Mi melancolía no duro mucho.
Capte el olor de una bestia. La esencia de un
caído… la esencia de mi propia clase.
—…Si estás pensando en robarme, no tengo nada
de valor.
Alzando mí voz de forma que cualquiera por
los alrededores pudiera oírme, desenvaine mi espada. Había un montón de
bandidos que acababan de salir en este momento. Ni siquiera mi situación
financiera sería su motivación. Era extremadamente difícil matar a un caído, a
menos que tuvieran éxito en lanzar un ataque sorpresa, e incluso si tuvieran
cómplices, todavía había una gran probabilidad de que los otros serían los que acabasen
recibiendo una paliza. Sin embargo, en cuanto a por qué alguien asumía ese riesgo
y atacaba a un caído, una posible razón podría ser decapitarlos y vender la
cabeza a una bruja, mientras que la otra…
—Todo lo que tienes que hacer es dejar que te
mate y me marchare.
Podría ser buscar venganza.
Cuando vi salir de detrás de un árbol un
rostro sin pelo, no pude evitar hacer una mueca.
Recordé. Era el perro al que Zero le quitó la
piel en la posada.
—Hey, lo estás malentendiendo. No es mi culpa
que acabases totalmente rapado, ¿entiendes?
— ¡Como si me fuera a creer eso! ¡No pienses
que me puedes engañar!
No fui yo, lo hizo
Zero, ¡Zero!
Mientras repetía eso mentalmente, seguí haciéndome el tonto.
—Digamos que fue así.
Levanté mi espada sobre mi hombro y miré
hacia abajo a la cara del perro. Yo era mucho más grande que él.
— ¿Qué vas a hacer, cara de perro? ¿Quieres
pelear conmigo?
— Verás, no voy a pelear.
Los caídos tienen un gran sentido de atención
con sus alrededores. Por eso las emboscadas normales nunca tendrían éxito
contra nosotros.
Sin embargo, con un caído justo delante de
mí, mostrando un gran instinto asesino, era de esperar que mi guardia trasera
fuera menor… Y así era.
Un instante después, una flecha de luz
atravesó mi torso desde atrás, y abrí los ojos por la sorpresa.
— ¡Qué demon…!
Eso fue magia… [Staim]. Así que tiene que
haber una bruja cerca. Era imposible saber si era uno del Culto de Zero o un
hechicero rebelde, pero al ver la cara maliciosa de ese perro bobo, comprendí
la situación.
—Tú bastardo… ¡Me vendiste, maldito imbécil!
El cara de perro probablemente fue atacado
por una bruja buscando cabezas de caídos y les dijo que él les ayudaría a
atrapar uno aún más rara a cambio de su vida. Los caídos de tipo canino tienen un
olfato increíbles. Podía imaginarme que me había rastreado, habiendo olfateado mi
olor antes, y condujo la bruja hasta mí.
Empecé a gritar de rabia, pero fui silenciado
por lo que pasó después. El perro sarnoso, a quien había estado gritando, tenía
una flecha de luz atravesando su abdomen. En un instante, su rostro sonriente fue deformado
por una expresión de agonía. Se cayó sobre sus manos y rodillas, y tosió sangre
roja oscura.
Un aullido de dolor siguió poco después.
Tuviste la intención
de venderme, pero acabaste siendo capturado también. ¿Vas a seguir sonriendo,
hijo de perra?
—Falló… ¡todavía sigue de pie!
Un estridente y femenino grito de asombro
sonó detrás de un árbol cercano.
¿Debería correr por ella, o debería pelear?
Me tomó un momento decidirme. Podría luchar… podría ganar. Tal vez fue el
resultado de haber visto una inusual batalla entre una bruja y un hechicero,
pero mi miedo a las brujas parecía haber menguado.
Saqueé un cuchillo del cinturón y lo tiré siguiendo
la dirección de la voz, con lo cual oí una exclamación de dolor acompañada por
el sonido de un cuerpo desplomándose contra el suelo.
Cubriendo la distancia entre mí posición y la
del origen del sonido con un solo paso, sujeté a la bruja caída mientras sacaba
el cuchillo clavado en su hombro y lo apreté contra su nuca. Yo era reacio a atacar
a una mujer, casi hasta el punto de que me entren náuseas, pero ella era una
bruja así que no podía arriesgarme y ser compasivo.
—C-cómo te atreves a hacer esto... ¡cómo te
atreves!
— ¿Cómo te atreves a intentar arrebatarles la
vida a otros? Es una cosa muy jodida de hacer.
Escupí en el suelo e hice una mueca. No
necesitaba preguntarle qué estaba tratando de hacer, ni por qué estaba tratando
de matarme. El hecho de que ella era una bruja y yo un caído era explicación
suficiente.
Pero esto parecía diferente a lo normal. No
me importaba tanto que me cazasen por mi cabeza en este momento, pero para soportar
las palabras de Zero… estaba un poco disgustado.
En la oscuridad de la noche, mi atacante, que
me miraba con pánico y odio, parecía un ser humano normal. A menudo se decía sobre
no juzgar a una persona por su apariencia, pero esas miradas se adaptarían al
trabajo que la persona eligió. Aquellos que eran bandidos tenían caras que
gritaban "bandidos", y Zero, Albus, así como Trece tenían un cierto
aire único para las brujas.
Sin embargo, ésta no lo tenía. Parecía tener
veinte años, tal vez veintitantos, y emanaba un aire más parecido al de una
mujer trabajadora que vende ropa vieja en el mercado.
Albus dijo que mientras uno quisiera, podría
aprender magia. Así que parecía que ella lo había hecho.
Sin embargo, su determinación parecía muy
diferente de la de los bandidos que querían mi cabeza para sacar algunas
monedas, y la de aquellos que nunca habían matado una mosca y querían mi cabeza
por el poder que podrían obtener.
—Hey señorita… déjame preguntarte algo.
¿Viniste a por mí sabiendo que podrías morir en el intento? ¿Qué crees tú que
podría pasar si una chica joven atacase a un caído?
—Ah… ¡N-nooooooooooo!
—No es 'no'. Yo también diría 'no' a morir.
Señorita, si no estás preparada para morir, entonces no deberías tratar de
matar a otros. Gente como esa solo logra acabar muerto.
— ¡Por favor no me mates! No quería... ¡No
esperaba que fuera así! Finalmente obtuve un poco de poder... ¡mi vida se
suponía que iba a mejorar!
Así que esto fue todo. Este tipo de
mendicidad por la vida siempre me llegaba.
—Lárgate… la próxima vez, te matare, ¿Me
oyes?
Dejé el cuchillo y me bajé de su espalda.
Cuando lo hice, soltó un grito horrible y salió corriendo hacia un matorral. Si
sólo ella aprendiera de esta experiencia y llegara a ser un poco más madura...
pero si ella volviera con un grupo por venganza, no tendría ni una posibilidad.
—Punto para Trece, ¿no…?
Miré a la luna y solté la tensión de mis
hombros... Realmente las cosas se estaban volviendo salvajes.
El problema no eran las personas que eran
brujas desde hace tiempo. Si no las normales que aprendieron magia. Los impotentes
se embriagaban de poder.
Un grupo de mercenarios que perdiesen a su
líder, se volverían inmediatamente en un grupo de bandidos. Lo mismo ocurría
con los caballeros del reino, si la nación colapsase, se unirían a los
problemáticos. Tenían que ser purgados, reunidos y gobernados, el orden tenía
que ser restaurado. Con la magia era casi lo mismo. Tendría que haber leyes que
gobernaran a los que la practicaban, y castigos para aquellos que violasen esas
leyes. También se necesitaba gente para llevar a cabo esos castigos. El hecho
de que hubiera gremios para cada profesión no era sólo porque permitían a las
personas prestarse mutuamente asistencia mutua, sino también porque permitía
que las personas se vigilasen unas a otras. Licencias y patentes, todo este
tipo de permisos formaban parte de un sistema creado para proteger al mundo de
ciertas creaciones que podían provocar el caos.
