Capítulo 3: El culto de Zero.


Parte 5:
—Aunque no me creas, antes me dijiste que tuviese una mejor actitud, ¿cierto? Soy una mujer despampanantemente hermosa. Estoy segura que incluso tú, querrías probar mis labios.
—Después de oír esa frase, no siento nada. Además, no me gustan las brujas. Esos trucos no te funcionarán conmigo.
—Eres muy serio… No me queda otra opción que desistir. Si a mercenario no le gusta la idea, entonces chico…
Zero se quedó mirando a Albus. Él se puso totalmente colorado y se ocultó detrás de mí, gritando: — ¡No, no, no, no puedes, no quiero!
—No molestes al chaval. Más importante, ¿no tienes ropa de recambio?
— ¿Aparento tenerla?
Zero extendió los brazos para inspeccionarla. Ya lo había pensado antes de que respondiera, pero además de una pequeña bolsa que colgaba de su cintura, no llevaba nada más.
— ¿Cómo has llegado hasta aquí en este estado?
—Me bañaba y limpiaba las ropas en los ríos que me encontraba, cuando tenía hambre cazaba pájaros y recolectaba todos los frutos silvestres que podía. Si me topaba con otras personas, las evitaba, si llovía, buscaba alguna cueva donde resguardarme. Recupere una olla de un pueblo abandonado, y con ella cocinaba. Y así fue como pasé el tiempo.
—Increíble, lo sé. –Dijo Zero, con una risa llena de orgullo. Yo estaba a punto de perder la razón.
—Como sea… Vistiendo así, no seremos aceptados en ningún hostal. Incluso una posada que atienda a alguien como yo, se negaría a darnos algo mejor que un establo.
—Yo estoy bien con dormir al raso. Es más cómodo dormir abrigada por tu piel.
—Aunque sea cómodo, es inconveniente. Llamaríamos demasiado la atención. Y solo destacar ya es un crimen.
No estaba exagerando. Muchos inocentes fueron apresados simplemente por “llamar la atención”.
Tendríamos que conseguirle algo de ropa decente a Zero. Ese era nuestro problema más urgente.
—Hey bruja, ¿llevas algo de dinero?
Esperaba que respondiera de la misma manera que antes, por ejemplo con un “¿Tengo aspecto de llevar dinero?”. Pero en lugar de eso, Zero asintió con la cabeza, dijo “Ya veo”, y me hizo un gesto para que extendiera las manos.
Cuando hice lo que me pidió, Zero busco en su bolsa y saco algo.
Lo puso en mis manos y se esparció en un pequeño montón. Era… un montón de piedras preciosas.
—Deje la cueva con unas cuantas de estas. Las joyas tienen un valor intrínseco en cualquier época y en cualquier país, creo. Pensé que podrían resultar útiles. ¿Podrían servir de sustituto?
Me quede con la mandíbula totalmente abierta, sin poder cerrarla. Los pelos se me pusieron de punta, una pequeña montaña de gemas en mis manos, solo podía temblar.
Albus miro con atención lo que yo sostenía, y se quedó tan atónito como yo.
—¡¡Idiota!! ¡No muestres algo como esto en la mitad de la calle!
Rápidamente volví a mis sentidos, y guarde de inmediato todas las joyas en la bolsa de Zero. — ¡Wah! –Gritó Zero como si no estuviese prestando atención, y me miró como si estuviese viendo algo extraño.
—Te las enseñe porque preguntaste, ¿Entonces por qué te pones tan furioso?
—Solo te digo que consideres cuanto me has mostrado y donde estamos. Habría sido suficiente con sacar una sola como prueba. Una pequeña es más que suficiente.
— ¿Cómo está? –Dijo Zero, sacando una gema diminuta. Tenía un brillo capaz de volver loco a cualquier mendigo. Había pensado en pagar en lugar de Zero si no disponía de los fondos necesarios, pero con solo esa que tenía en la mano, nuestras financias habían dado un drástico cambio. Pero ahora había una pared insuperable ante mí. Como mercenario, estaba agradecido de que mi empleador fuese un ricachón, pero como hombre me sentí derrotado.
Sin embargo, oculté esos sentimientos, y en un tono deliberadamente uniforme, le contesté: "Está bien." Me sentí como un tonto mientras estaba allí, asintiendo.
—Cambiemos esto por dinero y vayamos a comprarte algo de ropa. Debería de haber algún canjeador de monedas por alguna parte…

