Parte 6:
Aunque habíamos derrotado a Trece, todavía
había asuntos por resolver.
Las brujas se estaban reuniendo en respuesta
a la declaración de guerra de Albus, e irían a por Trece muy pronto. Un
conflicto a gran escala que podría destruir al reino desde dentro, y la
erradicación de las brujas por sus pactos de sangre, ambas cosas estaban a
punto de ocurrir.
Albus y el cara de perro se suponía que
estaban intentando evitar que cualquiera de esas dos posibilidades ocurriese,
pero…
Bueno, supongo que debería haber sido
bastante obvio.
Los humanos impotentes obtuvieron el poder de
la magia, y finalmente podían alzarse como personas influyentes, pero entonces
escuchan que les arrebataran su poder. Por supuesto que ellos no lo aceptarían,
y si alguien lo intentase, concentrarían todos sus esfuerzos en detenerle.
Y así, mientras subí el escarpado acantilado,
me reencontré con Zero, y enfrente a Trece. Albus se había topado con un
pequeño problema al intentar establecer una barrera para sellar la magia.
En ese momento, el llamado de Albus a las
armas contra Trece se había extendido finalmente en todas partes. Cuando el Culto
de Zero y las brujas rebeldes se regocijaban de que finalmente era el momento
de pelear, se enteraron de la aparente traición de Albus y se volvieron
coléricos.
Así que, el plan de acabar con Trece se había
pospuesto, y matar a Albus, quien estaba dispuesta a quitarles la magia y
robarles un futuro brillante a las brujas, pasó a ser su objetivo principal. El
amigo de ayer es el enemigo de hoy… Sentía que cuando se trataba de trabajar en
un interés común, las brujas eran casi como mercenarios.
Pero claro, Albus no iba a dejarse matar sin
hacer nada.
Sin embargo, ella estaba en inferioridad
numérica. Parecía que esa alma noble tendría una muerte noble… y entonces el
espectáculo de las dificultades que pensé que tendría Albus para dialogar,
comenzaron a revelarse.
—Libro de Captura, versículo ocho… ¡[Kaprata]!
En sincronía con aquella voz, innumerables raíces
salieron de la tierra, envolviéndose alrededor de las brujas que iban por Albus
y las ataron a la tierra.
Albus estaba en el suelo, con el cara de
perro protegiéndola. Tímidamente abrió los ojos, y se fijó en la figura de un
hombre con el brazo extendido, que estaba en silencio frente a ella.
— ¡¿Tr- Trece?!
Se sorprendió al ver de repente a aquel
hombre que apareció silenciosamente, un hombre alto y encorvado, vestido como
un hechicero malvado.
—Yo también estoy aquí.
—Yo igual.
Anticipándonos a Albus, que parecía estar a
punto de huir mientras gritaba de miedo, Zero y yo la saludamos. Al vernos a
los tres juntos, Albus se quedó conmocionada por la sorpresa.
Bueno, era de esperar. Si cambiásemos de lugar,
estoy seguro de que yo también estaría totalmente confundido.
Un poco antes Zero había derrotado a Trece en
el castillo, y él decidió prestarle su fuerza.
No tengo ni la menor idea de cómo lo hace,
pero parece que Trece tiene alguna misteriosa habilidad para enterarse de todos
los movimientos de los miembros del Culto de Zero, y entre todas las cosas que
pudo preguntar nos dijo "Parece que
la descendiente de Solena va a morir, ¿eso está bien?" Que pregunta
más estúpida.
Sin tener siquiera el tiempo para gritar
"¿Cómo demonios estaría eso bien?"
corrí por el castillo, cogí un carro tirado por el caballo más rápido del
reino, y me di prisa en llegar hasta aquí. Aquí… donde solía estar una de las
entradas a la academia, en un bosque cercano a La Tête. Conseguí traernos a
tiempo. Para poner fin a esta lucha sin más derramamiento de sangre,
necesitábamos la ayuda de Albus. Algo raro de ver, Zero también tenía prisa, e
incluso Trece, inquieto, decidió echar una mano.
Pero para Albus, que no sabía nada de lo que
habíamos descubierto, sus únicos aliados aparecían junto a su mayor enemigo.
Ante tal escena, cualquiera se estresaría por intentar asimilar lo que pasa.