La magia como habilidad era muy poderosa, y
no había un método para regular su uso. Suponiendo que el Culto de Zero tuviera
tal sistema, sería como si no existiera, ya que uno podría simplemente irse si
no quisiera ser castigado. De cualquier manera, la magia ya se había extendido
demasiado lejos.
—No me puedo creer que ella escribiera un
libro tan molesto.
Volví a escupir, y vi en mi mente a Zero
mirándome con un rostro de insatisfacción.
Limpié mi cuchillo de sangre y lo devolví a
su vaina, me acerqué al cara de perro, que estaba tumbado boca abajo, y empujé
su cabeza con la punta de mi bota.
*Argh* gimió el chucho y me
miró dolorido. Al no tener pelaje, su aspecto parecía ridículo.
— ¡¿Cómo es que estás... completamente bien?!
Te vi... juro que vi... ¡¡cómo te atravesaba!!
De hecho, yo también lo había pensado, pero
mi cuerpo estaba intacto.
—Supongo que no era más que una bruja de
mentira.
—Ella también me ataco, ¡así que no es
posible!
—Entonces no eres más que un falso
mercenario. Eres un pedazo de mierda por traerme esa bruja molesta. Tuve que
hacerle daño a una mujer gracias a ti. Pero al final, tú eres el que resulto
herido, por lo que supongo que eres un hazmerreír ahora, ¿eh, cara de perro?
— ¡¿No te dije ya que no era un perro?! ¡Soy
un lobo! ¡Dilo bien maldita sea! ¡Solena me concedió personalmente el alma de
un lobo, así que es cierto!
En medio de su aullido, el cara de perro se
atragantó y escupió sangre. Un agujero parecía haberse abierto en su estómago
debido al hueco en su abdomen. Un caído no moriría por una herida como ésta,
pero el dolor seguiría siendo considerable. Pero lo que importaba ahora no era su
mala condición. Él acababa de decir…
— ¿Solena… te transformo…?
Me mostro una sonrisa de oreja a oreja. Podía
decir que estaba orgulloso de sí mismo por saber algo que yo no sabía, lo cual
me irritó enormemente. Considere matarlo, pero detuve ese salvaje pensamientos
antes de que fuera muy lejos.
—Eres del tipo que piensa que ser un caído es
debido a las fechorías de una vida anterior, ¿eh? Eso me hace reír. Si pudieras
obtener un cuerpo tan grandioso como este sólo haciendo cosas de mierda en
vidas pasadas, habría manchando mis manos en esta vida con tantas maldades como
pudiera.
— ¿No están ya manchados?
— ¡Nada de eso!
—Pero tú persigues a mujeres normales y dices
que son brujas, ¿verdad?
—Eso es sólo un subproducto de una cacería como
hombre... ¡me las entregaron, así que sólo me las llevé a lo largo del viaje! Bueno...
yo las escogí... pero pensé en dejarlos ir algún día...
—Así que no solo tienes un corazón de mierda,
también sueltas escusas de mierda… además, eso no es lo que te pregunté. ¿Te
convirtió Solena en un caído?
*Heh, heh* El auto-proclamado
lobo con cara de perro soltó una risa acompañada de dolor. No tenía pelo, así
que su sudor goteaba, gota a gota, en un charco de su propia sangre de color
rojo oscuro.
— ¡No me convirtieron en uno, yo elegí
ser un caído! ¡La gran Solena me concedió el noble alma de un lobo! ¿Qué
sucede? Si tienes miedo, entonces-
El chucho parlanchín se detuvo a mitad de la
frase y se abrazó el estómago, cayendo al suelo.
—A-ayúdame a cerrar este agujero del vientre…
moriré si sigo perdiendo tanta sangre…
—Realmente no me importa si te mueres.
—¡¡A mí
me importa!! Hey, siento lo de antes, ¿de acuerdo? ¡Pero no puedo morir!
¡Solena me ordenó encontrar a la señorita! ¡Ella desapareció, y yo la estoy
buscando en este reino! ¡Lo juro!
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