Capítulo 6: Hechizo prohibido.

Parte 2:
—De todas formas…
Asome la cabeza fuera de la cueva, y vi el cielo teñido de añil del crepúsculo.
—Primero, tenemos que recuperar a la bruja, o no importara nada de lo que planeemos. Este no es el típico caso de una damisela en apuros, pero ¿en qué parte del castillo la tienen encerrada...?
—No estaba en las mazmorras. Estuve allí hasta la hora de la ejecución, y tampoco había ningún indicio de que Zero estuviera allí.
—Entonces seguramente este en alguna torre. Es un patrón muy común encerrar a los prisioneros en las mazmorras, y a los nobles en las torres.
— ¿Zero es una noble?
— ¿Cómo trato Trece a la bruja cuando se desmayó?
*Um…* Albus inclino la cabeza.
— ¡…Él la cargo como si fuese una princesa!
—Demasiada información. Siento ganas de vomitar. Pero al menos, eso significa que Trece no considera a Zero como alguien a quien arrastrarle por una mazmorra tirándole del pelo.
Pero ese era el problema.
—Las torres son usadas básicamente para observación  y… para confinar a personas. Si es utilizado como punto de vigilancia, entonces habrá guardias custodiando la zona, y si es para aprisionar a alguien, es bastante probable que tenga una entrada secreta. Dicho de otra forma, es difícil atacar.
—Wow. Sabes mucho sobre esto.
—Generalmente a los caídos se les manda a la primeria línea para atacar fortalezas. Si contamos las veces que he participado en esos asaltos, el número tendría dos dígitos.
— ¡Pues claro que eso no es nada para ti hermano! ¡Eres como un demonio de guerra! ¡Un auténtico belicista!
— ¡Yo no soy como tú, imbécil!
Cara de perro se puso las manos sobre la cabeza y retrocedió mientras yo gritaba. Eres completamente un perro, ¿no es así, lobo cara de perro? Él actuaba como un auténtico canalla en la posada, pero con Albus sujetando su correa, era bastante maduro.
Realmente no quiero ser como eso. Pensé seriamente.
—Pero hermano, hay cuatro torres en el castillo, así que no sabemos en cual puede estar encerrada. Además, puede que ella no esté en una torre, sino en otro lugar.
Ladeé la cabeza. No se me ocurría en que otros sitios podrían aprisionar a alguien, aparte de en las mazmorras o una torre, aunque…
—Puede que esté en algún sitio como en el dormitorio de Trece.
Me quede petrificado. Albus se quedó boquiabierta, estaba sonrojada y pasó a ponerse pálida.
Trece… ¿y Zero?
¿Podría ser? Pero Trece era un hombre y Zero una mujer, Trece era antiestético y Zero muy atractiva, los dos eran compañeros, lo cual significa la posibilidad de que…
No, imposible. Prefería creer que no podíamos llegar a una conclusión todavía.*
[*Hermit: Cuanto antes lo aceptes el netorare dolerá menos. (/TTnTT)/]
—Él… no le haría algo así… a una mujer que se quedase inconsciente después de vomitar sangre… ¿cierto…?
—Trece debió de llevársela a su dormitorio para examinar que la hizo desfallecer y escupir sangre, ¿hm? Ya que Zero es una bruja especial para Trece.
Oooh, eso era a lo que se refería. Me he preocupado por nada.
—Trabaja en tu expresión, maniaco sexual.
—'Maniaco sexual'… Me gustan las mujeres, pero... un segundo, señorita. ¿Podría ocultar su disgusto? Estoy un poco herido.
Era cierto que podía estar encerrada en una habitación normal, pero igualmente bloqueada.
—Hey mocoso… quiero decir, señorita.
—A estas alturas está bien que me llames mocoso. Después de fingir ser un chico por años, me acabe acostumbrando a un lenguaje más grosero.
—Con que es así…
—Sí. De todas formas, ¿qué pasa?
— ¿Puedes averiguar dónde retienen a Zero? Decías que querías abrir un puesto de adivinación, por tanto eso se te tiene que dar bien, ¿no?
No olvide que Albus nos contó que quería montar una tienda en La Tête, lo que significaba que la adivinación debía ser su verdadero punto fuerte. Sin embargo, Albus ponía un rostro amargo.
—Puedo… pero necesito algo fuertemente vinculado a la persona a la que trato de encontrar. Una parte de ellos… como el pelo, un coletero que utilizasen, ropa. No puedo simplemente adivinar con un *bang* y ya está, no se trata de un espectáculo mágico pre ensayado.
Por supuesto, no teníamos nada significativo de Zero, ni habíamos hecho algo tan desagradable como recolectar muestras del pelo de Zero. En primer lugar, ella no llevaba muchas pertenencias. Acababa de conseguir algo de ropa nueva en Foamicaum-
— ¡Ah!
— ¡Aaah!
Albus y yo gritamos al mismo tiempo, y nuestras miradas se conectaron.
—El abrigo de Zero…
— ¡Esta en aquella tienda de Foamicaum! ¡Seguro que ese vendedor lo tiene enmarcado!

Bajo el manto de la noche, salimos de la cueva de la ribera rumbo a  la tienda de segunda mano en Foamicaum.
Parecía que nos habían arrastrado río abajo, como cuando lo comprobé, nuestra ubicación estaba muy cerca de Foamicaum. Incluso mientras bordeábamos los caminos y seguíamos los senderos dejados por los animales, llegamos a nuestro destino mientras la luna seguía baja en el cielo.
Aun así…
Considerando la probabilidad de que ya habría carteles de 'se busca' para nosotros, después del escándalo de la plaza, era imposible que entrásemos descaradamente por la puerta en Foamicaum a plena luz del día.
Eso significaba que tendríamos que apañárnoslas para entrar en una ciudad con la entrada bloqueada.
Bueno, éramos dos caídos y una bruja. Podríamos arreglárnoslas con cualquier cosa.
Con eso en mente, entramos a salvo en Foamicaum tras mucho esfuerzo.
Y como Albus predijo, el dueño de la tienda tenia enmarcada el abrigo de Zero.
Con un marco dorado y protegido por un cristal, un tratamiento digno para las joyas reales. Sentado en una silla frente a una mesa mirando en dirección a la túnica de Zero, el vendedor las apreciaba como si estuviera escuchando un coro angelical. Dos caídos y una bruja entraron en esa escena. La sorpresa y la confusión del vendedor eran terribles.
Para ponerlo en perspectiva, fue la sorpresa y la confusión lo que le hizo enviar su silla y su mesa al suelo y derramarle un buen vino en la cabeza.
— ¡¿Q-Qué demonios estáis haciendo?! ¡¿A qué habéis venido?! –El comerciante chillo con una voz aguda. Le arrojé una bolsa llena de monedas.
—Lamento esto viejo, aquí está el dinero por las ropas que te compramos, así que te agradecería que nos devolvieras esto.
Sin esperar el permiso del comerciante aturdido, rompí el cristal del cuadro y le pase la túnica a Albus. El tendero lanzó un lamentable grito mientras lo hacía.
— ¡Detente! Si me quitas eso, ¡¿dónde voy a encontrar un nuevo motivo para vivir?! ¡No, espera, espera, por favor! ¡Pueden llevarse todo lo que deseen! ¡Pero no se lleven esas prendas!
Su voz albergaba un gran dolor, nadie más que una madre que veía como mataban a su hijo podía saberlo. Fue desgarrador, peeero… lo ignoré.
— ¿No te sientes mal por él?
—Entonces, ¿qué tal si le das tu ropa interior?
Cuando termine esa frase, Albus me agarro la cola y tiro de ella. No podía soportar el dolor y grité, mirando a Albus mientras me desplomaba.
— ¡¿Qué te crees que haces?! ¡Es un tabú atacar la cola de un caído!
—Lo sé, le hice lo mismo a Holdem… Señor, si nos la da, haremos que Zero le de sus calcetines. ¿Qué le parece?
— ¡¿L-lo-los… ca-calcetines?!
El comerciante dejó de respirar por un segundo, con la palabra calcetines atascada en la boca. Lo tomó como si fuera una revelación divina, pero no había divinidad ni santidad en ella.
— ¿Hablas en serio? ¿Me dará sus calcetines? ¿Me dejará ver cómo se los quita?
Sus ojos indicaban que iba en serio. Estaba un poco desconcertado. Al parecer, Albus también.
—Oye, ¿realmente necesitamos mostrarle misericordia?
—También me arrepiento de eso...
—Señorita, estamos listos para el ritual.
Cara de perro llamó a Albus a un pequeño círculo que había dibujado, lo suficientemente amplio como para que una persona se posara encima, que circunscribía un complejo patrón de glifos y números entrelazados. El comerciante parecía satisfecho con la promesa de los calcetines de Zero, preguntando repetidamente a Albus: "¿Cuándo viene?" Empujándolo a un lado, Albus y yo nos acercamos al cara de perro.
—Conque sabes dibujar círculos mágicos, ¿eh?
—Cómo puedes ver, mis quince años como el sirviente de una bruja no son solo de adorno.
—Bien, adelante chaval.
—Mhm.
Albus se puso de pie en el centro del círculo, con el abrigo de Zero a sus pies y una vela en sus manos. En ese momento, el vendedor pervertido salió de su trance de los calcetines de Zero, poniéndose pálido.
—Esperad, ¿qué vais a hacer? Aleja esa vela, ¡¿Me oyes?! No… ¡No, no lo hagas!
—Tranquilo hombre. Tendremos cuidado con el fueg-
— ¡No quemes el abrigo! ¡Eso es un muy cruel!
El tendero eclipso la voz tranquilizadora del perro con un grito. Esto no depende de ti, repetí en silencio, con la sensación de que yo no era el único que pensaba así. No deberíamos haber mostrado clemencia a este pervertido.
El comerciante intentó agarrar a Albus, así que lo sostuve, deteniendo sus movimientos. Ignorando su rabieta, asentí a Albus.
Lo siento viejo. Pero fue tu elección el darnos el abrigo a cambio de unos calcetines.
Y somos libres de hacer lo que queramos con el ya que ahora no te pertenece, ¿sí?
—…Hazlo.
Albus respiro hondo… y dejó caer la vela encendida en la prenda de Zero.

Una habitación oscura. Luz de una vela. El canto de los pájaros. Muros de piedra. El hedor de la sangre.
Intercambiamos el tesoro del dueño de la tienda de segunda mano por toda esa información. Eso era lo que la adivinación de Albus nos había conseguido. Los resultados de una adivinación eran esencialmente cosas muy difusas y vagas.
La adivinación era también una forma de brujería, y aunque había oído que se requería la invocación de un demonio para realizarla, no podía ver ni escuchar a ningún demonio.
—La señorita ha convocado a un demonio en su propio cuerpo. No el cuerpo del demonio, solo su alma .Se llama 'hablar con los muertos' o 'invocación del demonio', pero es el tipo más antiguo y básico de hechicería.
El cara de perro trató de explicármelo, pero lo único que podía ver era a una pálida Albus de pie sobre el círculo mágico, murmurando cosas.
—Entonces, ¿dónde dirías que está la bruja?
—Parece ser la Torre del Amanecer. Es la torre más cercana a donde sale el sol por las mañanas. Los pájaros hicieron un nido allí en el pasado, cada vez que llegamos a esta época del año, los pájaros vuelven.
— ¿Estas completamente seguro de esa respuesta? ¿Señor ex caballero del castillo?
—Nah. Han pasado quince años desde que me fui de allí.
—Así que todavía nos sigue tocando apostar en donde está, huh…
Se podía oír la brisa y el canto de los pájaros, lo que significaba que era un lugar tranquilo.
En un castillo con mucho tráfico de pies sería difícil encontrar un lugar tan silencioso, lo cual significaba que Trece no podría haber encarcelado a Zero cerca de los aposentos reales.
Además, él mismo vivía en el sótano del castillo. Pero como había sonidos de pájaros, Zero no podría estar bajo tierra. Así que, probablemente sería una torre. Cuando le conté a Albus sobre mis conjeturas, ella me ofreció muy perspicazmente que "los resultados de una adivinación requieren un análisis apropiado para ser aclarados", con una expresión de hacerse la misteriosa.
Y así, salí de Foamicaum, inmerso en la oscuridad de la noche y me dirigí a Prasta, la capital imperial.
Tomando un gran rodeo alrededor de las paredes de Prasta, terminé al pie del acantilado que sobresalía detrás del castillo. Suena bastante simple, pero por supuesto corrí hasta aquí a toda velocidad. Tuve que hacer esto por la noche, ya que la luz del amanecer traería mayor vigilancia a la ciudad. En cuanto a cualquier estrategia, la velocidad y la precisión eran los que traerían la victoria.
—Muy bien… llego el momento de infiltrarse en el castillo.
Prasta estaba construida cerca del castillo del acantilado, con el resto de la ciudad en forma de abanico por las laderas poco empinadas. El castillo del rey fue establecido encima de un acantilado, sin nada de tierra detrás de la fortaleza.
Además, en el fondo del acantilado sobre el que se encontraba el castillo, había un río que fluía con fuerza como un foso natural.
Esto significaba que había tres obstáculos en mi camino hacia el castillo. El primero eran los rápidos del río ante mí. El segundo el acantilado escarpado pasado el río, que conduce al castillo. El tercero eran seguramente las murallas de la fortaleza con soldados que patrullaban sobre ellos. Si yo fuera un ser humano, renunciaría inmediatamente al oír estos desafíos. Esto sería un esfuerzo extremadamente difícil. Realmente no quería, pero tenía que hacerlo.
Cogiendo un solo bocado de aire y reuniendo mi espíritu de lucha, salté al rápido flujo de agua. Nadando contra corriente hacia la orilla opuesta, hundí un cuchillo en la otra orilla del río para evitar que la corriente me llevase lejos. Me arrastré por un estrecho punto de apoyo a lo largo de la orilla y lo logré. Había superado el primer desafío.
Pegándome al acantilado donde edificaron el castillo, podía medir la distancia hasta el, incluso más arriba, hasta la altísima torre que era mi meta.
—Oh… eso está demasiado alto.
Podía ver las vetas ásperas de roca en el acantilado y la piedra cincelada de las paredes del castillo. Y aún más allá, difícil de ver a la luz de la luna, el pico de la torre parecía la aguja de un reloj.
—Mierda, ¿cómo podía ese cara de perro estar tan tranquila…?
*Hermano, puedes llegar hasta allí sin problemas, ¿sí?*
*Levántate… *
*Escala.*
Él dijo que era la única manera de llegar a la torre desde el exterior.
Me despedí de Albus y su perro en la tienda de segunda mano. Esos dos tenían que hacer los preparativos para la barrera, y no había nada que yo pudiera hacer para ayudarles con eso. Albus se puso una peluca y un vestido, asumiendo la apariencia de una mujer, para deshacerse de sus perseguidores. Mi trabajo era rescatar a Zero. ¿Estaba realmente encerrada en esta torre?
—Por favor, Albus… Bruja del Canto Lunar.
Me puse la capucha de mi querida capa negra sobre la cabeza, y al mismo tiempo agarré dos cuchillos en mis manos antes de clavarlos en el muro de tierra del acantilado. Me apoyaba en uno, y después clavaba el otro más arriba, para ir escalando el precipicio.

El corazón del reino era la capital. Si esta se desmoronaba, entonces el resto del país no tardaría en seguirlo. Por eso, a pesar de que la capital no empleaba más guardias que una ciudad normal, gracias al acantilado que servía de retaguardia natural, todos fueron desplegados al frente de la ciudad para defenderse de los ataques. Así que incluso si hubiese soldados temporalmente vigilando la parte de atrás, lo más seguro es que vagueasen en sus patrullas.
Por supuesto que lo harían, ya que no había nadie vivo lo suficientemente estúpido como para subir este acantilado con dos cuchillos, y cualquiera que lo intentase perdería su agarre debido al agotamiento y caería al suelo. Pero un mercenario que fuese un caído tendría suficiente resistencia para hacerlo sin morir.
Sin embargo, incluso un caído no haría lago tan suicida.
Confiaba en que podía llegar hasta arriba, pero la muerte estaba asegurada si mi mano se resbalaba por la fatiga o la incomodidad.
A mitad del acantilado, estaba goteando de sudor. Lo que era extraño era cómo me estaba congelando por mi inmersión en el río, pero sudando al mismo tiempo.
Encima de eso, mi cuerpo empapado sólo se enfriaba aún más cada vez que el viento soplase, el calor de mis miembros desaparecía lentamente. Cuando eso sucedía, iba perdiendo progresivamente la sensibilidad en los dedos, lo cual era una muy mala señal. Reajusté mi agarre de los cuchillos.
—Esto no es algo que una persona tan pesada como yo debería hacer… mierda, ¿quizás debería de perder algo de peso?
Extraje uno de los cuchillos de la tierra compacta… en realidad, estaba más cerca de la piedra... y lo clavé una vez más. Me colgué de una mano por un rato, descansando mi otro brazo, no pude evitar mirar hacia abajo.
—Oh… estoy jodidamente alto…
Me había imaginado lo que sería subir hasta aquí, pero mirando ahora hacia abajo, realmente era mucho. La caída seria mortal. No tenía más opción que seguir adelante. Me parecía más fácil seguir subiendo en lugar de dar marcha atrás por donde había venido. Esos pensamientos ocuparon mi mente, acomodé mi pie en una grieta en el acantilado, alcancé lo más alto que pude y clave mi cuchillo en la tierra, repitiendo esta rutina una y otra vez.
En serio… me estaba tomando un esfuerzo más allá de mi imaginación, solo para recuperar el trabajo que había perdido. Había conocido a Zero cuando me caí de un pequeño acantilado, y ahora estaba subiendo un acantilado para volver con ella.
Bueno, aun así, seguía siendo mi culpa por dudar de ella.
*Clang*, sentí que mi cuchillo rebotaba contra algo. Era la base del castillo. Miré hacia arriba y vi que los muros de la ciudadela se alzaban más allá del borde del acantilado.
Pasado este punto no podía usar los cuchillos. Utilicé mis garras, cavándolas en el cemento blando entre las piedras de la pared.
Noté escalofríos en el momento en que puse todo el peso de mi cuerpo sobre ellas. Se sentían mucho menos sólidas que los cuchillos.
—…No me falléis ahora garras.
Rezando, empecé a escalar la muralla. Clavando mis garras en el cemento y buscando puntos de apoyo en las pocas imperfecciones de la pared, avanzaba pulgada a pulgada. A medida que iba subiendo, el viento se hacía cada vez más fuerte y me sentía como si en algún momento me haría volar. Había pequeñas ventanas en las torres, aunque ya que la cabeza de un humano apenas podía caber a través de ellas, no eran muy útiles para un intruso. Parecía que habían tomado algunas precauciones, más o menos. Incliné la cabeza hacia atrás y miré hacia arriba.
Solo… un poco más…
Pero cuando ese pensamiento cruzó mi mente, oí el sonido de pasos desde la ventana a mi lado.
No tendría donde esconderme si me viesen, y ya ni hablemos de la forma de salir de este lio. Algo como "Tan solo hacia una noche muy hermosa fuera, y no pude resistirme las ganas de escalar las paredes del castillo" probablemente solo me haría obtener una risa y un "Ah, ¿entonces puedo unirme a ti?"…
Contuve el aliento y rece a Dios que aquellos pasos se fueran sin más.
Pero Dios era un hombre poco compasivo. La posición de la luna era una mala noticia para mí.
Mi sombra cayó… justo en medio de la ventana. Todo menos simpatía, deberías ser el diablo, Dios.
—Mierda…
Maldije guardando el aliento, y extendí un brazo paralelo al suelo para situarme directamente encima de la ventana.
…No mires arriba, por favor.
Esperé con la respiración entrecortada mientras mantenía una cuidadosa atención en la ventana debajo de mí. Los pasos se detuvieron antes de la abertura. Sin embargo, después de unos segundos, los pasos se pusieron en marcha de nuevo y se desvanecieron.
Todo el agotamiento de la subida me golpeó a la vez de repente. Cuando lo hizo… el cemento se desmoronó y mis garras se soltaron de la pared del castillo.
— ¡M-mierda, [Censurado]!
Estaba cayendo. Agarré la pared, pero mis garras sólo arañaron la superficie de piedra, sin hacer nada para detener mi caída. Unas cuantas de mis uñas se rompieron por la fricción, y empezó a gotear sangre de mis dedos.
Mi brazo desesperadamente extendido agarro el borde inferior de la pequeña ventana que se abría. La rudeza de la parada casi dislocó mi hombro, aunque fui capaz de alguna manera de soportar la agonía y abstenerme de gritar por el insoportable dolor.
— ¡E-eso estuvo demasiado cerca…! ¡He estado a punto de morir…!
Mis garras estaban destrozadas. Seguir escalando hacia arriba sería mucho más difícil ahora, pero tenía que avanzar, de lo contrario me iba a morir de verdad. Volví a trepar por la muralla una vez más.

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