba las
ropas en los ríos que me encontraba, cuando tenía hambre cazaba pájaros y
recolectaba todos los frutos silvestres que podía. Si me topaba con otras
personas, las evitaba, si llovía, buscaba alguna cueva donde resguardarme.
Recupere una olla de un pueblo abandonado, y con ella cocinaba. Y así fue como
pasé el tiempo.
—Increíble, lo sé. –Dijo
Zero, con una risa llena de orgullo. Yo estaba a punto de perder la razón.
—Como sea… Vistiendo así, no
seremos aceptados en ningún hostal. Incluso una posada que atienda a alguien
como yo, se negaría a darnos algo mejor que un establo.
—Yo estoy bien con dormir al
raso. Es más cómodo dormir abrigada por tu piel.
—Aunque sea cómodo, es
inconveniente. Llamaríamos demasiado la atención. Y solo destacar ya es un
crimen.
No estaba exagerando. Muchos
inocentes fueron apresados simplemente por “llamar la atención”.
Tendríamos que conseguirle
algo de ropa decente a Zero. Ese era nuestro problema más urgente.
—Hey bruja, ¿llevas algo de
dinero?
Esperaba que respondiera de
la misma manera que antes, por ejemplo con un “¿Tengo aspecto de llevar dinero?”.
Pero en lugar de eso, Zero asintió con la cabeza, dijo “Ya veo”, y me hizo un
gesto para que extendiera las manos.
Cuando hice lo que me pidió,
Zero busco en su bolsa y saco algo.
Lo puso en mis manos y se
esparció en un pequeño montón. Era… un montón de piedras preciosas.
—Deje la cueva con unas
cuantas de estas. Las joyas tienen un valor intrínseco en cualquier época y en
cualquier país, creo. Pensé que podrían resultar útiles. ¿Podrían servir de
sustituto?
Me quede con la mandíbula
totalmente abierta, sin poder cerrarla. Los pelos se me pusieron de punta, una
pequeña montaña de gemas en mis manos, solo podía temblar.
Albus miro con atención lo
que yo sostenía, y se quedó tan atónito como yo.
—¡¡Idiota!! ¡No muestres
algo como esto en la mitad de la calle!
Rápidamente volví a mis
sentidos, y guarde de inmediato todas las joyas en la bolsa de Zero. — ¡Wah! –Gritó
Zero como si no estuviese prestando atención, y me miró como si estuviese viendo
algo extraño.
—Te las enseñe porque
preguntaste, ¿Entonces por qué te pones tan furioso?
—Solo te digo que consideres
cuanto me has mostrado y donde estamos. Habría sido suficiente con sacar una
sola como prueba. Una pequeña es más que suficiente.
— ¿Cómo está? –Dijo Zero,
sacando una gema diminuta. Tenía un brillo capaz de volver loco a cualquier
mendigo. Había pensado en pagar en lugar de Zero si no disponía de los fondos
necesarios, pero con solo esa que tenía en la mano, nuestras financias habían dado
un drástico cambio. Pero ahora había una pared insuperable ante
mí. Como mercenario, estaba agradecido de que mi empleador fuese un ricachón,
pero como hombre me sentí derrotado.
Sin embargo, oculté esos
sentimientos, y en un tono deliberadamente uniforme, le contesté: "Está
bien." Me sentí como un tonto mientras estaba allí, asintiendo.
—Cambiemos esto por dinero y
vayamos a comprarte algo de ropa. Debería de haber algún canjeador de monedas
por alguna parte…
Zero depositó la joya en mi
mano y se rió entre dientes, con una amplia sonrisa en su rostro.
—Como pensé, eres un buen
hombre.
— ¿…Huh?
—Eso está fuera de la conversación.
–Contesté, inclinando mi cabeza hacia adelante. *Clink clink*, Zero acarició su bolsa.
—No importa que pretexto
pongas, podrías haber intentado timarme. Soy muy ignorante sobre el mundo exterior,
después de todo.
— ¿Eres idiota? No hay forma
de que tuviera las agallas para engañar a una bruja que hace frente a los
demonios.
—Por lo tanto, si no fuese
una bruja, ¿me las robarías?
—Por supuesto. Soy un
mercenario codicioso, al fin y al cabo.
—Incorrecto. Imposible. No,
no. Con el pánico que te entro al ver esa cantidad en tus manos, no serias
capaz.
Albus se rió tontamente
cuando nos interrumpió. Debería darle un
buen golpe.
— ¡Ow-! ¿Qué? ¡Es la verdad!
¡Madura un poco, cobarde!
