Capítulo 4: Trece.

Parte 4:
Los ojos de Albus nadaban entre lágrimas, a punto de desbordarse. Entonces Trece dio el golpe final. Parecía que este hombre no conocía el concepto de la misericordia.
—Encima de todo eso… han llegado noticias de todas las partes del reino sobre ataques y saqueos de brujas. Por supuesto que vienen de pueblos y ciudades completamente ajenos a la caza de brujas. Las brujas están matando a gente inocente, sólo para arrebatarles sus posesiones… no me digas que no lo sabías.
La destrucción en La Tête apareció en mi mente. Nada de lo que Albus pudiera decir cambiaría el hecho de que las brujas habían saqueado y asesinado. No había oído los detalles en ese entonces, pero...
— ¡Esos no fueron los del Culto de Zero! Fueron los hechiceros rebeldes…
— ¿Hechiceros rebeldes? –Pregunté. Los hombros de Albus temblaron. No había querido intimidarlo, pero no podía negar que mi tono había sido un poco severo. Albus nos dijo que había otros grupos, pero las palabras "hechicero rebelde" no significaban que fueran parte de algún otro convento independiente. Que fueran rebeldes, indicaba que había un culto del cual habían formado parte.
—Ya te dije que el Culto de Zero le enseñaba magia a cualquiera que tuviera talento, incluso si eran mendigos… o un huérfano… ¿Recuerdas?
—Ah, ya… entonces es como eso.
No estaba seguro de cómo los supuestos otros cultos conocían la magia, pero podría aclararse si fue porque habían sido parte del Culto de Zero, pero dejaron de seguirlo.
Así que las brujas muertas en la iglesia de La Tête, tanto los atacantes como los atacados, eran básicamente todas del Culto de Zero. Siendo así, la razón por la cual La Tête fue arrasada y destruida fue a causa del Culto de Zero. Al parecer entender esto, la expresión de Albus se tensó.
—Hay personas que abusan del poder de la magia al momento en que lo aprenden. Gente como esa fue expulsada de la academia para evitar que aprendieran nueva magia, pero no pudimos evitar que usaran lo que ya habían aprendido, así que...
Era de esperar. Al darle un poder que ningún humano normal podría igualar, a personas débiles e impotentes que habían sido acosadas, debería haber sido claro cuáles serían los resultados.
—Entonces se volvieron bandidos y robaban todo lo que querían, ¿no?
Albus asintió.
Fue como darles explosivos a un puñado de niños tontos.
La magia, a través del medio conocido como el 'Libro de Zero', no discriminaba el lugar o las personas a quienes se les difundió ese conocimiento. Incluso si el Libro de Zero fuese devuelto, siempre y cuando hubiera una copia, no sería suficiente. Incluso si no era una copia completa, siempre y cuando la primera página todavía existiera, no sería suficiente. Era como mezclar tinta y agua. El agua turbia por la tinta no podría volver a ser agua pura.
—Quienes atacaron La Tête eran brujas rebeldes, estoy seguro de eso. Los desterrados se unieron y atacaron la academia. Probablemente estaban tratando de robar el Libro del Zero para hacerse más fuertes...
En otras palabras, entre las brujas de este reino, había tres grandes fuerzas en acción.
Primero estaba el Culto de Zero, que luchaba por conseguir una época de paz para las brujas.
Después nos encontramos a los rebeldes, que aprendieron sobre la magia en el Culto de Zero, y ahora destruían todo como locos.
Y finalmente al hechicero que se unió al reino y cazaba y mataba indiscriminadamente a los miembros de los otros dos grupos… también conocidos como Trece.
Probablemente también hubo fuerzas en este reino que no tenían ningún interés en aprender magia o participar en la guerra, pero como no estaban involucradas en este conflicto, debería estar bien ignorarlas. Sólo la clasificación de las brujas ya me producía dolor de cabeza, así que si el número de grupos que utilizaban magia seguía aumentando de esta manera, estaría perdido.
—Organizaciones que no están bajo la jurisdicción del gobierno no son organizaciones en absoluto. Simplemente obtuvieron un juguete interesante, el Libro de Zero, e hicieron lo que quisieron. Deben ser purgados por eso, reunidos y gobernados. El orden debe ser restaurado.