— ¡¿Por qué estáis con Trece?! ¡¿Y por qué me
ha salvado?!
¿Veis?
Se puso a gritar. Trece suspiró solemnemente. Suspirar parecía ser un
hábito para este tipo.
—Es una larga historia y no tenemos tiempo,
ya que parece que estamos rodeados… seria inoportuno que llegasen refuerzos,
así que seré breve. Yo soy el fundador del Culto de Trece, es decir, aquel al
que todos conocen como 'esa persona'.
— ¡¿Queeeeeeeeeé?!
Demasiado
breve, Trece. Albus no es capaz de comprender esa información tan escasa fuera
de contexto.
— ¡Espera, qué…! ¡¿Pero qué demo-?¡
—Trece era la mente maestra detrás de todo lo
ocurrido, y ahora se ha unido a nuestro lado, chico.
—Unirse a nuestro lado… pero ¡¿Trece?! Y
Trece era 'esa persona'… ¡Pero él es el enemigo número uno del Culto de Zero…!
—Chaval, su plan era destruir el culto que él
mismo creó para así mostrarse ante el mundo como la fuerza del bien, y de esa
forma alcanzar la "verdadera época de paz" para las brujas. Para eso
necesitaba brujas justicieras y brujas malvadas, mientras él movía los hilos de
ambos grupos a la vez.
— ¡I-imposible! ¡¿Cómo puedes esperar que
m-me crea algo como eso?!
Incluso con mi intervención Albus sólo se
estaba confundiendo cada vez más. Supongo que porque esta declaración era
demasiado repentina e impactante.
Al oír el desconcierto de Albus, Trece agitó
ligeramente su bastón y lo sostuvo en alto ante los ojos de Albus. El rubí que
tenía adherido comenzó a brillar, y nuestras figuras se hacían visibles en sus
profundidades.
—Las joyas de los collares que portan los
integrantes del Culto de Zero en sus cuellos, alguna vez fueron parte de este
orbe. Por consiguiente, las actividades de aquellos que llevan dichos collares
pueden ser dirigidas y monitoreadas mediante este bastón. Sabía que el caído
volvería al lado de Zero, vuestros planes para sellar la magia, todo. Por ello
sabíamos que teníamos poco tiempo para llegar hasta aquí… ¿Es suficiente prueba
para ti?
Albus toco su cuello y se arrancó el collar
de gargantilla. No podía sentirse bien sabiendo que lo había usado durante un
año entero.
Con ojos aún incrédulos e inquietos, miró a
Trece.
— ¿Trece de verdad es… 'esa persona'? ¿Aquel
que robo el Libro de Zero e introdujo la magia en Wenias…?
—Sí. Yo planeaba permitir que todos
aprendieran magia para dar origen a los brujos rebeldes, y venir a este reino
con el propósito de que el Culto de Zero los suprimiera como brujas justicieras
y ganaran la confianza de la gente. Desafortunadamente, la muerte de Solena
cambió todo. Con la Revolución de la Venganza, el Culto de Zero se volvió una
representación del miedo y la maldad, no tuve más alternativa que ser yo mismo
el que impartiese la rectitud.
"La muerte de Solena". Albus
reaccionó ante aquellas palabras, recuperando toda su fuerza y mirando a Trece
con odio.
— ¡¡Eso es una gili[Censurado]!!
¡Tú fuiste el que provocó la plaga por la que mataron a Solena! ¡¿Qué tus
planes cambiaron?! ¡¿Cómo, si pretendías matar a Solena desde el princip-?!
—Eso no es cierto, chico. La causa de la
plaga fueron unas brujas rebeldes que, insatisfechas con sus conocimientos de
la magia, experimentaron con su predecesor… la hechicería. Trece no estaba
involucrado.
Zero calmadamente interrumpió los reproches
de Albus. Tal vez era de esperar, pero Albus perdió la compostura.
— ¡¿Y qué?! ¡Sigue siendo su culpa por
esparcir el conocimiento de la magia por Wenias! ¡El único que difundió
imprudentemente la magia e incito una rebelión! No creas que lo perdonare
simplemente porque no estaba directamente relacionado. ¡¡Trece asesinó a mi
abuela!!
—Woah, tranquilízate chaval. No es momento
para-
—No, ella está en lo cierto.
