Capítulo 3: El culto de Zero.


Parte 7:
Sin esperar a tener permiso, Zero puso sus manos en mi espalda. Ella se esforzaba en enjabonarme, mientras pasaba los dedos por mi pelaje. Eso me producía unas cosquillas infernales.
—Hey mercenario. Las ciudades son lugares muy divertidos, ¿no crees?
— ¿Ah?
—Hay un montón de gente, y cada uno tiene su propio objetivo y su propia manera de pensar. Todo esto es maravilloso. No sólo eso, pero la cocina de los carritos de comida también me gustó.
—Si eso es todo lo que quieres, en cualquier parte de otras ciudades un poco más grandes… –Me detuve a mitad de la frase.
Oh, cierto. Zero nunca dio un paso fuera de su cueva, y mucho menos fue a una ciudad.
Siendo ese el caso, era obvio que ella estaría sorprendida y emocionada. La muchedumbre de las calles era molesta para mí, y la comida de los carritos de comida no era nada para deleitarse, pero desde la perspectiva de Zero, estas cosas eran nuevas experiencias.
No había duda alguna de que Zero, al ser una bruja, poseía más conocimientos de los que yo pudiera imaginar.
Sin embargo, desconocía muchas cosas del mundo exterior. Lo que Zero consideraría como conocimiento común no sería así para mí, y lo que yo creía que era normal y ampliamente conocido no lo sería para Zero. Podemos mirar las mismas cosas, pero cada uno percibe el mundo que nos rodea de manera diferente.
—…Es porque Wenias es un país de turistas y viajeros, y Foamicaum es el núcleo del comercio. Las mercancías de la gente de todo el mundo vienen aquí. No es muy grande, pero es muy densa.
—Ah. –Los ojos de Zero brillaron. —Yo no habría sido capaz de entrar en esta ciudad por mi cuenta. Incluso si hubiera conseguido entrar, lo más probable es que hubiera causado algún tipo de disturbio. En este corto tiempo me has dado conocimiento de cosas que no sabía. Estoy agradecido de que nos hayamos conocido.
¿…Eso sería por su falta de sentido común? Fruncí el ceño cuando Zero pronunció esas líneas tan embarazosas, y miré por encima de mi hombro para fruncir el ceño.
—…Oye, deja de decir cosas como esas.
— ¿Cosas como esas?
— Algo como "que te gusto", "que estas agradecida de que nos hayamos encontrado", frases de mierda como esas. Las mujeres no sólo dan a la gente su favor sin razón. Especialmente no a un hombre como yo.
— ¿Favor? –Repitió Zero extrañada. —Pero es la verdad. Disfruto charlar contigo, por eso me resulta insoportable permanecer en silencio.
—Acabo de decirte que dejes de-
— ¿Hablar conmigo te resulta… desagradable?
Tragando saliva me callé.
No era eso. No era eso, pero…
—No entiendo tu forma de hablar… básicamente, las únicas conversaciones que tengo son del tipo en donde todo el mundo se insulta entre sí.
Eso era por lo que realmente no sabía cuándo le estaba hablando con amabilidad. Aun frunciendo el ceño, escupí.
—Con que es así. –Murmuro Zero. —Entonces estaría bien que practicases conmigo, ¿no? Continuaré hablando a menudo a partir de ahora.
Imposible. No era capaz de convencerla de otra forma. Parecía que no había más opción que acostumbrarse e a ello.
—No te enfades si te ignoro, ¿vale?
—Claramente me enfadare. Quiero conversar. No es divertido hablar sola.
—Entonces ponte tan furiosa como quieras.
—Eres un hombre muy cruel. No te dolería comportarte más amablemente hacia mí. Soy tu ama, ¿sabes?
—Un mercenario no hace nada salvo por lo que se le contrató.