— ¿Debería volver a
golpearte? ¿Huh? ¿Quieres probar otro?
—No~ –Respondió Albus como
una chica y se agachó detrás de Zero.
*Heh, heh* Los
hombros de Zero temblaron. Entonces…
—Ah… que cielo tan bonito.
Saliendo del tema, ella soltó
algo extraño. Interesado, volví la mirada hacia el cielo, donde no había ni una
sola nube.
—C-creo que estas prendas te
quedaran muy bien.
Una voz que sólo podía
describirse como ‘seductora’, segregaba una alta cantidad feromonas. Era una
voz para encandilar a otros, fuerte y empalagosa. Se trataba de un gigante que
apestaba como un líder de bandidos… aunque yo no estaba en condiciones de
criticar su higiene. Estábamos mirando en una tienda de segunda mano en la
parte de los suburbios de la ciudad para comprarle ropa a Zero.
Los ladrones frecuentaban
lugares como este para vender sus bienes robados, así que de vez en cuando se
veía la extraña finura por ahí. El proveedor mostraba exactamente a Zero esa
pieza.
—Viejo. Creía haberte dicho
que buscábamos ropa de viaje…
Mientras estudiaba el brillante
vestido de la nobleza, mis bigotes se retorcían.
—Como él dijo. Estoy
buscando otra cosa.
Con las palabras de Zero, el
vendedor cogió la siguiente prenda y la sostuvo para examinarla.
—Ah, entonces este vestido-
— ¡Te dije ropas de viaje! ¡Deja
de sacar tantos vestidos lujosos y adornados que no pegan con su aspecto, imbécil!
— ¡Cállate, bola de pelo
ignorante! ¡Estoy hablando con la señorita!
— ¿Qué tal este, señorita? –Preguntó
el hombre con voz agrietada, el resultado de haber bebido demasiado. Zero miró
por encima el vestido y lo rechazó bruscamente, diciendo: —No es de mi agrado. –A
sus palabras, el tendero se relajó, como si estuviera encantada, y dijo: —Por
supuesto que este traje destartalado no es bueno para usted, mi señora. –Y se
retiró a la trastienda.
Había sido un error para
Zero revelar su rostro. Me duele decirlo, pero Zero es innegablemente una gran belleza.
En el momento en que cruzó las puertas y se retiró la capucha, la atmósfera antes
fría de la tienda se había transformado en un lugar cálido, y el dependiente se
había designado a sí mismo como su sirviente.
—Tiene que estar muy
desesperado para comportarse así...
Albus murmuró unas cuantas
palabras ante el obsequioso comerciante, que ahora estaba corriendo para tratar
de ganarse el favor de Zero. No digas
nada, dejé caer mis hombros.
—A diferencia de los niños,
hay muchos hombres adultos así... especialmente los feos. Ni siquiera las
prostitutas les prestarán servicio. Por supuesto, probablemente es una historia
diferente si estás repleto de dinero...
Había muchos hombres que
estarían agradecidos de poder respirar el mismo aire que una mujer tan hermosa
como Zero. Lo único que me impedía inclinarme al nivel del comerciante era el
hecho de que Zero era una bruja, y yo odiaba a las brujas. Si no fuera por eso,
probablemente estaría poniéndome a sus pies al igual que él.
—Mercenario, mercenario.
La sentí tirando de mi manga
y bajé la mirada.
—Creo que este es el
adecuado.
Mientras hablaba, Zero
señaló un abrigo negro que estaba en un rincón de la tienda. Tenía mangas
largas y podía decir que estaba hecho para hombres. En Zero, el abrigo
probablemente le llegaría hasta las rodillas.
—Es bastante resistente pero
ligero, y el calor que da es agradable. También estoy satisfecha con la capucha.
¿Qué dices mercenario?
Parecía ser pesada, pero en
realidad era ligera y suave. Suponiendo que el revestimiento estaba bien hecho,
entonces el abrigo parecía ser robusto. Funcionaría moderadamente bien como
capa de viaje. Opinaba que ella debería escoger lo que quisiera usar, pero ella
buscaba mi opinión como un mercenario acostumbrado a viajar.
—Es un buen hallazgo. No está
mal. Tan solo es un poco grande…
El rostro de Zero se iluminó.
—Bien. Estoy contenta con
esto. Si mercenario lo aprueba, entonces yo también.
Parecía que ella depositaba
mucha confianza en mí. Si yo lo hubiera desaprobado, ¿ella también lo habría descartado?
Habiendo estado curioseando,
Albus corrió por la tienda hacia nosotros.