Trece levantó una mano ante mi intento de
intervenir. Sin embargo, su mirada nunca dejó a Albus. A pesar de que Albus se
sintió incómoda, Trece continuó observándola. Entonces…
—…Me disculpo.
Sus palabras eran increíblemente breves, pero
insoportablemente pesadas. Fue una extraña disculpa.
Albus cerró la boca con sorpresa e hizo una
mueca como si tratara de contener las lágrimas.
—La gran Solena… ella era una bruja que
poseía una sensatez que mi yo imprudente no podía igualar. Todo cambió con su
marcha. Ella eligió la muerte para cambiarlo todo. No pasa un día en que no me pregunte
lo que pudo haber pasado si hubiera sabido de la caza de brujas antes, y lograse
salvarla de su destino. La gran Solena... Me hubiera gustado ser honrado con su
presencia, aunque sólo fuese una vez.
Raros rastros de dolor y remordimiento marcaban
el rostro habitualmente inexpresivo de Trece.
Por el bien de su investigación, algunas
brujas rebeldes provocaron una plaga.
Y tratando de librar la tierra de ella,
Solena usó su brujería.
Y los aldeanos, pensando que Solena era la
fuente de la epidemia, la mataron.
Éste fue el único y más drástico error de Trece.
No podría haber imaginado que Solena sacrificaría su propia vida por el bien de
los humanos.
—Es legítimo para ti, la heredera de Solena,
despreciarme y querer matarme. Excluyendo únicamente a Zero, juro que no me
opondré a ninguna sentencia de muerte que me puedas dar… Por eso, te ruego.
Permíteme la oportunidad de corregir mis errores pasados. Pido tu poder.
"No…"
dijeron los labios de Albus, pero no sonó ninguna voz. Trece rompió el silencio
anticipándose a cualquier objeción, arregló superficialmente el pliegue de su
túnica y ajustó su postura al sentarse.
— ¿Cómo va el círculo mágico?
—Uh… –Albus intento decir algo. Ella vaciló
un momento antes de murmurar. —No está terminado…
—Incluso los círculos que había conseguido
dibujar hasta ahora podrían haber sido borrados... ¡nadie me ayudará...! Todos
estuvieron de acuerdo en que necesitábamos derrotar a Trece, pero hablar de sellar
la magia los volvió locos...
—Bueno… si estudiase magia durante años, y de
pronto alguien me dijese que ya no sería permitida, simplemente no les dejaría
salirse con la suya.
—Supongo que es cierto. –Albus puso una cara
de desilusión.
Si de pronto se hubiera prohibido la posesión
de pólvora, también me rebelaría. Aprender a usarla de forma adecuada también toma
algo tiempo en sí mismo, y de cualquier manera valoré tenerlo cerca.
—Pero no importa lo injustificable que sea,
si no nos deshacemos de la magia, las brujas que vienen a matarme serán aniquiladas
por el poder de sus pactos de sangre.
—…Entonces… ¿mientras no te ataquen no
morirán? ¿Entonces porque simplemente no desapareces del reino?
Trece suspiró profundamente ante la pesada
pregunta de Albus. Su actitud era como si hubiera un mal estudiante delante de
él, pero en lugar de las alegres explicaciones de Zero, Trece pareció pensar
que era profundamente molesto.
—Si me escondiese, ¿quién protegería Wenias
de las brujas? Multitudes de humanos indefensos perecerían. ¿Quieres decir que tú,
sin siquiera un medio para disuadir el ataque, puedes tomar este reino, y en un
absurdo combate de omnipotencia, arrojar todo el odio que ha acumulado y liderar
a las brujas?
—Pues… no, pero… –Albus murmuró infelizmente.
Había admitido que las proezas de Trece eran superiores a las suyas del pasado.
Albus no era tan tonta como para contestar que sí.
—En tal caso, la extinción de la magia es
inevitable. Dibuja un diagrama del círculo mágico en detalle en algún papel.
Entonces lo grabaré en esta tierra.
— ¿Tú? ¿Pero cómo-?
—Es una aplicación de la invocación. La
propagación de un dibujo no es nada en comparación con la convocación de
personas.
—Hey, señorita bruja. No sé muy bien como
decir esto… pero él es extrañamente confiable, ¿verdad? Me encantaría si yo fuera
una chica. –Murmuré sin darme cuenta en voz alta, y Zero asintió.