Zero depositó la joya en mi mano y se rió entre dientes, con una amplia sonrisa en su rostro.
—Como pensé, eres un buen hombre.
— ¿…Huh?
—Eso está fuera de la conversación. –Contesté, inclinando mi cabeza hacia adelante. *Clink clink*, Zero acarició su bolsa.
—No importa que pretexto pongas, podrías haber intentado timarme. Soy muy ignorante sobre el mundo exterior, después de todo.
— ¿Eres idiota? No hay forma de que tuviera las agallas para engañar a una bruja que hace frente a los demonios.
—Por lo tanto, si no fuese una bruja, ¿me las robarías?
—Por supuesto. Soy un mercenario codicioso, al fin y al cabo.
—Incorrecto. Imposible. No, no. Con el pánico que te entro al ver esa cantidad en tus manos, no serias capaz.
Albus se rió tontamente cuando nos interrumpió. Debería darle un buen golpe.
— ¡Ow-! ¿Qué? ¡Es la verdad! ¡Madura un poco, cobarde!
— ¿Debería volver a golpearte? ¿Huh? ¿Quieres probar otro?
—No~ –Respondió Albus como una chica y se agachó detrás de Zero.
*Heh, heh* Los hombros de Zero temblaron. Entonces…
—Ah… que cielo tan bonito.
Saliendo del tema, ella soltó algo extraño. Interesado, volví la mirada hacia el cielo, donde no había ni una sola nube.


—C-creo que estas prendas te quedaran muy bien.
Una voz que sólo podía describirse como ‘seductora’, segregaba una alta cantidad feromonas. Era una voz para encandilar a otros, fuerte y empalagosa. Se trataba de un gigante que apestaba como un líder de bandidos… aunque yo no estaba en condiciones de criticar su higiene. Estábamos mirando en una tienda de segunda mano en la parte de los suburbios de la ciudad para comprarle ropa a Zero.
Los ladrones frecuentaban lugares como este para vender sus bienes robados, así que de vez en cuando se veía la extraña finura por ahí. El proveedor mostraba exactamente a Zero esa pieza.
—Viejo. Creía haberte dicho que buscábamos ropa de viaje…
Mientras estudiaba el brillante vestido de la nobleza, mis bigotes se retorcían.
—Como él dijo. Estoy buscando otra cosa.
Con las palabras de Zero, el vendedor cogió la siguiente prenda y la sostuvo para examinarla.
—Ah, entonces este vestido-
— ¡Te dije ropas de viaje! ¡Deja de sacar tantos vestidos lujosos y adornados que no pegan con su aspecto, imbécil!
— ¡Cállate, bola de pelo ignorante! ¡Estoy hablando con la señorita!
— ¿Qué tal este, señorita? –Preguntó el hombre con voz agrietada, el resultado de haber bebido demasiado. Zero miró por encima el vestido y lo rechazó bruscamente, diciendo: —No es de mi agrado. –A sus palabras, el tendero se relajó, como si estuviera encantada, y dijo: —Por supuesto que este traje destartalado no es bueno para usted, mi señora. –Y se retiró a la trastienda.
Había sido un error para Zero revelar su rostro. Me duele decirlo, pero Zero es innegablemente una gran belleza. En el momento en que cruzó las puertas y se retiró la capucha, la atmósfera antes fría de la tienda se había transformado en un lugar cálido, y el dependiente se había designado a sí mismo como su sirviente.
—Tiene que estar muy desesperado para comportarse así...
Albus murmuró unas cuantas palabras ante el obsequioso comerciante, que ahora estaba corriendo para tratar de ganarse el favor de Zero. No digas nada, dejé caer mis hombros.
—A diferencia de los niños, hay muchos hombres adultos así... especialmente los feos. Ni siquiera las prostitutas les prestarán servicio. Por supuesto, probablemente es una historia diferente si estás repleto de dinero...
Había muchos hombres que estarían agradecidos de poder respirar el mismo aire que una mujer tan hermosa como Zero. Lo único que me impedía inclinarme al nivel del comerciante era el hecho de que Zero era una bruja, y yo odiaba a las brujas. Si no fuera por eso, probablemente estaría poniéndome a sus pies al igual que él.
—Mercenario, mercenario.
La sentí tirando de mi manga y bajé la mirada.
—Creo que este es el adecuado.
Mientras hablaba, Zero señaló un abrigo negro que estaba en un rincón de la tienda. Tenía mangas largas y podía decir que estaba hecho para hombres. En Zero, el abrigo probablemente le llegaría hasta las rodillas.
—Es bastante resistente pero ligero, y el calor que da es agradable. También estoy satisfecha con la capucha. ¿Qué dices mercenario?
Parecía ser pesada, pero en realidad era ligera y suave. Suponiendo que el revestimiento estaba bien hecho, entonces el abrigo parecía ser robusto. Funcionaría moderadamente bien como capa de viaje. Opinaba que ella debería escoger lo que quisiera usar, pero ella buscaba mi opinión como un mercenario acostumbrado a viajar.
—Es un buen hallazgo. No está mal. Tan solo es un poco grande…
El rostro de Zero se iluminó.
—Bien. Estoy contenta con esto. Si mercenario lo aprueba, entonces yo también.
Parecía que ella depositaba mucha confianza en mí. Si yo lo hubiera desaprobado, ¿ella también lo habría descartado?
Habiendo estado curioseando, Albus corrió por la tienda hacia nosotros.
— ¡Ah, calcetines! Hey mercenario, estos pueden servir. ¡Son mucho más fáciles de poner que esos envoltorios de tela de sus pies! ¡No producen ampollas, y también te calientan los pies!
Albus levantó un par de calcetines muy largos para que yo lo viera. Probablemente cubrirían hasta la mitad de sus piernas si él las usara. Parecía que los guardaron atando los cordones decorativos. Al contrario que el abrigo, se trataba de piezas muy ornamentales hechas para mujeres, pero parecían suficientes para el uso práctico. Probablemente protegidos contra el frío también.
—Hey, bru-
Iba a llamarla “bruja”, pero me detuvo al instante. No estábamos solos, así que no sería una buena idea.
—…Zero.
Ella levantó la vista, después de haber examinado el abrigo con una expresión de satisfacción en su rostro.
—El chico te encontró algo de calzado.
Cambié una mirada con Albus, quien agarró los calcetines y corrió de nuevo a donde había estado.
—Todavía necesita zapatos... ¡ah! Estos son bonitos. ¡Definitivamente éstos!
Estaba tan emocionado como si estuviera eligiendo su propia ropa. Sólo el acto de ir de compras era probablemente divertido. Lo que Albus tenía en sus manos al regresar con nosotros era un par de botas largas, que llegaban hasta las rodillas. Hecho de cuero firme, que sería resistente contra el agua y el barro. Acaricie a Albus en la cabeza.
—Tienes buen ojo. No están mal.
— ¡Pooh! –Albus saco pecho orgulloso.
Zero les dio un vistazo, y se fue con un “Hrm.” con un tono sombrío.
—Prefiero caminar descalza. La suciedad es cálida y la hierba es suave. El rocío húmedo también es agradable.
— ¿De esa forma no te hieres fácilmente?
—Eso no es problema siempre que ande despacio.
—A veces tendremos que ir deprisa… Si te crees que te llevare en brazos cada vez que pase eso, estas muy equivocada.
— ¿Me dejarías atrás? Que hombre tan desalmado.
— ¿Acaso me veo como alguien con sentimientos profundos?
—Tienes el pelo profundo. [1]
—No me obligues a golpearte. Como sea, necesitaras estas botas.
A mi breve respuesta, Zero hizo una mueca de desilusión.
Puse toda mi fuerza de voluntad para ignorarla cuando Zero me difamaba, quejándose de que "estaría bien que me llevas por ahí", "no seas tan miserable", y "eres tan grande, y sin embargo...”
—De la forma en que están las cosas, ya no puedes usar pantalones, además de los cortos, pero supongo que es más fácil para moverse por ahí.
Mientras hablaba, Albus puso las manos en un pantalón ridículamente corto que parecía pertenecer a una mujer ladrona. Probablemente permitirían un mejor movimiento, pero dejaba la piel totalmente desprotegida. Aunque, con las botas, los calcetines y el abrigo, esa ropa insignificante podría no importar...
— ¡Hey, viejo! ¡Ya nos hemos decidido, danos la factura!
Hurgando en las profundidades de la tienda, vi al comerciante emerger, con los brazos llenos de una masa de paños de colores brillantes y una mirada decepcionada en su rostro.
—Cámbiese aquí. Nosotros quemaremos esa tela que lleva. No es más que basura.
— ¿Qué, reducir este viejo amigo a cenizas?
—Las relaciones a largo plazo no son buenas para ti. Harás nuevos amigos y perderás los viejos en el proceso.
—Menudo hombre sin corazón. Aunque, no me disgusta eso en lo más mínimo.
Riéndose, Zero se desvistió y tiró su ropa vieja.
En ese momento, me congele. La mandíbula de Albus se cayó, y el vendedor se desmayó mientras salía sangre de su nariz.
Una piel pálida y una cintura tan delgada, que sentía como si mis ojos se abrieran como platos. Tal cuerpo era más magnífico en apariencia que la estatua de una diosa, esculpida durante toda la vida por un artista de incomparable habilidad. Era una obra maestra, totalmente perfecta.
En este momento, estaba contemplando su gloria.
Zero no llevaba ropa interior.
— ¿…Qué? ¿El cuerpo de una mujer es una vista tan excepcional?



1.- A mí no me miren, he intentado lo mejor que he podido mantener esa broma, aunque pueda quedar un poco rara, la traducción de bromas nunca sale bien.

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