Trece se levantó en silencio.
—Todavía hay uso para ti. Sería un desperdicio de talento simplemente matarte. Obedéceme, coopera conmigo por completo, y te prometo que obtendrás aún más conocimiento y poder.
Albus se quedó sin palabras.
—Eso-
— ¡Si te niegas, acabaras en la hoguera!
Yo también estaba mudo.
Sentí que debía levantarme pero no podía encontrar una razón para hacerlo. Miré hacia Zero, pero lejos de detener a Trece, ella no mostró ningún interés en el tema en cuestión.
Bueno, entonces supongo que esto depende de mí.
—Quemarlo en la hoguera… ¿No ves que tan solo es un niño? –Dije. Nadie es tan desalmado como para no mostrar piedad ante un niño.
—Puede ser un niño, pero sigue siendo una amenaza si es capaz de realizar brujería. Y porque es un niño, si maneja ese poder sin prudencia, debe ser destruido.
La respuesta de la Trece era tranquila, pero insistí.
—Puede ser, ¿pero aun así vas a matarlo?
— ¿Entonces tú le perdonarías todo por ser un niño?
—Bueno…
—Todas y cada una de las personas que se dedican a la brujería son expulsados de la senda humana. Y todos y cada uno de los que son apartados del sendero humano recibirán el poder que es la brujería. Los hechiceros son aquellos que cumplirán sus deseos a cambio de una compensación adecuada. Los hechiceros son los que matan a la gente a petición de la gente. Ya sea hombre o mujer, adulto o niño, un hechicero es un ser vivo, pero no un ser humano. Eso es todo, mercenario de Zero. Además, es extraño que un caído respalde a un hechicero en primer lugar.
Datos, datos y más datos. Cerré mi mandíbula, sin decir nada en respuesta.
Es verdad, Albus trato de quedarse mi cabeza. Intento matarme. Había sido capaz de sobrevivir tanto tiempo porque era un caído, y porque encontré a Zero. Si hubiera sido una persona normal y no hubiera conocido a Zero, habría sido asesinado por Albus hace mucho tiempo. No, si hubiera sido un ser humano normal, nunca habría sido su blanco, pero...
Le eche un vistazo a Albus.
Pude sentir el miedo y la confusión en esos, normalmente, deslumbrantes ojos dorados. La cólera y el odio se mezclaban, y apenas se veían, a duras penas, en Trece. La rabia de Albus lo apoyaba de alguna manera. No me importaba si era un hechicero o cualquier otra cosa, todavía era un niño.
Estaba pérdido para dar una respuesta a la pregunta de si le perdonaría o no por ser un niño, pero ¿lo mataría por ser un niño?
No me refiero a hacerme parecer un santo o algo así, pero incluso como un mercenario, yo dudaría en matar niños.
—La meditación es importante. Tomate una noche para pensártelo… Zero-
— ¿Qué, quieres una revancha? Me disculpo, pero no me siento a gusto con el estómago lleno.
—Vuelve a la cueva.
—Me niego. Esperé. Esperé pero no volviste. Este es el resultado. Así es como me siento ahora.
—Zero, yo-
—Sobre eso, Trece.
Zero escupió el tenedor que había estado sosteniendo con la boca, e hizo ruido cuando chocó contra el plato.
—Es un tabú para las brujas cazar a otras. No importa cuán justificable sea la razón que tengas, eso perturba el orden del mundo. Cuando se da demasiada energía a una persona, ese poder los volverá locos. Sospecho que sabes de lo que estoy hablando, Trece. Las seis brujas de la iglesia, todas eran cascarones vacías. Se puede recuperar el libro, Trece, pero has cruzado la línea.
—Una vez que se devuelva el libro, todo acabara. Entonces, Zero-
—Es por eso que, Trece, estaré buscando el libro por mi cuenta. –Zero declaró en voz baja, interrumpiendo a Trece.
—El libro me pertenece. Mi libro, mi crimen. Si debo ensuciar mis manos para lidiar con eso, Trece, entonces elijo ensuciar mis manos.