—Si uno puede depositar su fe en él, Trece
puede ser un hombre confiable. Sin embargo, es fundamentalmente poco fiable.
Mirando el dibujo que Albus había plasmado en
un papel, Trece se sumergió brevemente en sus pensamientos y luego levantó la
vista.
—Wenias es un reino rodeado por montañas. Colocaré
cinco círculos mágicos a pequeña escala, dispuestos de tal forma que delimitará
todo el territorio, y finalmente los uniré para formar un círculo mágico
compuesto. Yo seré el que dibuje este círculo mágico, pero el que lo controlará
serás tú, bruja del Canto Lunar. Tendrás que soportar una carga proporcional.
Prepárate para perder la habilidad de usar la magia, al igual que todas las
otras brujas.
— ¡Al menos y-ya estoy mentalizada para
sufrir pérdidas!
—La piedra angular de este plan será el
[Rechazo] de Zero… Zero, necesitaremos la cabeza de un caído.
Como era de esperar, me quede paralizado. Al
mismo tiempo, la expresión del cara de perro se volvió seria.
—Para conseguir que los demonios del Libro de
Zero anulen la magia en todo el reino, tenemos que invocar al demonio de mayor
rango que los controla a todos. Sin embargo, ambos consumimos gran parte de
nuestro poder mágico en la breve contienda de hace poco tiempo. Sin un sacrificio
adecuado, no seremos capaces de llamar a ese demonio.
— ¡W-woah woah woah espera espera espera! ¡No
digas algo como eso tan a la ligera!
— ¡Cierto, Trece! ¡Cómo diablos pretendes que
me quede sentado mientras usan la cabeza de mi hermano como sacrificio!
Oye,
chucho sarnoso, no puedes cargarme todo el peligro a mí de esa forma. ¿Debería
cortar esa cabeza tuya de perro tonto aquí y ahora? Pero
Trece también me miró como si me preguntara, "¿y por qué no?"
…Estaba solo. Maldita sea, todos ellos estaban
apuntando a mi cabeza.
—Si no lo hacemos, entonces muchas brujas y
humanos morirán. Si no sellamos la magia dentro de dos, tres días, las brujas
que se han reunido de todo el reino para derrotarme comenzarán su invasión, y
la cantidad de caos causado por la magia aumentará de manera exponencial.
Desgraciadamente, el poder mágico no es algo que se pueda recuperar tan rápido
como para lograr algo en esos tres días.
— ¡¿Entonces nos estas diciendo que yo muera?! –Grité furioso. Zero golpeo
mi hombro con su puño.
—No tienes por qué gritar, mercenario. Yo
nunca permitiría que te maten. Sin embargo, mercenario. Podrás mantener la
cabeza donde está, pero tomaré tu cuerpo.
— ¿M-mi cuerpo…? ¡¿Qué significa eso?!
[Hermit:
Que la loli te va a quitar lo virgo. :v]
—Como sólo necesitamos obtener una
afirmación, basta con convocar al demonio en el cuerpo de mercenario para dialogar.
Así, mi carga será más ligera también. Por supuesto, es inevitable que
necesitemos usar el cuerpo de un caído para esto, pero...
Convocar
a un demonio en mi cuerpo… eso no es algo que no tenga importancia.
Albus
invocó a un demonio en su propio cuerpo para encontrar a Zero, ¿pero en serio
que me van a hacer eso? Esa broma no tiene gracia.
— ¡No seas irracional, Zero! ¡Si es el cuerpo
de un caído que vive de la guerra, y el demonio felizmente lo posee, como
seamos incapaces de controlarlo, podría provocar el caos y destruir todo el
reino!
—No permitiré que eso suceda. Soy una bruja
del Lúgubre Luto, que tenía demonios que me suplicaban en mi juventud, un
prodigio sin igual que ha formado contratos con demonios sin necesidad de un
sacrificio. Incluso en un estado de debilidad, por lo menos podría manejar un
demonio convocado en una vasija.
— ¡Pero-!
—Debatiría esto contigo, pero tenemos poco
tiempo. Lo diré claramente, Trece. No dejare en absoluto que maten a mi mercenario…
—Tenemos un acuerdo. –Dijo Zero, mostrándome
la herida de su pulgar.
Bueno… realmente no parecía haber tiempo, las
brujas que Trece había inmovilizado con
magia se estaban liberando y se podían ver numerosas señales de humo que subían
por todo el bosque… Algo se acercaba. El enemigo parecía estar dispuesto a
parar el ritual para sellar la magia, a toda costa. Si nos retirábamos aquí, sería
muy probable que los disturbios apareciesen por todo el reino.
Cuanto menos daño se haga, más fácil sería
tratar con las cosas después. Si realizábamos el ritual, entonces este era el
único momento para hacerlo.
—Así están las cosas, mercenario. Comprendo
tus miedos. Esta puede ser una solicitud muy ilógica, pero…
Zero me miró a los ojos.
—Te imploro, ¿confiarías en mí?
El bello rostro de Zero estaba muy serio.
Pero era mi vida la que estaba en juego.
Tras un corto instante de discusión interna…
— ¡Diablos, no!
Me negué rápidamente. Como me imaginaba, Zero
se sorprendió y sus ojos se abrieron de par en par.
— ¿A-acaso sabes lo que dices? ¡Habla después
de haber pensado un poco en las circunstancias! ¡Incluso los demonios tienen al
mundo en mayor estima!
Frente a las palabras que había escuchado
antes, resoplé y miré a Zero.
—No me importa una mierda el mundo. Yo soy la
cosa más importante para mí. No soy esa clase de alma bondadosa que dijese
"Claro, hagámoslo" cuando
me lo pidiesen… Ya lo sabes, ¿no es así, ama?
Zero se quedó momentáneamente estupefacta. Me
miró inmóvil, y luego estalló entre carcajadas.
—Sí. Por supuesto… pero aun así. Yo soy tu
empleadora y tu mi mercenario. Deja que corrija lo que dije… ¡Es una orden! ¡Confía
en mí, mercenario! ¡Yo nunca dejare que te quiten la vida!
Me cruce de brazos y alcé la vista al cielo.
Yo era un mercenario. Los mercenarios siguen las órdenes de quien les contratan.
No importa lo ridícula que pueda ser una orden, mientras que le reconozca como
mi contratante.
—Bueno, supongo que si es una orden…
Forcé una sonrisa. Perdona por una sonrisa tan antinatural, nací como un cobarde.
—Entonces… empecemos, yo realizare el ritual
del sello mágico. ¡Trece! Coloca dos barreras. Una pequeña para protegernos
nosotros y la otra para el sellado. ¡Chico, sigue las instrucciones de Trece!
— ¡E-entendido!
— ¡Mercenario! ¡Perro! Parece que los
huéspedes ya han llegado. Por favor, recibidlos. Vamos a establecer una pequeña
barrera para bloquear la magia, pero no podemos hacer lo mismo para los ataques
físicos, y la brujería es un arte exacto, de tal manera que un error al
realizar el ritual resultaría en un fracaso. Estaremos completamente
indefensos.
— ¿Invitados…?
Entonces me di cuenta de que… estábamos
completamente rodeados. Sentí alrededor de veinte presencias humanas que nos
rodeaban. Realmente ni siquiera teníamos la posibilidad de huir en este momento.
No había nada que hacer excepto cubrirles.
Casi todos al mismo tiempo terminamos de prepararnos,
Trece chasqueó su lengua con resignación, cara de perro y yo sacamos nuestras
espadas, y el encantamiento de la magia comenzó. Aaahh, de verdad que odio a las brujas.
Suspiré… después rugí con todo mi cuerpo y
alma, embistiendo hacia adelante con espada en mano.
Gracias a la barrera, la magia ni se acercaba
a Zero y los demás, así que nuestros objetivos eran los osos y lobos que
controlaban las brujas para atacar. Eran adversarios más temibles que los
humanos, pero se sentía mucho mejor matarlos a ellos que a los humanos.
—Pongámonos en marcha, ¡nieta de Solena!
¡Zero! –Trece habló bruscamente, y dibujó círculos en el suelo con su bastón. Los
mismos que Albus había dibujado en el papel, eran cinco círculos unidos por
otro aún mayor. Recitó algo murmurando, y un complejo patrón emergió para
llenar cada rincón del dibujo.
—Huh… ¡espera! ¡¿Cómo has hecho eso?! ¡¿Cómo
puedes dibujar un círculo mágico mediante un encantamiento?! –Grito Albus
sorprendida, pero yo ni siquiera tenía el conocimiento suficiente para sorprenderme
por ello. Incluso si lo tuviera, Trece daba la impresión de que todo lo que hacía
era inusual, así que probablemente no me sorprendería de todos modos.
En un abrir y cerrar de ojos, el círculo
mágico más pequeño estaba completo. Con fuerza, Trece clavo su bastón en el
centro. Cuando lo hizo, el círculo mágico se expandió como si lo estuvieran
estirando, y se convirtió en un rayo de luz mientras se alejaba.
—Los círculos mágicos se han establecido en
los puntos indicados, transcripción completa… ¡ahora, heredera del Canto Lunar!
Bajo el comando de Trece, Albus se apresuró
en ponerse de rodillas y alzar los brazos.
— ¡No los dejéis! ¡Conseguid refuerzos ahora
mismo!
— ¡Refuerzos! –El clamor subió por todas
partes entre las brujas. Cara de perro corrió, mirando nervioso a su alrededor.
—Esto no pinta bien, hermano… Los debiluchos
se están retirando.
Realmente fue así. Las presencias que nos
rodeaban retrocedieron como la marea. Al mismo tiempo, oí un sonido. Una débil
vibración sacudió mis tímpanos antes de cambiar repentinamente en un ligero
terremoto.
…De alguna forma me era familiar…
—No puede ser… ¡¿un jabalí de Ebru?!
¡Entonces todas esas piltrafas estaban ganando tiempo para que llegase!
— ¡Y escucho tres de ellos! ¿Qué hacemos
hermano? Los "todos contra todos" y las tácticas inteligentes son el
trabajo de los guerreros, ¡¿no?!
Eso era cierto, pero nos enfrentábamos a tres
jabalís de Ebru que estaban siendo manipulados. Y encima, cada uno venia desde
una dirección distinta, apuntando al grupo de Zero. Si no dejábamos a las
presas pequeñas no seriamos capaces de detener a los jabalíes, pero entonces
dejaríamos a Zero y los otros indefensos, a merced de los pequeños.
…En tal caso…
—Matare a dos de los jabalíes. ¡Tú quédate
aquí protegiéndoles y te encargas del que falta!
Sin esperar por un 'sí', corrí en dirección
de dónde provenía el ruido. Trepé al árbol más cercano y espere en una rama a
que pasase el ruido. Con una gran sincronización, salté sobre la cabeza del
jabalí de Ebru. Mientras trataba de sacudirme de encima, envolví una cuerda
alrededor de su musculoso hocico, tensando cada músculo de mi cuerpo mientras
tiraba.
— ¡Deja de forcejear! ¡Se bueno y cambia de
dirección!
Dejando escapar un grito estridente, el
jabalí de Ebru levantó la cabeza y cambió la dirección en la que estaba corriendo…
Había otro jabalí en su trayectoria. Me preguntaba qué le pasaría a un jabalí
de Ebru, moviéndose con suficiente fuerza para derribar árboles gigantes, si se
chocase contra otro jabalí que estuviese embistiendo como él.
Justo antes de la colisión, salte y rodé por
el suelo. Un sonido como si dos rocas chocasen resonó, y luego solo quedo el
silencio. Me levanté del suelo. Los dos jabalíes de Ebru que se habían encontrado
estaban echando espuma por la boca, inconscientes, pero no parecían haber
sufrido ninguna herida potencialmente mortal. Seguramente no despertarían en un
rato, pero eran increíblemente resistentes. Probablemente fuese gracias a esa
gruesa capa de grasa debajo de su piel.
—…No tengo tiempo para darles el golpe de
gracia.
Se veían deliciosos, pero ahora no había
tiempo. Me apresure en volver al círculo mágico, mientras tanto, el cara de
perro recibió de lleno el impacto del jabalí de Ebru que quedaba, fue mandado a
volar y acabó estrellándose contra mí.
—Ow… ¡Eso dolió, perro estúpido! ¡¿Ni
siquiera puedes encargarte de uno tú solo?!
— ¡No seas tan irrazonable! ¡Pueden ser unos
novatos, pero son un grupo de más de veinte! ¡No puedo encargarme de todos
ellos a la vez que me enfrento a un gigantesco jabalí como ese! ¡Yo no soy un
guerrero!
