Capítulo 4: Trece.

Parte 1:
Los asentamientos, ya fueran países enteros o pequeños pueblos, tenían una característica común: un núcleo a partir del cual se expandía. Para dar un ejemplo, los vasallos del rey residían en casas próximas a la capital imperial, y los sirvientes de estos vivían en casas cercanas a sus amos. Del mismo modo, las tiendas alineadas en las calles de zonas densas, residenciales, y cerca de estas tiendas, se encontraban casas de comerciantes y talleres.
De la misma forma, siempre se podían encontrar numerosas pequeñas ciudades distribuidas en los alrededores de ciudades importantes. Las principales ciudades estaban armadas con brigadas de caballería con el fin de mantener la ley y el orden, es decir proteger a sus habitantes de peligros, la principal causa y la más importante eran los bandidos. Las ciudades amuralladas, como Foamicaum, tenían pocas razones para temer el ataque. Sin embargo, las aldeas y otros asentamientos escasos no tenían tales defensas. Por eso buscaban la tranquilidad de encontrar un poder vecino que los protegiera.
Nuestro destino, también pertenecía a la categoría de "pueblo indefenso". Según Albus, la escuela estaba en su vecindad.
—Está en un pequeño pueblo llamado "La Tête"[1].
El camino asfaltado continuaba recto hacia la capital, Prasta. En el camino había muchos caminos ramificados que, como aprendí después de revisar el mapa, conducían a pequeñas aldeas y pueblos. Al igual que Albus había afirmado, éste se extendía hasta La Tête.
—Es un poco pequeño, ¡pero el lugar siempre está muy animado! ¡Hay una panadería que hace el mejor pan con nueces de la zona! ¡La nuez es muy crujiente, el pan es realmente dulce, y cuando está recién horneado es súper blandito y cálido, tanto que no te lo puedes ni creer!
—Ya veo… eso es bastante interesante. –Zero murmuró agudamente. Si la mitad de su cerebro estaba ocupada por cosas de brujería y magia, entonces la otra mitad tenía que estar llena de pensamientos de comida. En realidad, ahora que lo pensaba, la parte reservada para la comida probablemente era mayor.
—Foamicaum fue divertido por lo ocupado que estaba, pero personalmente, prefiero La Tête. Incluso si la caza de brujas fuera abolida, creo que todavía querría quedarme aquí. Tal vez empezar como un adivino o algo.
—Escucha chaval. Parece que lo has olvidado, así que te lo vuelvo a decir. Nosotros estamos intentando entrar en la academia. Entiendo que te gusta la ciudad, pero no hemos venido de vacaciones.
Albus se dirigió con rabia hacia mí después de oír mi recordatorio.
— ¡¿Te crees que lo he olvidado?! Ya sé que vamos a la academia, ¡y la academia está en La Tête!
— ¿Pero no es un escondite de brujas? ¿Entonces La Tête es un pueblo de brujas?
—No, no es así. –Albus suspiró, desesperado. —La entrada está escondida en La Tête, detrás de uno de los pilares de la iglesia. Nadie salvo las brujas pueden verlo, y está protegido por una barrera impenetrable.
— ¿Me estás diciendo que en la ciudad… en la misma iglesia está la entrada de la guarida de las brujas?
—Sip. Poner las entradas en las ciudades siempre fue una práctica bastante común. He oído hablar de unos en los extremos de las callejuelas, detrás de las estatuas, incluso bajo las camas de las posadas.
—D-debajo… de las camas…
No debo pensar demasiado en ello. Asustarme por callejones, estatuas y la parte de debajo de las camas sería demasiado inconveniente.
—Llamaremos mucho la atención durante el día, así que tendremos que matar el tiempo una vez que llegamos a La Tête, al menos hasta que sea de noche. Hay una posada en la ciudad, así que probablemente sería una buena idea coger una habitación. Ellos tienen un perro, pero yo le gusto. Salta sobre mí cada vez que vengo a jugar con él, y la dueña del local a veces me da caramelos.
— ¿Le da dulces a un hechicero…?