— ¡Ah, calcetines! Hey
mercenario, estos pueden servir. ¡Son mucho más fáciles de poner que esos
envoltorios de tela de sus pies! ¡No producen ampollas, y también te calientan
los pies!
Albus levantó un par de
calcetines muy largos para que yo lo viera. Probablemente cubrirían hasta la
mitad de sus piernas si él las usara. Parecía que los guardaron atando los
cordones decorativos. Al contrario que el abrigo, se trataba de piezas
muy ornamentales hechas para mujeres, pero parecían suficientes para el uso
práctico. Probablemente protegidos contra el frío también.
—Hey, bru-
Iba a llamarla “bruja”, pero
me detuvo al instante. No estábamos solos, así que no sería una buena idea.
—…Zero.
Ella levantó la vista,
después de haber examinado el abrigo con una expresión de satisfacción en su
rostro.
—El chico te encontró algo
de calzado.
Cambié una mirada con Albus,
quien agarró los calcetines y corrió de nuevo a donde había estado.
—Todavía necesita zapatos...
¡ah! Estos son bonitos. ¡Definitivamente éstos!
Estaba tan emocionado como
si estuviera eligiendo su propia ropa. Sólo el acto de ir de compras era
probablemente divertido. Lo que Albus tenía en sus manos al regresar con
nosotros era un par de botas largas, que llegaban hasta las rodillas. Hecho de
cuero firme, que sería resistente contra el agua y el barro. Acaricie a Albus
en la cabeza.
—Tienes buen ojo. No están mal.
— ¡Pooh! –Albus saco pecho
orgulloso.
Zero les dio un vistazo, y se
fue con un “Hrm.” con un tono sombrío.
—Prefiero caminar descalza. La
suciedad es cálida y la hierba es suave. El rocío húmedo también es agradable.
— ¿De esa forma no te hieres
fácilmente?
—Eso no es problema siempre
que ande despacio.
—A veces tendremos que ir
deprisa… Si te crees que te llevare en brazos cada vez que pase eso, estas muy
equivocada.
— ¿Me dejarías atrás? Que
hombre tan desalmado.
— ¿Acaso me veo como alguien
con sentimientos profundos?
—Tienes el pelo profundo. [1]
—No me obligues a golpearte.
Como sea, necesitaras estas botas.
A mi breve respuesta, Zero
hizo una mueca de desilusión.
Puse toda mi fuerza de
voluntad para ignorarla cuando Zero me difamaba, quejándose de que
"estaría bien que me llevas por ahí", "no seas tan
miserable", y "eres tan grande, y sin embargo...”
—De la forma en que están las
cosas, ya no puedes usar pantalones, además de los cortos, pero supongo que es
más fácil para moverse por ahí.
Mientras hablaba, Albus puso
las manos en un pantalón ridículamente corto que parecía pertenecer a una mujer
ladrona. Probablemente permitirían un mejor movimiento, pero dejaba la piel
totalmente desprotegida. Aunque, con las botas, los calcetines y el abrigo, esa
ropa insignificante podría no importar...
— ¡Hey, viejo! ¡Ya nos hemos
decidido, danos la factura!
Hurgando en las
profundidades de la tienda, vi al comerciante emerger, con los brazos llenos de
una masa de paños de colores brillantes y una mirada decepcionada en su rostro.
—Cámbiese aquí. Nosotros
quemaremos esa tela que lleva. No es más que basura.
— ¿Qué, reducir este viejo
amigo a cenizas?
—Las relaciones a largo
plazo no son buenas para ti. Harás nuevos amigos y perderás los viejos en el
proceso.
—Menudo hombre sin corazón.
Aunque, no me disgusta eso en lo más mínimo.
Riéndose, Zero se desvistió y
tiró su ropa vieja.
En ese momento, me congele.
La mandíbula de Albus se cayó, y el vendedor se desmayó mientras salía sangre
de su nariz.
Una piel pálida y una
cintura tan delgada, que sentía como si mis ojos se abrieran como platos. Tal
cuerpo era más magnífico en apariencia que la estatua de una diosa, esculpida
durante toda la vida por un artista de incomparable habilidad. Era una obra
maestra, totalmente perfecta.
En este momento, estaba
contemplando su gloria.
Zero no llevaba ropa
interior.
— ¿…Qué? ¿El cuerpo de una
mujer es una vista tan excepcional?
1.- A mí no me miren, he intentado lo mejor que he
podido mantener esa broma, aunque pueda quedar un poco rara, la traducción de
bromas nunca sale bien.
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