—Humph. –Zero hizo un ruido desalentado y comenzó a hacer extraños movimientos con los dedos en mi espalda mientras la lavaba. Sentía como si estuviera escribiendo algo. Me preguntaba si eran letra y traté de concentrarme, pero no podía descifrar lo que hacía.
Entonces, Zero rió entre dientes.
— ¿Ocurre algo?
—Es un secreto.
—Ey…
—Pronto lo sabrás. Y entonces me darás las gracias y no podrás resistir querer servirme. Es esa clase de hechizo. Aterrador, ¿verdad?
— ¡¡Deja de bromear y quítamelo!!
—No-qui-e-ro ©.  Venga, vuelve la espalda hacia mí. No puedo lavarla así.
Mi amenaza no tuvo ningún efecto en Zero; Y si las amenazas no funcionaban, entonces no tenía más remedio que obedecer. Le di la espalda obedientemente. Habiendo limpiado mi cuerpo completamente y quitado todo el jabón con agua caliente, me sentí rejuvenecido. Zero me miró y puso una expresión de preocupación.
—Todo limpio. Hm… ah… te ves muy diferente ahora.
—Te refieres a que parezco un gato mojado, ¿no es así?
Al igual que la forma en que los animales empapados eran el epítome de todas las cosas lamentables, los caídos parecían merecedores de compasión. Mientras frotaba mi piel con un paño seco, Zero empezó a inspeccionar los alrededores.
—Hey, ¿Qué estas haci-?
—Mantén esto en secreto.
Riéndose, Zero agitó ligeramente el dedo. En un instante, mi piel se había secado.
Yo reaccioné sin pensar… definitivamente sin pensar.
— ¡Esto es una locura! Oye, ¡¿qué has hecho y cómo lo has hecho?! ¡Por lo general, me lleva medio día a secar estas cosas! ¡Es tan suave y esponjoso! ¡Podría ser una alfombra en el castillo imperial!
Enloquecí en voz alta. ¿Me estaba llamando a mí mismo una alfombra decorativa de algun castillo real? Eso sonaba un poco masoquista… Incluso si lo fuera, probablemente fue el mayor elogio que se podría dar a una piel.
—Espera… ¿Eres idiota? ¿Qué crees que estás haciendo en un lugar tan expuesto como este?
Recuperé la razón. Zero me miró con expresión molesta.
— ¿Sabes que si no decides entre sermonearme y alabarme, entonces los efectos de ambas acciones se reducirán a la mitad...? Me aseguré de que no teníamos espectadores. Estamos bien
—Si eso es verdad… bueno, entonces supongo que no hay problema.
—Por cierto mercenario.
— ¿Hm?
— ¿Esta bien para ti mostrar la parte inferior de tu cuerpo desnuda? Montaste un gran alboroto cuando yo lo hice en la tienda de segunda mano, pero tú mismo pareces muy liberal.
La mirada de Zero bajó por mi abdomen.
Aullé y apresuradamente me puse los pantalones, mientras mis mejillas se sonrojaban por la fuerte risa de Zero.
En ese momento, un aura desagradable inundó el patio.
De la esquina del edificio llegaron cuatro figuras, tres femeninas y una masculina. Lo que destacaba era la cara del hombre, tenía la cara de un perro. Los pelos de la espalda se me pusieron de punta cuando capte un olor desagradable. Claro, era otra de mi especie… un caído.
—Oh. ¿Oh? ¿Eeeh? ¿Pero qué?, eres como yo.
No soy tu pariente. No me relaciones contigo, menudo chucho.
—Nos vamos.
Apresuré a Zero mientras recogía los cubos y la bañera en mis brazos, y nos dirigimos a salir de allí.
Por naturaleza, los caídos no se llevaban bien entre ellos. No podíamos soportar el hedor a bestia del otro, e incluso si ese no fuera el caso, hay una extraña repulsión que sentíamos uno hacia el otro. Era como esperar que un gato salvaje fuera dócil después de meterlo en una jaula.