— ¡No, Zero! –Albus soltó un grito de dolor. —Dijiste que eras nuestra aliada, ¡¿no es cierto?! Fuimos a la academia juntos, y dijiste que eras nuestra aliada... así que-
—Yo nunca dije que estuviese de vuestra parte.
Los ojos de Albus se quedaron completamente en blanco, por el asombro.
—Pero... –Se estremeció en voz baja.
—Te pedí que nos llevaras a la academia porque dijiste que sabias donde se encontraba el libro. Eso es todo.
Albus me miro... como si estuviera suplicando por ayuda.
Desafortunadamente, como el mercenario de Zero, me convertí en el adversario de Albus en este asunto. Así estaban las cosas.

— ¿Estas de nuestro lado? –Preguntó Albus. Zero no respondió, pero simplemente mantuvo una cara inexpresiva. Rápidamente seguí el ejemplo. Yo no iba a exponer la información que mi empleador no quería hacer pública.
Viendo esto, yo tampoco dije nada, Albus se mordió el labio y bajó la cabeza.
Lo siento, chico. No trato de decir que te engañaste tú mismo pensando que ella era una aliada. No puedo darte una respuesta directa. Mierda, me siento disgustado.
— ¿…No estabas mintiendo…cuando dijiste que el libro… había sido robado?
Zero no lo afirmo, sólo estrechó sus ojos en reconocimiento.
—Lo que dije es cierto. Por notable que sea la bruja a la que llamas "esa persona", el fundador del Culto de Zero, me quitó el libro. Robado puede ser el término más preciso.
— ¿Robado…? –Albus se puso pálido.
—El ladrón asesino a cada una de las brujas de la cueva, dejando únicamente a dos de nosotras vivas… Trece y yo. Nos arrebataron el Libro de Zero y robó las técnicas de la magia para difundirlo por todas partes.
El rostro de Albus cayó, y su cabeza se desplomó sobre la mesa. A través de mis años como mercenario, había visto este momento… el momento en que el espíritu de una persona se rompía… muchas, muchas veces antes. Su alma estaba aplastada.
—…Hey, señorita bruja. ¿Por qué escribiste ese libro? ¿Tratabas de destruir el mundo?
Esto era algo que me había estado preguntando desde hace un tiempo. Es decir, ¿por qué existe un libro tan temible?
Mi yo anterior, podría haber pensado que era obvio que era porque las brujas estaban tratando de provocar el apocalipsis. Pero después de haber conocido a Zero, no podía imaginar que estuviera interesada en algo tan molesto.
— ¿…Porque sería más fácil hacer fuego sin necesidad de un encendedor…? –Zero repitió, con un tono ligeramente satírico, el punto que había planteado tan alegremente.
—Porque sería útil para poder cazar con un suministro interminable de flechas. Porque sería más fácil capturar la cena sin necesidad de trenzar la cuerda. Porque no habría que trepar a los árboles para recolectar fruta, porque no habría que coser los puntos de sutura de las heridas…
—Pensé que todos estarían felices. –Sonrió Zero con dulzura.
Esa era la cara de un niño perdido en una fantasía.
"Así que también se puede usar la magia para este propósito" dijo Zero, después de ver la destrucción que las brujas habían causado en La Tête. Había sido más de lo que ello podía imaginarse.
Zero no había pensado en otra cosa más que en el brillante futuro que podría crearse usando estas poderosas técnicas de una manera más benevolente.
Las nuevas innovaciones nacen siempre de la pasión pura y de las ambiciones humildes, sin embargo una vez que nacen, escapan del control de los inventores y se separan como polen por el aire. Incluso entre las creaciones beneficiosas, como las hierbas medicinales, cada uno tiene variantes que son letales si se toma una sobredosis, lo cual las mentes detrás de la medicina en sí nunca tuvieron la intención de crear.
—Este joven expresó su deseo de que los humanos y las brujas convivan. Yo soy de la misma opinión. Las repetidas conversaciones que tuve con las brujas de la cueva, que compartieron los mismos valores y conocimientos que yo, y sólo se enterraron en los libros como yo también lo hice, eran bastante aburridas. Quería salir al mundo exterior, pero el mundo dijo que las brujas eran malas. Si yo pudiera diseñar una técnica útil, que pudiera ser utilizada por todos, no sólo para brujas, entonces el mundo seguramente nos recibiría y nos aceptaría.