—Eso es porque nadie sabe que lo soy. –Albus dijo con indiferencia, encogiéndose de hombros.
¿No les estas estafando? Pensé, pero no lo dije en alto.
—Todos me tratan con normalidad, ya que no saben que soy un hechicero. Mi madre también era una bruja, pero dejo la hechicería para casarse con un hombre normal. Después de todo, vivíamos en una ciudad humana.
Una bruja que abandona la brujería para tener una vida normal. Francamente, estaba sorprendido de que se diesen casos como ese. Con eso y la bondad de Solena, supongo que yo había tenido demasiados prejuicios contra las brujas.
—… Entonces, ¿Qué hacen tus padres ahora? Con tu madre como una bruja retirada, la vida probablemente sea dura.
—Mis padres, ambos murieron y fueron enterrados hace tiempo… Por culpa de la caza de brujas.
La voz de Albus se volvió melancólica. En ese momento, unos escalofríos recorrieron mi espalda.
—Ocurrió cuando tan solo era un niño. Los aldeanos descubrieron que mi madre era una bruja, y empezaron a perseguirla. Hasta entonces habíamos sido una familia… Desde la antigüedad, la gente de Wenias ha confiado en las brujas para ayudar en tiempos de necesidad. Pero a pesar de eso, los humanos no permitirían a las brujas ni siquiera acercarse a sus ciudades, y mucho menos dejar que las brujas dependan de ellas para recibir ayuda a cambio. Mi padre intento conseguirnos algo de tiempo para huir a mi madre y a mí, y murió enfrentándose a nuestros vecinos. Mi madre me dejo con la abuela en su escondite y escapo, pero al final, también murió. Así fue como acabe siendo criado por mi abuela. No recuerdo casi nada de mis padres. Y sólo para aclarar, todo esto ocurrió antes de la rebelión de las brujas. Esa era la realidad de la llamada "convivencia" de esa época.
—… Entonces… debes de odiarlos ¿no? A los humanos.
¿Cómo no lo haría? Pensé. Pero la expresión de Albus era complicada. Sacudió la cabeza.
—Eso no es cierto. Mi padre realmente amaba a mi madre. A él no le importó que fuese una bruja. Si yo viera a todos los seres humanos como seres repugnantes, estaría haciendo que mi padre se preocupase. No son los humanos los que son malos, sino el hecho de que las brujas sean calificadas como malas. Vivimos en un mundo que culpa a las brujas por cada desgracia que sucede. Podría estar luchando contra la humanidad, pero no es como si me sintiera tan disgustado que quisiera matar a todos y cada uno de ellos.
…Era como si Albus se hubiera convertido en un adulto de pleno derecho. Mis ojos brillaron cuando Zero rió suavemente.
—Si uno no puede razonar, no puede practicar la hechicería. Aunque busques lo que está más allá de ti, chico, eres un buen hechicero.
Y por un rato mantuvimos una pequeña charla, siguiendo ese tortuoso camino.

Albus parecía haber regresado a ser su yo habitual mientras caminaba dando grandes pasos, balanceando los brazos, charlando sobre esto y aquello con una voz alta y clara.
Mirando el mapa, vi que La Tête no estaba tan lejos de Foamicaum. Le tomaría sobre dos horas llegar a un carruaje de caballos que fuese a ritmo tranquilo, y el doble para una persona a pie. Siendo así, no sería raro el ver mucho tráfico por este recorrido, pero no había visto a nadie más por aquí en todo lo que llevábamos de recorrido.
—Está muy tranquilo… no parece que haya alguna persona cerca.
Esta no era la clase de situación que se tuviera en las proximidades de una ciudad habitada. Al acercarse a una ciudad, lo más normal era sentirse tranquilizado, pero ahora me sentía más desconcertado que otra cosa. Tenía un mal presentimiento. El pelo en la parte de atrás de mi cuello se empapo de sudor, y empecé a sentirme incómodo, esta sensación iba aumentando cuanto más nos acercábamos a La Tête. Mis pies pesaban cada vez más con cada paso, como si mis instintos me gritasen que me alejara de allí.
Zero tiró de mis ropas.
— ¿…Notas eso?
Dijo repentinamente. Me rasque la mejilla y miré alrededor nervioso.
No podía ser parte de mi imaginación si incluso Zero lo había sentido también.
—Puedo sentir una presencia que nos observa.
No es como si nos estuvieran vigilando, pero era vagamente consciente de una presencia que observaba la zona. Era ese tipo de sensación. Sentía como si hubiera una amenaza en la oscuridad del sombrío bosque, pero ninguno de los dos era visible para el otro. De cualquier manera, había “algo” ahí.
Esta atmósfera de tensión, nos oprimía por todas partes.
—Chico, ¿este lugar siempre ha sido así? Parece bastante sombrío para lo que supuestamente es una ciudad pequeña pero animada.
Albus se detuvo en seco. Parecía desconcertado cuando se giró hacia nosotros.
—Um… –Murmuró.
Parecía que había estado hablando tan ruidosamente para ocultar su propia inquietud.
—Pasada esta colina, está la ciudad… pero normalmente veríamos pasar a mucha gente…
La mandíbula de Albus se cerró de golpe.
— ¡Voy a echar un vistazo! –Dijo antes de empezar a correr. Sabía que algo tenía que estar mal. Lo más sospechoso de este lugar era ese silencio sepulcral, tan cerca de un asentamiento humano.
— ¿Qué hacemos, señorita bruja? ¿Es una trampa?
— ¿Para quién? ¿Yo? O, quizás, ¿para ti?
—Tú, ¿no? –Contesté después de una breve pausa.
— ¿Crees que Albus informó a sus camaradas de mi búsqueda, y ahora nos está llevando a una trampa para derrotarme?
—No lo pienso, pero es cierto que eso es lo primero que se me ocurre. Después de todo, él es el único que nos ha metido en esta situación.
—Ya veo, utilizaste la razón para llegar a esa conclusión. Sin embargo, tu intuición es mucho más eficaz para revelar la verdad que la deducción o el sentido común. ¿Qué te dice tu intuición?
—Alejarnos de aquí en este instante.
— ¿Y dejar al chico atrás?
Me sorprendió con la guardia baja cuando ella me lo pregunto, porque mis instintos no me decían nada de eso. Al fin y al cabo, si Albus nos hubiera llevado a una trampa, sería inevitable que lo desviara. Pero en vez de eso, mi intuición me decía que escapara con él [2]. Viendo mi mueca, los ojos de Zero se suavizaron.
—Bueno, entonces salgamos de aquí, junto a Albus.
— ¿Estás seguro de que está bien dejarlo sin recuperar tu libro?
—Sería más prudente buscar a Trece primero, si parece que solos es peligroso.
—Vale, lo pillo. ¡Oi, chava-!
—¡¡No!!
Eclipsando completamente mi llamada, el grito agudo de Albus sonó a cierta distancia.
Zero y yo corrimos por la colina juntos, donde nuestro campo de visión se expandió.
— ¿Qué pasa chaval? ¿Qué es lo que-?
Al ver la respuesta extendida por debajo de mí, ni siquiera podía formar la palabra "ocurre".
A los pies de la colina que acabábamos de subir, había una pequeña ciudad. Probablemente era La Tête. Las estructuras más destacadas incluían la iglesia en el centro de la ciudad y la propia plaza del pueblo, seguidas por una multitud desordenada de tiendas y casas de varias formas y colores, todas juntas. Atravesar esta ciudad de un extremo a otro no llevaría más de treinta minutos. Estimé que la población de la ciudad era, como mucho, de dos mil personas. En comparación con Prasta, que tenía una población de más de cincuenta mil, este lugar no era más significativo que un jardín de patio trasero.
El conjunto de edificios se desplazó, debido a que uno fue derribado hacia el exterior desde el centro de la ciudad, hasta que todo lo que quedaba era vegetación. Y en estas llanuras abiertas, no había ni un solo animal que saliera a pastar.
Era evidente que habían sido atacados, y que la ciudad conocida como La Tête ya no existía.
—No… no, ¡no puede ser! ¡No puede ser! ¡No puede ser! ¡No puede ser!
— ¡Ey, chico, espéranos! ¡No es seguro acercarse!
Incluso él mismo probablemente no sabía por qué gritaba eso. Como si estuviera asustado por el pánico, Albus bajó la colina sin vacilar un momento.
Si el lugar había sido asaltado por merodeadores, algunos de ellos podrían estar allí. Incluso suponiendo que no hubiera ningún enemigo restante, seguramente habrían sucios carroñeros en busca de carroña. De cualquier manera, habría cadáveres. Albus podría ser un hechicero, pero sea como sea, todavía era un niño. La ciudad en su estado actual no era lugar para un niño.
— ¡Maldito mocoso!
Impaciente, cargue a Zero en mis hombros y bajé por la pendiente. La inquietante e incómoda atmósfera sólo se intensificó a medida que bajábamos la colina, y me entró un sudor frío.
—No te preocupes mercenario. ¿Recuerdas lo que te dije?
*Tap tap* Zero me dio golpecitos en la cabeza.
—Yo te protegeré.
Mire a Zero, gruñendo en silencio ante su sonrisa de seguridad.
Unas cuantas palabras de una bruja no me harán sentir aliviado. Como fuese, sería difícil que me llamasen mercenario si bajaba la guardia.
Mientras perseguía a Albus hasta el pueblo, vi que la devastación era abundante, mucho peor cuando se veía de cerca. Suficiente para hacerme poner una mueca de desagrado. Vi un muro demolido, un letrero caído, y por todas partes vi cuerpos, cuerpos y más cuerpos. En medio de toda la sangre y los muertos se alzaba Albus, aturdido, con sus pupilas doradas en blanco fijadas en los cuerpos esparcidos a izquierda y derecha.
—… Hey, no te quedes solo mirando. –Le dije.
Albus reaccionó.
—Ah…
—Probablemente fuesen atacados por bandidos. Es raro que sean tan desordenados... pero supongo que esta gente realmente ha tenido mucha mala suerte.
—Bandidos. –Murmuro Albus. Sus ojos no se quedaban quietos en sus órbitas. Sus labios se curvaron en burla.
— ¿Ahora lo ves?
— ¿Ver qué? –Pregunte dirigiendo la mirada al cuerpo que miraba fijamente Albus. No vi más que un cadáver quemado, probablemente fue quemado vivo. Aunque sus rasgos habían sido desfigurados en la medida en que ya no podía determinar su género, estaba claro que los últimos momentos de la víctima habían sido un violento intento de suicidarse.
Pero algo no encajaba. Las estructuras parecían estar demasiado limpias para una ciudad llena de cuerpos ennegrecidos.
Obviamente, el fuego en sí no podía escoger y elegir a quién o qué quemar, por eso, si incluso un incendio incontrolado comenzase, el resto de la ciudad caería poco después. Sin embargo, después de ver los cadáveres, parecía que este fuego había quemado sólo humanos y nada más. Siempre se podía contar con seres humanos para correr y entrar en pánico cuando se llenó de llamas, extendiendo el fuego, pero no se veía ninguna casa carbonizada.
—Esto es… ¿magia? –Murmure. Zero asintió.
—Creo que usaron el hechizo "Flagis". Es un hechizo que crea un fuego que sólo afecta a su víctima. Como tal, si se convocaba en un bosque o aldea, las llamas no se extenderían. Me parece muy claro que fueron atacados por una bruja.
“Una ciudad cercana fue atacada” Recordé escuchar algo como eso en la entrada de Foamicaum. ¿Los guardias se referían a esta ciudad?


1.- "La cabeza" en francés. Hermit: Si, también se algo de francés, 'siesque' 'etoy' echo un fiera. :'v
2.- Para quien no recuerde, los instintos de peluda-san son tan buenos que le advierten de inmediato cuando alguien tiene malas intenciones contra él.

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