—Hey, hey, ¿me estas ignorando? Debes estar solo. Acabas de conocer a un compañero caído, y aun así sigues ignorándolo.
—Lo siento, pero yo no tengo el instinto de manada de los perros.
— ¡Soy un lobo! ¡Deja de joder!
No veía ninguna diferencia, pero era comprensible que un caído licántropo reaccionaría de esa manera cuando se le tratase como un perro.
—Como sea, los caídos tienen que cuidarse ellos mismo. –Dije francamente.
El lobo cara de perro bufó aburrido.
—Bueno, no te equivocas en eso… Por eso hoy estoy pensando en tener a mis amigas lavándome a fondo. Míralas, mira a mis amigas... ¿no son bonitas?
Traté de irme, sólo para que pusiera un brazo alrededor de mis hombros mientras señalaba a sus tres compañeras, que estaban congeladas de miedo. Fue molesto, pero se comprendió claramente que, aunque no nos llevásemos bien, los caídos no se opondrían entre sí.
Obedientemente miré a las mujeres de las que el chuco parecía estar orgulloso.
Verdaderamente, eran bonitas. Todas eran jóvenes y, tal vez según los gustos del perro, todas poseían cabellos rubios relucientes. ¿Tenía algún tipo de harem? No parecían prostitutas-
De repente algo me paso por la cabeza, y mi respiración se detuvo momentáneamente.
— ¿…Acaso las cazaste?
Un *Hihihihii…* salió de la boca del perro, convirtiéndose en un ruido molesto.
—Sí, las cace. Estas son brujas, ya sabes. Pensé en llevarlas a la capital imperial para que fueran juzgaran, pero... los juicios son duros. ¿No te sientes mal por ellas? Son tan lindas. Es por eso que las estoy escondiendo
Poco a poco, todo el pelo de mi cuerpo empezó a ponerse de punta.
Probablemente había ido a alguna aldea, había inventado una historia sobre una bruja entre ellos para usarla como pretexto, y hacer que sacaran a sus mujeres jóvenes. Si les hubiera dicho que destruiría su pueblo si no entregaban las brujas, no había nada que una aldea agrícola pudiera haber hecho para resistir.
Los caídos son monstruos, y los monstruos siempre se aprovechan de los débiles.
—…Mercenario. –Dijo Zero.
Mierda, pensé y trate de cubrir a Zero, pero ella estaba en mal lugar. En el momento en que se había dado cuenta de que estaba oyendo una voz femenina, el cara de perro había cogido su capucha y se la quitó.
—Esta de aquí…
— ¡¿Qué mierdas estás haciendo?! ¡No la toques!
Libere a Zero, volví a ponerle la capucha y la escondí detrás de mí.
—Hey, hey, hey, hey, ¿qué fue eso, donde la encontraste? ¿Cómo la conseguiste? ¿La cazaste? ¿La compraste? Nunca había visto a una belleza como esa. ¡También quiero una!
El perro sarnoso olía ansioso el perfume de Zero, y alzó los ojos como si se hubiera dado cuenta de algo.
—… No me digas que…
¿Se dio cuenta de que Zero era una bruja? Hice un ruido de descontento en mi cabeza, y empecé a caminar mientras mantenía a Zero oculta. Sería una mala idea quedarse aquí más tiempo.
—Ella es mi empleador. No la toques como si os conocieseis. Nos vamos.
—Mercenario, esas mujeres no son brujas.
La voz de Zero era extrañamente fuerte. Zero señaló a las tres mujeres asustadas y me miró con expresión desconcertada.
"¿Lo entiendes? Puedo decir, tras echar un vistazo, que esas no son brujas", parecía querer decir ella. Y… claro que lo entendí. Esas chicas no eran brujas.
—De acuerdo, vámonos.
—Pero mercenario.
— ¡He dicho que nos vamos-!
— ¡Estoy disgustada!