Pero si la gente pudiera encender antorchas sin un encendedor, entonces estas se dejarían de vender. Si todos tuvieran una cantidad infinita de flechas disponibles, entonces los que hacen las flechas se quedarían sin trabajo. Habría un grupo de gente que no sería tan feliz, pensé vagamente.
Pero, además, había algo de cierto en sus palabras. Si sólo la magia se usara con justicia. Si sólo se usara la magia para no provocar heridas, sino para proteger y salvar.
—…Esa línea de pensamiento fue la razón por la que lo escribí, pero no debería haberlo hecho.
—Zero.
La voz de Trece sonó. Zero le miró y silenciosamente sacudió la cabeza.
—Debería haber escuchado tu consejo, Trece. Debería haber reducido el grimorio a cenizas en el momento en que me avisaste de su apocalíptico potencial. Era yo, cuya voluntad era demasiado débil. Yo-
Zero respiró hondo.
—Yo era tonta.

Me quedé tumbado en una habitación vacía aparte para el personal de servicio. Me había resignado a ser relegado a una cama de paja en los establos, siendo una bestia humilde, así que esto era un lujo que no esperaba.
En contraste, Albus había sido trasladado temporalmente a una celda de la mazmorra. Se quedaría allí una noche, y decidiría si su destino sería la hoguera o la sumisión a Trece. Normalmente escogerías el último, supongo. Ahora sabía que la persona que fundó el Culto de Zero era un farsante.
La pregunta para mí era lo que haría después de esto. Yo iba a ser la escolta de Zero, y ella iba a devolverme a ser humano. Por supuesto, mis acciones futuras dependerían de las de Zero, pero éstas eran totalmente impredecibles.
Sin embargo… por alguna razón, sentí que mi trabajo se había cumplido aquí.
Nunca fui tan extraordinario como mercenario en primer lugar. Zero me había contratado porque había estado en el lugar correcto en el momento adecuado, y porque tenía un aspecto que resaltaba. Ahora que tenía a Trece para cuidarle las espaldas, ¿de qué le serviría mantener a un mercenario como yo a su lado? Me despediría si yo fuera ella.
Sosteniendo mi mano hacia el techo, examiné un diminuto corte en mi pulgar.
Estaba casi curado, pero la cicatriz que Zero había dejado después de morderme el dedo seguía allí.
En aquel entonces, Zero realmente necesitaba a alguien para servir como su guardia. Pero dudaba de que yo hubiera sido algo más que una simple distracción para ella.
Zero se había desecho de Albus a la velocidad de un rayo después de haber cumplido su papel de guía.
¿Qué significaba eso para mí?
Cuando ya no fuese necesario, ¿Qué haría Zero conmigo?
Poco a poco retiré mi mano y cerré los ojos en silencio. Cuando de repente-
—Mercenario de Zero.
— ¡Whoaaaaah! –Grité cayéndome de la cama. De improviso, había oído una voz que venía de cerca.
Por lo general, era muy consciente de la presencia humana, y podía oír pasos a una milla de distancia. Debido a eso, casi me muero del susto cuando la voz de repente sonó justo a mi lado. Era una cuestión de vida y muerte.
— ¿…Huh?
Pero a menos que un rostro fuera a salir de debajo de mi cama, no pude ver siquiera una sombra de una presencia amenazante. Podía apostar mi vida que había oído algo, pero el dueño de la voz no se encontraba en ninguna parte.
¿Fue tan solo mi imaginación? Sin embargo, lo había oído muy claramente...
Entonces, un ratón se dirigió hacia la cama.
No es posible. No, ¿puede ser?
—Mercenario de Zero, me gustaría hablar contigo. Ven al sótano.
—R-rat…
El ratón está hablando…
—Debes seguir a este ratón. Vamos. Estaré esperando.
Habiendo entregado su breve mensaje, el ratón empezó a correr, sin dejarme tiempo ni siquiera para gritar.

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