Con
que así de bueno es el ex caballero.
Lamento haber tenido alguna expectativa sobre él.
Para empeorar las cosas, el jabalí que
quedaba era una mole gigante curtida en muchos combates. Y además, cuando lo vi
me fije en su ceguera del ojo izquierda, me di cuenta de que era el mismo
jabalí de Ebru que Albus nos envió a Zero y a mí.
Esta
no es una reunión de conocidos.
Sin dar ni un segundo para decir 'hola', el
jabalí tuerto nos notó al cara de perro y a mí, y renovó la marcha a por
nosotros.
— ¡Apunta a las patas! ¡Yo me encargo de la
derecha! ¡Tú por la izquierda! ¡...Ahora, cara de perro!
— ¡¿Cuántas veces tengo que decirte que soy
un lobo?! ¡Deja de molestarme con eso!
Envolviendo nuestros furiosos rugidos, la voz
de Albus retumbó en el aire.
—Tierra, agua, fuego, viento, cielo. Oh benditos
gobernantes de esta época. Oh aquellos que cambian, arraigan y fluyen.
Calmada y cálida, aquella voz era
inapropiadamente suave y solemne para la situación.
¿Cómo podía ella hablar así cuando su voz
normalmente era aguda y chillona?
Me agaché mientras corría y corté la pierna
del jabalí, que se separó de su cuerpo. La fuerza de un caído combinada con la
fuerza de la arremetida de un jabalí de Ebru podría partir incluso el hueso más
duro en dos. Soltando un grito de dolor, el jabalí rodó sobre su espalda. Apunte
con mi espada donde aproximadamente estaba su corazón... y apuñalé con todas
mis fuerzas.
La punta de la espada cortó piel y músculos,
llegando a su palpitante corazón, y lo atravesó.
El jabalí de Ebru estiró la cola y chilló
hasta expirar su último aliento.
Simultáneamente…
—Mientras mi vida dure. Mientras su fuerza
persista. ¡Tendrás este poder dentro de ti!
Albus se postró en el suelo. En el transcurso
de un segundo, como de la nada, algo borroso apareció a su alrededor.
Apenas podía distinguir las formas de los
humanos, pero...
—Esos son…
—Son los espíritus que supervisan Wenias.
Bueno, todos ellos son demonios cuando se trata de brujería. Lo hicimos,
hermano. Ganamos.
El cara de perro respondió a mis dudas
mientras limpiaba la sangre de su espada.
Albus puso una sonrisa como si la aliviara que
el ritual fuese un éxito, y miró a Trece con orgullo. Protegiendo a Zero y a
Albus con su barrera anti magia, Trece ni siquiera parpadeó ante su mirada.
…Al contrario, asintió una vez. Ese fue
probablemente el mayor cumplido que Trece pudo dar.
Zero levantó ambos brazos y habló en alto. Su
voz era ensordecedora y fuerte en comparación con la de Albus, abrumadoramente sonora
y pesada.
—Oh, mi soberano sin nombre que gobiernas a
todos los demonios. ¡Desciende al cuerpo de este caído como ofrenda y escucha
mi plegaria!
— ¡Por la presente declaro! ¡De aquí en
adelante hasta la perpetuidad, para todos los que caminan sobre esta tierra,
rechazo toda la magia a la cual mi poder se extiende!
Por un instante, no existía nada más que el
silencio.
— ¡…Sanciona esto! ¡Declaro en mi nombre, Zero!
Mi respiración se detuvo. Me retorcí entre el
dolor y la agonía, sin poder hacer nada más que clavar las garras en el suelo.
Una bestia feroz, con los colmillos al descubierto,
pasó volando hacia mí y corrió salvajemente hacia Zero.
Mierda,
Zero está-
De alguna forma logré girar la cabeza, pero
cuando la bestia entró en mi campo de visión, se detuvo y estalló.
Inmediatamente el dolor se esfumó, y mis
sentidos se desvanecieron. Una sensación empalagosa se apoderó de mí, y ya no
podía ver.
…Oscuridad…
Perdí el conocimiento. Abandonado en algún
lado. Muy lejos de allí.
—Lo sanciono. Cuanto tiempo ha pasado, mi
amada…
Antes de desaparecer completamente, creí oír esa
voz.
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