Me estremecí.
Esos ojos y esa voz. Eran duros y fríos, totalmente lo opuesto a como estaba riendo Zero unos minutos antes.
—…Yo también.
El calor se inundó de nuevo en los ojos de Zero cuando le murmuré de nuevo a ella. Ella puede estar apenada, pero sería malo si no nos fuéramos. Provocar un alboroto aquí significaría problemas. Si testificamos que esas mujeres no eran brujas, las personas de su aldea confirmarían que sí. En esa situación, la sospecha sería echada sobre nosotros.
—Woah, woah, woah, woah… Eso es una falsa acusación que estás haciendo allí. ¿No es cierto, señoritas? Ya sabes, la verdadera razón por la que no las he matado es porque usaron su hechicería en mí, ¿eh? Porque si eso no fuera cierto, entonces hubiera lo que me plazca con estas lindas chicas y después las vendería.
—Mercenario.
— ¿Huh?
—…Mantén esto en secreto.
Sonriendo, Zero agitó su dedo una vez. En un momento, se habían caído. Todos los pelos del cuerpo del perro se habían caído instantáneamente. Una bestia empapada puede parecer patética, pero eso no era nada comparado con una bestia sin pelo.
De alguna manera me las arreglé para no estallar de la risa, agarré a Zero, y huí de la escena.
Segundos después, un grito de desesperación hizo temblar el aire. En ese momento, mi autocontrol finalmente se rompió, y me eché a reír. Zero, con un brazo alrededor de mi cuello, también se estaba carcajeando, abrazando su estómago.
Yo no estaría riendo si hubiéramos intercambiado lugares, pero mientras yo no fuera la víctima, no había nada más gracioso que esto.
Esa noche, cara de perro se encerró en su habitación y se negó a salir, como era de esperar. Por otra parte, a la mañana siguiente, hubo un alboroto sobre las tres lindas acompañantes, de las que había estado enorgulleciéndose, sobre una repentina desaparición, pero debo insistir en que yo no estaba involucrado.
…Bueno, supongo que había ido a dar un paseo nocturno, y creí recordar algo sobre abrir una puerta estando medio dormido… pero eso probablemente fue sólo un sueño.
Más importante aún, se produjo una situación personalmente preocupante.
Cuando desperté por la mañana, Zero, que se suponía que iba a estar sola en la habitación, dormía entre mis brazos, con una expresión de orgullo.
Por supuesto, mi compañero de cuarto Albus notó esta situación, y por alguna razón comenzó a atacarme. Sufrí un torrente de abusos como Albus llamándome "bruto", y "Sr. Depravado". Entonces había lanzado una silla bien apuntada directamente a mi cabeza, que había estado fatigada desde la madrugada. Este chico mal entiende un montón de cosas para alguien de su edad, sin embargo, de alguna manera sigue siendo muy atento a los detalles.
—Ya dije que era un malentendido. De todos modos, ¿por qué te has puesto tan furioso en primer lugar?
— ¡Cállate! ¡Tu cabeza es mía! Es una vergüenza para el dueño de la cabeza que busco como un sacrificio actuar tan indecoroso, ¿entiendes?!
No, no lo comprendo. Fuiste tú quien empezó a cazarme en primer lugar.
—Mira, chico. Ya he hablado sobre esto. Deja de intentar ir por su cabeza.
Ah, una hermosa mujer y un joven atractivo están discutiendo por mí... es espantoso, no estoy contento en absoluto.
—Está bien, ¿no? ¡Solo la cabeza está bien!
No te la voy a dar, dije mentalmente.
Ah… Únicamente quiero encontrar el libro de Zero cuanto antes, y estar libre de hechiceros y de brujas para siempre.
Mientras casualmente mantenía un oído atento a la incesante discusión de Zero y Albus sobre mi cabeza, nos dirigimos hacia la academia, dejando Foamicaum atrás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario