Capítulo 6: Hechizo prohibido.

Parte 4:
No pude hacer otra cosa más que quedarme allí sentado, con un brazo colgado en el aire y Zero pegada a mí.
La habitación estaba a oscuras, salvo por la luz de la luna que acedia por mi entrada improvisada. Había una gran pila de libros y quién sabe cuántas velas apagadas. Encima de una silla que parecía cómoda, había un montón de cojines formando una especie de cama.
La cueva de la que hablaba Zero seguramente sería algo como esto.
¿Así son… tus sentimientos por Zero, Trece? Podía sentir la dolorosa intensidad de sus sentimientos hacia Zero. Esta habitación era como el vientre de una madre. Estaba oscuro, apartado y protegido, casi asquerosamente soporífero y aburrido.
Trece… ¿vas en serio? Aunque la mayoría de brujas y hechiceros no son lo que se llama normal, estás en un nivel completamente diferente.
—Hey. ¿Cuándo vas a dejar de llorar, señorita bruja? Detesto ser así, pero no tenemos tiempo para lágrimas. Simplemente vuelve a tu viejo yo de siempre, por favor.
Zero movió la cabeza hacia arriba como si algo la hubiera sorprendido. El moco y las lágrimas que caían por su rostro desfiguraban su belleza que incluso la luna envidiaría. Me sentía relativamente seguro de mi propia apariencia, pero al apreciar cómo se veía era suficiente para hacerme querer abofetear mi cara. Luego la levanté sobre mis hombros, y lentamente, su expresión volvió a la normalidad.
—Estás priorizando tus propios asuntos... ¡aunque es evidente que estoy sufriendo! ¡Hay un límite a lo insensible que puede ser! Compadéceme un poco más, consuélame un poco más-
—No soy un mercenario solo de nombre. He tenido que comer delante de los cadáveres de mis compañeros. Además, dijiste algo sobre una trampa antes, pero...
¿Qué significaba eso?
En el momento en que abrí la boca, el suelo bajo nuestros pies se abrió. La luz y el sonido se desvanecieron instantáneamente, y fui asaltado por la sensación de estar flotando, como si mis entrañas subiesen hasta mi garganta. La torre se había derrumbado. No, espera, esto era-
—Maldita sea… ¡Trece!
Ya veo. Esta era la trampa, ¿no?

Cuando levanté la mirada, estábamos en el mismo lugar al que habíamos sido convocados antes, la cámara subterránea debajo del castillo. A cierta distancia, Trece estaba exactamente donde lo hizo la última vez.
Y detrás de él había una jaula para pájaros, aparentemente hecha a medida, con Zero encerrada en su interior.
— ¡Mercenario!
— ¡…Zero!
—Detente. Quédate donde estas y ponte de rodillas.
Apenas había empezado a correr, al momento seguí las órdenes de Trece, tal como las dijo, postrándome en el suelo.
— ¿Pero qué? ¿Cómo es que-?
—Te dije que las mentes superiores pueden manipular a los animales. Los humanos también son animales, y esta cámara fue construida para amplificar mi destreza mental. Este es mi santuario.
— ¡Mercenario! ¡¿Estas bien?!
—Mirando lo que pasa como un tonto, sigo sano como un buey... pero maldita sea...
Desesperadamente, solo conseguí mover un dedo, clavando una uña en el suelo. Mi cuerpo no me obedecía. Mis extremidades no se habían dormidas, ni había perdido la sensibilidad en ellas, pero no podía levantarme por mí mismo.
—Desperdicias el tiempo. Aquellos con ira en su corazón, caerán ante el poder mental de otros.
Con que de eso se trata ¿eh? Pero aún así, estaba enfurecido.
Trece dio un paso adelante. Hacia mí. Y Zero gritó.
—Tú… ¡Treceee-! ¡No voy a perdonarte! ¡Él me pertenece! ¡Es mi mercenario, el cual volvió conmigo voluntariamente! ¡¡Devuélvemelo en este instante!!
—Tus palabras son inútiles, Zero. Hay una barrera sobre esa jaula donde estas. Incluso tú no podrías escapar de ella… te lastimarás si lo intentas, así que quédate ahí.
— ¡No me des ordenes, Trece!
—Entonces, ¿qué tal si lo pongo de esta manera? Por favor, te ruego que hasta que lo mate y libere tu espíritu, cierres los ojos y tapes tus oídos por mí. Luego sellaré tus recuerdos sobre este hombre.
— ¡Como si lo fuese a hacer! ¡Nunca permitiré eso, Trece…! ¡¡Trece!!
Zero gritó y golpeó los barrotes de hierro, sacudiéndolos y provocando un estruendo. Aunque no parecía que hubiera algo que pudiera hacer dentro de la jaula de pájaros sin puertas, incapaz de usar magia.
Realmente no quería, pero decidí que tal vez debería intentar la reconciliación. Chasqueé la lengua, y luché para poner mi cara hacia arriba para hacer frente a Trece.
—Tengo que decir algo ahora, Trece. ¡Hay una forma de deshacerse de la magia sin matar a todas las brujas! Lo que estás tratando de purgar, como la rebelión del Culto de Zero y el caos de los brujos rebeldes, ¡todos pueden ser detenidos si solo usas [Rechazo] en ellos! ¡Podrás recuperar el Libro de Zero, y deshacerte de todas las brujas que han causado problemas bajo el nombre de Zero! Y entonces, cuando Albus use la confusión resultante para organizar a las brujas novatas bajo la memoria de Solena, los problemas de Wenias terminarán finalmente. La existencia de la magia no sería olvidada, pero con los esfuerzos de Albus tal vez se podría usar la magia como Zero había esperado que fuera. –Dije sin dejar de mirar el rostro inexpresivo de Trece.
—Vine aquí para llevarla lejos para que pudiéramos lograr eso. Así que con todo el debido respeto, debes enviarnos lo más rápido posible... ¡Trece!
—Lamentablemente, debo rechazar. Zero no saldrá de este lugar, ni utilizará la magia [Rechazo].
— ¿…Qué?
Estaba perplejo. ¿…Es que mi explicación no fue lo suficientemente buena? Yo creía que Trece quería recuperar el Libro de Zero y deshacerse de aquellos que habían estado abusando de la magia que Zero inventó. Asumí que estábamos detrás del mismo objetivo, así que él no tenía ninguna razón para rechazarlo. Trece tampoco era lo suficientemente mezquino, como para declinar la oferta sólo porque no me gustaba o algo tan estúpido como eso.
—Quieres recuperar cuanto antes el libro de Zero, ¿no? De esta forma-
—Eso no resolverá nada… De hecho si, traería una tregua temporal al conflicto y volvería a esta nación a cómo era antes. Las brujas se tendrían que conformar y regresar a la "coexistencia" del pasado. Pero sufrirían una nueva herida, la de una sublevación de brujas.
Trece desapasionadamente me interrumpió.
No resolvería nada. Simplemente regresarían a la situación anterior, teniendo que sanar nuevas heridas.
¿…Que había de malo en eso?
Aquellos que no querían una falsa coexistencia, que más bien apuntaban a ganar verdadera tranquilidad para las brujas, eran 'esa persona' y el Culto de Zero. ¿Por qué Trece, alguien que luchó por exterminarlos…?
¿…estaba en contra de volver a estar como antes?
—…Exactamente, mercenario.
Zero estaba apretando los barrotes de su jaula, con la cabeza agachada cuando oí su tenue voz.
—La meta de Trece no es ni la recuperación de mi libro ni la resolución del caos en Wenias. Esos son meramente los medios. Lo que él busca es la conclusión que traerán...
—Venga ya… Siempre te digo que expliques las cosas de forma que incluso un tonto las entienda ¡¿no?! ¿Entonces qué es lo que pretende Trece? ¡¿El motivo de que Trece saliera de la cueva no era buscar el libro?! –Grité, mirando furiosamente a Trece. Entonces, lo vi.
Al final del innecesariamente grande bastón de Trece, había incrustada una brillante joya escarlata.
Esa gema… ¿no es la misma que la del collar de Albus?
Yo no era muy inteligente. Pero puedo comprender bien con mi cerebro cosas como conspiraciones y complots secretos, por ser un mercenario. ¿Qué pasaría si lo que Trece quería no era poner fin al conflicto que se derivaba del Libro de Zero… dicho de otra forma, el conflicto entre las brujas y el reino… sino algo que produciría?
Eso significaría que Trece necesitaba la guerra para alcanzar su objetivo.
Y aquel que robo el Libro de Zero, incitando la guerra en Wenias fue 'esa persona'.
Además.
¿Quién demonios era 'esa persona', que robo el Libro de Zero de aquella cueva, esparciendo la magia por toda Wenias, y que esencialmente era una figura en las sombras… y donde se encontraba ahora?
Sentí como me empapaba de sudor. Vi que Trece llevaba un libro en la mano. ¿Esa no es una cubierta de ébano?
"¿Qué clase de libro es ese que dices que puede destruir el mundo?" Le pregunte una vez a Zero, a lo que ella respondió.
"[…] encuadernado con ébano pulido […], con bisagras de oro […]"
Trece poseía un libro que encajaba perfectamente con esa descripción.
Como si hubiera estado allí desde el principio, se podría decir.
—Hey, espera un seg… esto no puede ser… no puedes ir en serio, Trece.
¿Y si el Libro de Zero no hubiera sido robado después de todo?
¿Y si Trece mintiese sobre abandonar la cueva para buscar el libro, y en realidad difundir la magia?
'Esa persona', quien mato a las brujas de la cueva, robo el libro y dio a conocer ampliamente sus enseñanzas. Y Trece, que viajó para perseguirlos y recuperar el libro, mientras luchaba contra las brujas de Wenias.
No podía ser… era imposible que los dos fuesen la misma persona ¿cierto?
—Para detener la caza de brujas por completo, es necesario que la población piense que todas las brujas malvadas han desaparecido.
La voz de Zero respondió. Trece miró hacia abajo, hacia mí, todavía sin expresión alguna.
—Para hacer eso, primero hay que poner a esas brujas en el centro de atención. Hay que entregarles poder, oportunidades, y transformar su carbón ardiente en una gran hoguera. Y finalmente, extinguir públicamente su llama, o la gente mantendrá su temor por las brujas.
Tras lo que dijo Zero, el discurso que dio Trece en la plaza resonó en mi cabeza. Había proclamado en voz alta que iba a perseguir a esas malvadas brujas por la justicia y por las personas.
—Eso es por lo que… –Zero dejaba escapar una voz temblorosa.  —Trece extendió la magia en todo el reino, y provocó a las brujas a rebelarse por la agitación del Culto de Zero, todo como 'esa persona'. Y ha conseguido un puesto en el castillo imperial, actuando como el hechicero del bien con el poder de reprimirlos. Desde el principio-
El libro nunca fue robado.
…El bien no podría existir sin el mal. Hace tiempo, la Iglesia estableció a las brujas como el mal, para que el pueblo confiase en su justicia. ¿Había conseguido Trece hacer lo mismo que habían hecho tiempo atrás?
— ¿…Todo esto fue planeado? –Pregunté vacilante. Sin embargo, no era una pregunta sino una afirmación.
—La rebelión del Culto de Zero... el caos de las brujas rebeldes... tú... ¡¿Tú planeaste todo eso?! ¡¡Trece!!
A pesar de depender de las brujas, la gente de Wenias no podía aceptarlas. Esa era una clara contradicción. Por supuesto, las brujas no estaban contentas de vivir en un mundo así.
Sin embargo, la impresión que tenía la gente de las brujas era mucho más amable que la de la gente de otras naciones. Era innegable que la existencia de Solena, como un cuento de hadas, daba una especie de tranquilidad mental.
La base de la cooperación había sido establecida, pero también el detonante de la guerra. Por eso Trece había escogido a Wenias para sus planes. Al extender el poder de la magia y destruir el equilibrio de poder, crearía una oportunidad para la erupción de la insatisfacción de las brujas. Una vez que lo hizo, pudo cazar y matar a las brujas rebeldes bajo la bandera de la rectitud.
…Todo era por la "verdadera época de paz para las brujas" que se lograría al final.
Un suspiro profundo y cansado escapó por los labios de Trece.
—Planificado… supongo que se podría decir así. Sin embargo, fueron las brujas y la gente de esta tierra quienes llegaron a sus propias conclusiones y tomaron esas acciones a través de su propio pensamiento consciente. No les pedí que lo hicieran.
La ausente voz de Trece carecía de cualquier clase de tono, sonaba muy inhumana.
—Las sutiles injusticias que sufrieron continuamente las brujas, se estaban acumulando en sus corazones… y puesto que se permitía mantener tal agravio sin ser compensado, la mala relación nunca terminaría. Y así, en un futuro no tan lejano, la revuelta comenzaría en Wenias. No hice nada más que acelerar el proceso. Aquellos que querían luchar eran las brujas de este reino. Por así decirlo, actuaron según el camino que yo había preparado para ellas.
— ¡¿Qué camino?! ¡Eso entra en el terreno de las conspiraciones!
Aún podía moverme con dificultad, y con gran esfuerzo escupí en el suelo. Trece pareció no darse cuenta.
—Tengo que hacer una corrección, Zero. No hice nada para agitar al Culto de Zero. Todo lo que he hecho es asegurar la propagación de la magia a través de Wenias. Había un gran número de senderos que el Culto de Zero pudo haber tomado para hacer lo correcto y coexistir con los humanos, pero a pesar de todas las oportunidades para llegar a la paz común, acabaron eligiendo la senda que los conduciría a su propia destrucción.
— ¿Una senda que los conduciría a su propia destrucción…?
—Sí. Al traicionar la confianza de los humanos con la Rebelión de la  Venganza, el Culto de Zero eligió el camino del mal. Así que tuve que conformarme con el camino de la justicia hasta que, al salvar al rey y protegerlo de sus atacantes brujas, me había convertido en el bufón que representaba las actuaciones de justicia que el pueblo anhelaba. Increíble... eran ellos quienes querían defender este reino como la fuerza del bien, incluso usando el nombre de Zero en vez del suyo, pero terminaron convirtiéndose en exactamente lo contrario. Esta es la razón por la que la situación es ahora tan difícil, hay tantas incógnitas de que las cosas no proceden siguiendo la lógica... diez años se han desperdiciado como resultado de esto.
Los amplios hombros de Trece cayeron ligeramente y suspiró, frunciendo las cejas en aparente frustración.
—Mal entendidos, venganzas, venganzas por venganzas… el nacimiento de una nación de conflictos uniría inevitablemente el mundo con la miseria. Zero… no tenías que ver esto. Si tan sólo me hubieras esperado en la cueva, y simplemente hubieras aceptado el reino que yo habría creado. Reinarías como el símbolo de paz y prosperidad, la madre de la magia, sobre un mundo donde las brujas son reverenciadas como iconos de la rectitud y la magia seria conocida por todos como el arte más noble.
— ¡Tonto! ¿Alguna vez fantaseé con eso, Trece? Si hubieras pensado simplemente en volver, ¡yo habría-!
—Siempre decías que querías ver el cielo, ¿correcto?
Zero tragó saliva bruscamente. "El cielo", sonó por los labios de Zero.
—Deseabas el mundo fuera de la cueva. Dijiste que querías que los demás conocieran la magia del Libro de Zero, y que ansiabas un reino donde todos pudieran vivir con comodidad y felicidad. De hecho, te advertí que la magia era un arte que traería la destrucción del mundo. Pero aún así, te aferraste al Libro de Zero como un sueño infantil. Por lo tanto, decidí que volvería realidad ese sueño.
Todo había sido por la paz de las brujas... y por eso, la felicidad de Zero…
Lo entiendo, Trece. Esto era cada vez más y más demente.
—Ahora es el momento de crear una nueva nación, Zero. Todo terminará muy pronto. Todo. Con las palabras de la nieta de Solena… su nombre era Albus, ¿no? Todas las brujas que decidiesen pelear vendrán a enfrentarme. A mí, a 'esa persona' a la cual le juraron su absoluta lealtad mediante un pacto de sangre.
Incumplir un pacto de sangre de las brujas significaba la aniquilación. Lo que me comentó el cara de perro apareció repentinamente en mi mente.
"Las brujas rebeldes trataron de matar a Trece."
"Ni siquiera tuvieron la oportunidad de luchar antes de que 'esa persona' los castigase."
Ah… así que era eso. Entonces, ¿este era el camino?
Para aprender magia, era necesario unirse al Culto de Zero, mediante un juramento de lealtad a 'esa persona' con un pacto de sangre. Incluso las brujas rebeldes originalmente aprendieron magia con el Culto de Zero.
Resumiendo, todos los usuarios de magia le juraron lealtad a Trece. Por eso, cuando las brujas rebeldes intentaron acabar con él, fueron aniquiladas por el poder de sus pactos de sangre.
Lo mismo ocurriría otra vez. Salvo que en esta ocasión, seria a una mayor escala.
Ya podía ver el Culto de Zero y las brujas rebeldes, normalmente enemigos, reuniéndose y uniendo fuerzas para derrotar a Trece.
Y en el momento en que las brujas comenzasen su ataque contra él, serían aniquiladas sin dejar rastro… Es decir, las brujas malvadas serían destruidas enfrente de la población que temía a las brujas.
Únicamente quedaría Trece… y de esa forma, su justicia se volvería incuestionable.
Ese era el "camino" de Trece.
— ¡…No!
Zero gritó y sacudió la jaula.
— ¡No, no, nooo…! ¡¿De verdad pretendes acabar con todas las brujas del reino, Trece?! ¿Incluso las brujas ancianas con su sabiduría y conocimiento cristalino? ¿Incluso las brujas jóvenes con sueños y esperanzas? ¡¿Matarías a todas por mi bien?!
—Las únicas que morirán serán las que elijan la violencia. Sólo aquellos lo suficiente idiotas e inconscientes como para confiar plenamente en alguien tan misterioso como 'esa persona'… alguien cuya identidad y paradero real son desconocidos. Tales ignorantes eran indignos de semejante poder desde el principio. Las sabias brujas ancianas, todavía viven modestamente y de forma discreta, esperando a que pase la tormenta.
Era la consecuencia de la irreflexión. Ellos eran responsables de sus propias acciones. Tomaron sus propias decisiones, lucharon por su propia voluntad, y morirían por sus propias manos.
Es verdad, realmente no había necesidad de simpatizar con gente como esa.
Pero, Trece.
Estas supuestas verdades con las que te justificas… no son todas convenientes para ti.
—Entonces… ¿qué pasa con Solena?

No hay comentarios:

Publicar un comentario