Capítulo 5: Inmolación [1].


1.-Según google-san “sacrificio de una víctima como ofrenda a una divinidad”.


Parte 1:
Eventualmente, dejé el castillo.
¿Qué era verdadero y qué no? ¿Desde cuándo perdí la razón, que significa estar cuerdo? Sentía como si mi cerebro se hiciera puré y flotase en mi cabeza. Pero había algo que sabía que era cierto, perdí mi derecho a quedarme en el castillo en el momento en que dejé que Zero se fuera.
Dejé de ser el mercenario de Zero. Peor aún así, podría haber sido por mi propia voluntad.
El castillo parecía estar construido en la cima de un precipicio, ya que había una larga escalera descendente fuera de la puerta lateral. Ese era el único camino que unía el castillo a las tierras circundantes, comerciantes y sirvientes atravesaban incesantemente este largo y aburrido camino. Deslizándome entre la corriente de peatones, salí por la pasarela.
Di un solo vistazo hacia atrás.
"Idiota, ¿quién hubiera pensado que huirías? Estaba bromeando. Sé más perceptivo."
Podía sentir una leve expectativa de que Zero viniera persiguiéndome furioso, diciendo esas palabras. Qué tonto de mí.
Al final de las aparentemente interminables escaleras, había una puerta enorme, donde los guardias me pararon al no recordar verme entrar. Aunque, cuando mostré el pasaporte que me entrego Trece, fui capaz de pasar sin problemas. Trece no parecía ser alguien de confianza a primera vista, pero yo pensaba que lo era mucho. Atravesando la puerta, me encontré en una inmensa plaza circular con artistas saltando y brincando de izquierda a derecha, atrayendo a multitud de espectadores y animándolos a tirar monedas en sus sombreros, como recaudación.
Oh, cierto. Zero dijo que hoy era el día de la semana de festividad de la diosa. Como se podía esperar de la capital imperial. Estaba realmente alborotado, incluso más que Foamicaum.
En la mitad de la abarrotada plaza había una montaña de paja, un tronco grueso brotando de su pico.
Olí el aire del ambiente. Un olor a quemado impregnaba la plaza. Habían incinerado algo grande aquí. Había claras marcas de quemaduras visibles en una gran extensión del suelo.
Estaba bastante seguro de que si ese montón de paja se pusiera en llamas, dejaría marcas como esas.
—…Quemado en la hoguera, ¿eh?
Miré hacia el poste de madera. Sabía que un sinnúmero de brujas habían sido atadas a ese poste antes. La paja ardería. La hostilidad se extendería. El calor y el humo envolventes. La aguda y violenta tos de la bruja y sus gritos agitados. Finalmente, el infierno se extendería a la ropa de la bruja, su cabello se incendiaría y la multitud soltaría una alegría clamorosa, era como si pudiera ver que todo sucediera ante mí.
No debería preocuparme por que le ocurriera eso a Zero, ella estaba bajo la protección de Trece.
…Sin embargo, me sentí extrañamente molesto.
Odio a las brujas. Y creo que sería genial que exterminasen a todas. ¿Quemarlas en la hoguera? ¿Decapitarlas? Ambas opciones estaban bien. Tan solo asegúrate que no mueran demasiado rápido. Hasta hace poco, eso era exactamente lo que opinaba sobre las brujas.
Pero Zero… y también Albus… si fuesen atados y preparados para convertirlos en cenizas, ¿podría celebrar eso con el resto de la multitud? Era incapaz de imaginarme a mí mismo haciéndolo.
Odio a las brujas. Pero había excepciones para ese sentimiento. Aprendí que no todas las brujas eran malvadas. Sin embargo, tenía miedo de Zero.
Sentía un vago temor a las brujas, además de otros sentimientos desagradables. Era un prejuicio que no desaparecería.
Era igual que como la agente se asustaba de mí por ser un caído.
Me rasque la cabeza.
— ¡Para esta estupidez, párala! ¡Solo olvida este sinsentido!
Se terminó. Ya no era el mercenario de Zero y, por otra parte, la había traicionado. Ella había renunciado a mí también. Escupí en el suelo e ignorando las miradas extrañas que obtuve por ser un gigantón gritando, rápidamente me marche.
—Tendría que estar aliviado. Para empezar, se trataba de un trabajo absurdo y debería alegrarme, terminó bien. Incluso conseguí un regalo. –Dije deliberadamente con un tono feliz, y revisé dentro de la bolsa que llevaba en la cintura. La botella de Trece estaba fría.
Eso era lo que quería. Una forma de volverme humano… eso era todo.
Había muchos caídos en Prasta, gracias a los esfuerzos por levantar un ejército. Los residentes parecían estar acostumbrados a la visión de bestias caídas, ya que no había nadie gritando con mi presencia o tratando de apuñalarme. Aun así, me puse la capucha de mi capa sobre la cabeza, ocultando el rostro.
Pronto podré despedirme de esta cara. Puedo volver a ser humano en cualquier momento.
¿Cuándo, dónde y cómo debería hacerlo?
Esta planificación debería haber hecho que mi corazón saltase de emoción, pero en cambio mis emociones se sintieron extrañamente desanimadas mientras lo hacía.
Finalmente, decidí esperar hasta llegar a un país seguro, antes de convertirme en humano. No podía decir que fuese un buen plan ser un humano sin poder en Wenias, mientras que el país y las brujas estaban en guerra.
Debería estar bien simplemente caminar de regreso a Foamicaum. Las diligencias eran fascinantes y todo, pero sería inútil si simplemente se negaban a dejarme subir, e incluso si me dejaban, las miradas de sospecha de los otros pasajeros me harían sentir incómodo.
Los caballos, por naturaleza, se asustan fácilmente. Esta era la razón por la cual tan pocos conductores de carruajes tirados por caballos permitían a los caídos montar. Los caballos se asustarían demasiado para hacer su trabajo, simplemente por estar cerca de uno de nosotros. Odiado por los seres humanos, odiado por los animales, no tenía un lugar al cual pertenecía, ya que los de mi propia especie no viven juntos. Esta era la vida de un caído.
Las palabras se desvanecen naturalmente de la memoria.

Mientras caminaba sola por el sendero, me di cuenta de que hace unos días, después de haber conocido a Zero y Albus, habíamos pasado por aquí, charlando como lo hacíamos nosotros. Yo hacía preguntas, Zero las respondía, y cuando Albus nos interrumpía yo le golpeaba. Ese era el tipo de intercambio que habíamos tenido, día y noche, una y otra vez.
Sí. Es justo como dijiste, Zero. Fue divertido mientras duro.
Y el silencio que había perdido no hace mucho tiempo regresó, inesperadamente más pesado que antes.
"…Hey mercenario, déjame a mí también subirme a tus hombros. ¡No es justo que Zero lo haga siempre y yo no!"
"¿Por qué tendría que dejar a alguien que quiere mi cabeza acercarse tanto a ella?"
"¡Solo por hoy, no lo hare! ¡Prometo que no intentare nada! Hey, déjame sentir tu piel. Ayer estaba sucia, pero ahora está esponjosa, ¿no? ¡Venga, Zero! ¡Cambia conmigo!"
"Soy la dueña de este mercenario y una dama encantadora. Es decir, este es mi asiento, y no te lo cederé."
"¿A quién estas llamando asiento? No creas que no te tirare al suelo, bruja estúpida."
Sonreí con aquellos recuerdos.
El niño llorón y la mujer arrogante, no importaba cuanto les gritase o lo que pudiera hacer, ninguno pensó mal de mí por ello. Tenía que haber alguien así en mi vida antes que ellos, ¿verdad? Pero al tratar de pensar en alguno, me di cuenta que era inútil. La respuesta era obvia. No había conocido a ninguna persona como ellos.
Lo que significaba, que los únicos que me habían tratado como a un igual en toda mi vida, fueron una bruja y un hechicero, ambas las clases de personas que más odiaba. Bueno, fueron las brujas las que crearon a los caídos, pero pensé que era muy irónico.
Suspirando, miré hacia el cielo.
Recordé cuando Zero entrecerró los ojos y dijo "el cielo sí que es azul". Ella dijo que nunca antes había dado un paso fuera de la cueva donde nació y creció.
Y allí se había quedado sola, después de que Trece se fuese.
"Trece y yo. Todas las brujas de la cueva fueron asesinadas, excepto nosotros dos."
Me estremecí al pensarlo.
Ella vivió en aquella cueva, donde sus compañeros murieron, por diez años. ¿Qué tan sola se sentiría ella simplemente esperando el regreso de Trece, sin tener la oportunidad de conversar con otro ser vivo?
En la cueva donde vivió Zero, ¿Había un cielo azul al que mirar?
El cielo que estaba viendo ahora mismo, era el del mismo color azul que siempre, pero de alguna forma, parecía distinto al de antes.

En carro se tardaría medio día en llegar a Foamicaum… así que para mí, sería un día y medio a pie.
Llegó la noche antes de que pudiera llegar a las puertas de la ciudad, así que encendí un fuego y me preparé para acampar por la noche.
Apoye la cabeza en la mochila y cerré los ojos.
"Mercenario."
De pronto, escuche la voz de Zero. No había confusión posible, se trataba de una alucinación, pero me había llamado con tanta frecuencia que hacía eco en mis oídos.
Cuando ella me llamaba, yo le respondía. Como si dijera lo divertido que le resultaba eso, me llamó, me habló y me pidió innumerables veces mi opinión.
"Vayamos juntos."
Nunca olvidaré la cara de Zero en el momento en que rechacé su petición.
Me levanté.
Las palabras atrapadas en mi estómago seguían agitándose, todas confusas.
—Mierda…
No estaba seguro de porqué, pero no fui capaz de disculparme. No pude jurar que no dudaba de ella. No pude jurar que mantendría nuestro contrato hasta el final, que yo no iba a ir a ninguna parte… no pude decir ninguna de esas cosas.
Ya era demasiado tarde de todas formas. ¿Cómo podría volver con ella ahora? Después de darme cuenta de este hecho, ni siquiera quería tomar un mísero aliento.

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